La ‘des-unión nacional’

La derecha francesa no ha logrado reponerse del golpe demoledor que le significó la derrota en las elecciones parlamentarias de junio. Convocadas anticipadamente por el presidente Chirac, para montar un ‘gobierno fuerte’, debió resignarse a encabezar un régimen político debilitado.


La ola de divisiones que provocó la derrota electoral en los partidos de la derecha ahora se ha agudizado. En este cuadro, las encuestas para las elecciones parciales que tendrán lugar en las próximas semanas pronostican una fácil victoria socialista, lo que naturalmente agudizará la división de la derecha.


Por si esto fuera poco, los principales dirigentes de los partidos derechistas están envueltos en una serie de escándalos de corrupción, como el que atañe a la empresa petrolera Elf, acusada de repartir coimas varias, en distintos países del Africa, a cambio de la ‘colaboración’ de sus gobernantes. Incluso, todo el sistema político gaullista está en cuestión como consecuencia del llamado ‘proceso Papon’, un hombre del régimen ‘colaboracionista’ durante la ocupación nazi que posteriormente fue ministro de De Gaulle, —sospechoso de haber enviado judíos franceses a los ‘campos de la muerte’— y de las derivaciones de las investigaciones sobre el ‘oro nazi’ (el destino del oro sustraído a los judíos franceses durante la ocupación).


Por eso, desde la propia derecha reclaman la renuncia de Chirac, para terminar con una ‘cohabitación’ que sólo favorece a los socialistas.


Pero el gobierno ‘socialista’ lleva adelante —mucha demagogia y mucho verso mediante— una política que, en lo sustancial, no difiere de la política del gobierno derechista precedente: privatizaciones, precarización laboral, liquidación de la seguridad social (en nombre del cumplimiento de los acuerdos de la‘unidad europea’) y defensa del ‘franco fuerte’, es decir, de la política monetaria y fiscal que garantiza los superbeneficios financieros.


La crisis política francesa traduce, con sus peculiaridades, un fenómeno de alcance mundial: el derrumbe político, e ideológico, de los llamados‘neoliberales’ y el vacío ideológico de los centroizquierdistas, llamados a aplicar la política dictada por los grandes capitalistas y el imperialismo.