La cuestión del frente único

A quince días de su inicio, la huelga general convocada por la Central Obrera Boliviana (COB) se desarrolla con dificultades y tropiezos. Hay, sin embargo, numerosos conflictos parciales. Los docentes, los trabajadores de la salud y los camineros (vialidad) se movilizan contra la transferencia de esos servicios a los municipios. Los indígenas del “Bloque de Oriente” marchan hacia Santa Cruz; los comunitarios de San Alberto (guaraníes) bloquearon los pozos y ocuparon las plantas de Petrobras en el sur del país; el Movimiento Sin Tierra ocupó haciendas en Viacha y Yungas. Los “cooperativistas” (mineros despedidos que explotan minas por cuenta propia) ocuparon Colquiri, Totoral, Caracoles y Soyaquico.


Mesa “opera”


El gobierno, con el respaldo de Morales, ha intervenido activamente en la huelga, mediante el otorgamiento de reivindicaciones parciales.


Luego de una larga reunión con Evo Morales, Mesa derogó el decreto de “descentralización” y logró que los camineros y los trabajadores de la salud (aunque no los docentes) levantaran las medidas. Sus ministros anunciaron, además, acuerdos con los jubilados, los cooperativistas y los guaraníes.


En muchos casos, los acuerdos no pasan de la promesa de “diálogo”. Las limitaciones de esta política son manifiestas: la COR de El Alto, luego de varias semanas, abandonó el “diálogo” porque el gobierno no satisfacía ninguna reivindicación.


Imposibilitado de derrotar al movimiento, simplemente con la represion, Mesa y Evo Morales se esfuerzan por todos los medios para desorganizarlo.


Crisis política


Entre los “esfuerzos” figura la venta de gas a la Argentina, que significan 800 millones de dólares anuales para el quebrado gobierno de Mesa. La operación es, según Morales Solá (La Nación, 25/4), de inspiración norteamericana: el subsecretario del Tesoro norteamericano, John Taylor, “reconoció la importancia política del acuerdo para la importación del gas boliviano(…) La ayuda a Bolivia fue un pedido personal de George W. Bush”. Permite, además, reanudar la exportación de gas a Chile por medio de una “triangulación”. Acaba de saberse que Amoco, Repsol-YPF y Petrobras contrabandearon gas en garrafas a Chile y Brasil.


Aunque a Mesa se le abrió otro foco conflicto militar, cuando el Tribunal Constitucional resolvió que cuatro militares, absueltos por la justicia militar por el asesinato de civiles durante la represión de febrero del 2003, fueran juzgados nuevamente por la justicia ordinaria, el parlamento aprobó una ley que establece que los crímenes de los militares bajo el estado de sitio sólo pueden ser juzgados en tribunales militares. El Estado capitalista se defiende con todo lo que tiene.


Frente único y reivindicaciones transitorias


El gobierno cuenta, entonces, con un apoyo internacional que va desde Bush a Kirchner, y que se manifiesta internamente en el activo apoyo que recibe de Evo Morales y el MAS, por un lado, y del ejército y los partidos, del otro. Mesa ha logrado desarmar, en buena parte, la situación que recibió en octubre.


Frente a este cuadro en el campo de los explotados, no existe un frente único de organizaciones obreras y populares. Un frente único no significa, solamente, una acción común; sino la unidad de propósitos estratégicos. Esto está ausente. El frente único requiere un programa de reivindicaciones transitorias, que escalone las acciones de las masas.


El papel contrarrevolucionario de Evo Morales


Evo Morales y el MAS desarrollan una política conciente, que no es de ahora, de quiebra del frente único. En octubre, estuvieron ausentes en el primer tramo de la movilización popular y luego fueron los principales abogados del ascenso de Mesa al gobierno. Hoy son el principal factor de la “gobernabilidad” en Bolivia.


Morales espera ganar la mitad de las intendencias en las elecciones municipales del año próximo, un peldaño hacia la presidencia en el 2007. Se trata, sin embargo, de una perspectiva condicionada a lo que decidan los amos del país, los norteamericanos.


En una “Carta Abierta a la COB y a la CSUTCB”, reproducida por Bolpress (13/5), su firmante (Horacio Fariñas), explota a fondo la crisis del movimiento obrero para justificar la línea de Evo Morales. “¿Creemos que estamos en condiciones de tomar el poder, –desafía,– y sustentarlo en las presentes condiciones? ¿Preferimos una dictadura fascista, –advierte,– antes que avanzar en un diálogo responsable?.”


El inquisidor no ofrece nada, pero explota sin misericordia las contradicciones del pueblo. La toma inmediata del poder no es posible, dice, hay que negociar, por lo tanto, la capitulación ante el imperialismo.


El frente único, decisivo


La cuestión del poder es, sin embargo, en lo inmediato la unidad política del movimiento de masas. Porque quien, en realidad, no ha podido “sustentar” su propio “poder”, y esto “en las presentes condiciones”, es el imperialismo. Necesita para ello, por ejemplo, recurrir a los oficios de un abogado como el firmante de la “carta” y a un indígena, como Evo, o a un nordestino hambriento como Lula y a un pseudomontonero como Kirchner.


En Bolivia hay que luchar a muerte por el frente único de todas las organizaciones obreras y campesinas, para imponer la consigna fundamental del control obrero de la riqueza nacional y la expropiación de los pulpos petroleros y mineros, la expropiación de los nuevos latifundios y el reparto de la tierra entre los campesinos, y el completo monopolio estatal del comercio exterior. Sobre la base de la lucha por estas reivindicaciones se podrán crear las organizaciones de base, como asambleas populares y comités obreros, que reunirán, de nuevo, las capacidades de los explotados bolivianos para luchar por el poder. La lucha por el poder es una lucha transicional, de acumulación de fuerzas y de desarrollo de la conciencia y de la organización. Lo contrario es la más completa derrota. Lo que impera en la actualidad, sin embargo, es una generalizada división de las organizaciones populares y la ausencia de un programa común.


La política de cooptación del movimiento popular, por parte del imperialismo, se concentra en dos planteos muy concretos: un referéndum sobre el gas y la convocatoria de una Asamblea Constituyente, con las que se pretende poner fin al movimiento revolucionario que tuvo su punto más alto en octubre pasado. –Bajo la dirección del gobierno actual y de las actuales instituciones políticas, el referéndum y la Constituyente apuntan a convalidar una línea de compromiso con los pulpos que exportan el gas, y con el capital y el imperialismo en su conjunto. Tomando como punto de partida el reclamo de la tierra, del control obrero y de la nacionalización del comercio exterior es necesario impulsar el boicot al referéndum y la oposición a una Constituyente convocada por Mesa, que se limitará a una modificación libresca de la constitución. En oposición a la Constituyente ‘trucha’ se plantea la convocatoria a una Constituyente soberana convocada por un gobierno de las organizaciones obreras y campesinas.