La clase trabajadora y la juventud europeas ante la guerra imperialista

Movilización en Madrid contra la Otan

Hace unos días, 60 mandatarios de distintos países mantenían una reunión, unos de manera presencial y otros por videoconferencia, con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, en la que le animaron a continuar la guerra hasta la recuperación de todos los territorios ocupados por Rusia, incluyendo Crimea y todo el Donbás. Una guerra que deberá ser sangrienta y prolongada, que los 60 dirigentes se comprometieron a seguir alimentándola con suministro de nuevas armas y para la que se exigen nuevos sacrificios a la población trabajadora, en especial a la de Europa. Una vez más, como en 1914, se conjuran para una “guerra hasta la victoria total”. O, como en 1939-45, hasta la rendición incondicional del enemigo.

Como complemento, todos los medios se hacen eco de las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, que anunciaba el “fin de la abundancia” y una era de “necesarios” sacrificios. Entre un 15 y un 20% de los franceses, según distintas fuentes, ya viven en situación de pobreza.

Para el otoño europeo, muchos economistas advierten del riesgo inminente de una recesión en Alemania, motivada por el colapso de la industria derivado de la falta de energía y de suministros. Recesión que arrastraría al conjunto de las economías europeas, involucradas en la guerra de los EEUU contra Rusia, y en su guerra comercial contra China.

La clase trabajadora no se resigna

En ese contexto general de crisis mundial, de dislocación del mercado mundial, la clase trabajadora no se resigna a que le arrebaten todos sus derechos, todas sus conquistas sociales. No con la excusa de la pandemia ni con la justificación de la guerra. Hemos asistido a potentes movilizaciones desde la propia pandemia.

Al mismo tiempo, se producen potentes movilizaciones en Europa, con los trabajadores del Reino Unido a la cabeza en lo que se ha llamado el “verano del descontento”.

En Estados Unidos, asistimos a una ola sin precedentes de organización de sindicatos en el sector privado. En América Latina las rebeliones populares se sostienen más allá de los gobiernos de Gabriel Boric en Chile y de Gustavo Petro en Colombia que las intentan contener.

En estas condiciones, la clase trabajadora y la juventud europeas se preparan para un período de luchas.

La defensa de los salarios y las jubilaciones

Frente al incremento desaforado de los precios de la energía, los combustibles y los alimentos, seguido por la subida del resto de bienes y servicios (inflación del 10% motivada, y la devaluación del euro) trabajadores activos, pasivos y desocupados se ven obligados a luchar por la recuperación del poder de compra de sus salarios y jubilaciones. Por su parte las burguesías europeas, sus gobiernos (desde la ultra derecha de Viktor Orban en Hungría hasta el frente popular de Pedro Sánchez en el Estado español), con la activa participación de las burocracias sindicales, llaman a un “pacto de rentas” que supondrá, una vez más, que sea la clase trabajadora la que pague las consecuencias de la crisis. Y, fiel a sus compromisos con la Otan, preparan un aumento espectacular del gasto militar, incluyendo el desembolso de casi 200.000 millones para comprar incluso armamentos al complejo militar industrial a los EE.UU.

Las burocracias sindicales europeas no pasan de una política de presión a la patronal y el gobierno, con su campaña “salario o conflicto”, al mejor estilo del vandorismo argento. Para reivindicar acuerdos en el diálogo social, para los que presentan propuestas más que reducidas de incremento salarial. Pero muchos ponen en duda que tengan capacidad de contener a una clase trabajadora que ya ha visto cómo en algunos sectores se han arrancado subidas del 6,5%, aunque la patronal se resista con uñas y dientes a aplicarlas. Muchos sectores se han lanzado ya a la lucha, sin esperar a la anunciada y siempre aplazada movilización de los sindicatos, y otros muchos afilan sus armas para hacerlo. Los trabajadores de la industria ven sus puestos de trabajo amenazados por una nueva ola de reestructuraciones, necesaria para la transformación hacia la llamada “economía verde”, y por nuevas deslocalizaciones.

La necesidad de abrir una salida política

Defender los derechos y avanzar hacia la consecución de las reivindicaciones exige trabajar por una salida política. Porque el régimen imperialista de la Unión Europea y la Otan han demostrado ser un formidable obstáculo para la satisfacción de las reivindicaciones.

Cómo ayudar a la construcción de una representación política fiel a la clase trabajadora, que aúne la lucha por las reivindicaciones con el combate por el necesario cambio político, es el debate que debe marcar los trabajos de la clase obrera y la juventud. Las potentes movilizaciones que ya empiezan a desarrollarse en Europa, con Gran Bretaña a la cabeza, donde los sindicatos de los sectores en lucha acaban de rechazar un aumento propuesto del 7 por ciento, plantea varias cuestiones:

Todos los trabajadores y pueblos de Europa están frente a los mismos problemas. La política belicista de los gobiernos busca utilizar la guerra para destruir derechos y empobrecer a la mayoría. Se trata de un nuevo –y masivo- traslado de ingresos de los asalariados al capital.

Las únicas consignas que corresponden a las necesidades son la que defienden el poder adquisitivo real, o sea, la escala móvil de salarios según la inflación. Todas las propuestas “intermedias” solo sirven para justificar de una u otra manera el “Pacto de rentas”.

Esta situación exige poner en primer plano la independencia de los sindicatos en relación a los gobiernos, por “progresistas” que intenten aparecer.

El alineamiento de la práctica totalidad de partidos que se reclaman de la clase obrera con la política de guerra, en nombre de la supuesta defensa de la democracia y de los “valores europeos” (bien ejemplarizados en Ucrania con la prohibición de todos los partidos, la reforma laboral y los decretos antiobreros de Zelensky) profundiza aún más la evidente falta de representación política fiel a los intereses de los trabajadores y los pueblos.

Como embrionariamente se mostró en la movilización contra la Otan, la guerra y la explotación que se realizó en Madrid el 26 de junio, en diversos países surgen grupos, tendencias, nuevas fuerzas políticas que quieren retomar la tradición del movimiento obrero internacionalista contra la guerra.

El Partido Obrero lucha en este sentido, está implicado en realizar toda acción común y debate para ayudar a la movilización que impulse la política de guerra a la guerra y en esta vía, crear las condiciones para construir las representaciones políticas necesarias para el combate común contra la explotación y la opresión en la perspectiva de los Estados Unidos Socialistas de Europa de Lisboa a Vladivostok.