La descomposición del PT y la cuestión del partido

El Partido de los Trabajadores (PT) ha iniciado un proceso interno contra dos diputados (Luciana Genro y João Batista Araújo, “Babá”) y una senadora (Heloísa Helena) “radicales”, que anunciaron su intención de votar contra la reforma previsional privatizadora del gobierno Lula. Los tres legisladores pertenecen a corrientes internas del PT (MÊS, CST y DS, respectivamente, ésta última sección del Secretariado Unificado de la IV Internacional). Todos han sido provisoriamente separados de sus responsabildades en la bancada parlamentaria petista, no pueden hablar en nombre del partido y están amenazados de expulsión. Otros dos diputados que habían anunciado actitud semejante, João Paulo Fontes y Lindbergh Farias (éste, ex PC do B, ex presidente de la Unión Nacional de Estudiantes, ex Pstu, ex todo, actualmente de vuelta en el PT) han sido, recule mediante, “perdonados” (por ahora) por la dirección partidaria.


La crisis de los diputados “disidentes” ha adquirido proyección nacional, con titulares y páginas enteras de los diarios, lo que puede parecer sorprendente para un partido que cuenta con más de cien (106) parlamentarios nacionales (Cámara y Senado) y una enorme base legislativa, gracias al apoyo de la derecha tradicional a los proyectos ultrarreaccionarios del gobierno “popular”. La razón estriba en que la crisis ilustra, no ya la derechización, sino la completa descomposición del PT como partido político, y expone la fragilidad del gobierno de los “55 millones de votos”. En la reciente votación de la reforma del artículo 192 de la Constitución, destinada a abrir espacio legal para la “independencia” (privatización) del banco Central – un objetivo fuertemente exigido por el FMI – , “la aplastante mayoría de la Cámara votó a favor del proyecto, 442 de los 513 diputados. Un detalle pasó desapercibido… 35 radicales del PT votaron por el proyecto, aunque se declararon previa y formalmente contra la idea. Lo mismo hicieron, en otro documento, 21 diputados moderados del PT. O sea, de 92 diputados el PT sólo contó con 36 votos voluntarios para un proyecto del propio Lula. Quien votó masivamente a favor fue la ex alianza de (el gobierno anterior de) Fernando Henrique Cardoso. Que no extrañe que este cuadro continúe en las futuras e indispensables reformas” (Exame, 23/4).


Para sorprender todavía más, los dos diputados “radicales” también votaron a favor de la reforma exigida por Lula y el FMI. “Babá” declaró: “Voto de forma afirmativa, obligado por la disciplina partidaria, pero contrariando mis convicciones políticas. Declaro mi total oposición al contenido de esta propuesta, porque se trata de una imposición del FMI, un atentado contra la soberanía de la nación” (Combate Socialista N° 2, abril de 2003), lo que no le impidió declarar que votaría después contra la reforma previsional, contrariando la lógica expuesta. La divulgación de un video con un discurso de 1987, en el que Lula criticaba las mismas propuestas que ahora defiende, y trataba a los actuales aliados del PT de ladrones, canallas y criminales, ha sido invocada por José Genoíno, presidente del PT, como un “factor extremadamente agravante”: algo increíble, pues supone que la simple divulgación de un material de dominio público (o sea, ni siquiera de una opinión) constituye una falta.


Pues bien, votada la reforma fondomonetarista, la prensa destacó mucho más el voto favorable de los “radicales” que el voto de los 440 diputados restantes, o que el propio contenido de lo votado. La posibilidad de que un voto contrario, sin ningún efecto legislativo, de apenas dos diputados, abriese una perspectiva independiente del PT – ¡incluso parlamentaria! – para su base electoral, llenaba a la buguesía brasileña de pavor, demostrando que el gobierno Lula es un gigante con pies de barro: la prensa del gran capital celebró la agachada de “Babá” y Luciana Genro como una victoria estratégica. Constatando lo expuesto, el sociólogo Francisco de Oliveira concluyó que “Lula intenta la formación de un consenso por agregación de intereses caleidoscópicos. En política, tal formación es siempre frágil y dependiente de acuerdos ad hoc” (Folha de S. Paulo, 18/5).


Frente a la amenaza de sanciones, los “disidentes radicales” han esbozado una defensa puramente jurídica, convocando a un grupo de juristas y “notables”, para defender el “derecho de opinión”. La dirección del PT ha evaluado “positivamente” el comportamiento “callado y recluso” de Heloísa Helena en los últimos días: Heloísa fue elegida senadora por Alagoas, uno de los estados más pobres de la Unión, con el… ¡56% de los votos!; o sea que posee una base política más que suficiente para opinar y votar lo que sea. Según se informa, “también Babá ya habría acordado en adoptar un tono más moderado” (Folha de S. Paulo, 23/5). Y esto pese a que 8 de los 14 senadores, y 36 diputados del PT, se pronunciaron por escrito en defensa de los “disidentes” (aunque, claro, votando también en favor de las “reformas” de Lula). Luciana Genro ha encarado su defensa “recordando el contrato histórico del PT con el pueblo brasileño, con los cambios en favor de los más pobres” (Folha de S. Paulo, 20/5).


En el PT se ha establecido una clara división de tareas para “domesticar” a los “radicales”: Aloizio Mercadante, líder del gobierno en el Congreso, les ha indicado la puerta de salida, mientras otros parlamentarios les pasan, comprensivamente, la mano por la cabeza. Aunque no hay que descartar que el episodio lleve a una crisis en la bancada petista, debido al enorme tamaño de las exigencias reaccionarias del tándem Lula-FMI.


El Pstu (Lit), a su vez, lanzó la propuesta de “construir un nuevo partido” con los disidentes: “El Pstu estima que las opciones realizadas por el PT, y ahora en el gobierno, de mantener esencialmente el mismo modelo económico anterior, lo que acabó resultando en una propuesta de ‘reforma’ de la previsión social que es peor de la que realizó Fernando Henrique, e incluso este comportamiento autoritario en relación a los diputados y a la senadora, todo eso es una demostración de que existe una incompatibilidad, una contradicción casi absoluta, entre las personas que quieren continuar defendiendo las banderas tradicionales de la izquierda socialista brasileña y la permanencia en el PT y en la base de apoyo del gobierno Lula. La salida que proponemos a esta situación no es simplemente la entrada de la senadora y los diputados en el Pstu. En realidad, lo que propuso el Pstu es que sumemos nuestras fuerzas, la militancia del Pstu, los parlamentarios, los militantes de la izquierda socialista brasileña, en la construcción de un nuevo partido de izquierda, socialista, orientado a la lucha del pueblo brasileño, que ocupe ese espacio a la izquierda que fue abierto con esas opciones realizadas por el PT, con la transformación que vivió el PT. Entendemos que en este momento es necesario construir en Brasil un partido de izquierda, que sea oposición de izquierda al gobierno de Lula, que rescate la defensa de las banderas tradicionales de nuestra clase” (entrevista a Zé María en la TV Cultura).


Con tal objetivo, fue convocada (por el Pstu, sindicalistas y algunos consejeros municipales petistas) una “Conferencia de Socialistas”, celebrada el 17 de mayo en el Sindicato Químico de São Paulo, con la presencia de aproximadamente 200 personas, incluyendo representantes de las corrientes de los “disidentes” (pero no ellos mismos), aunque no de la DS-Secretariado Unificado, así como prácticamente toda la gama de expresiones de la izquierda brasileña. Hubo un intercambio de ideas bastante dispar: algunos proponían, no un partido, sino un “movimiento” (una forma disfrazada de no romper con el PT); algunos militantes de izquierda del PT, más sinceramente, defendían “aguantar un poco”, sin decir cuánto. Luiz Calos Lucas, presidente de Andes (sindicato docente universitario), definió la “irrecuperabilidad” del PT. El Pstu insistió en el partido, pero sin propuestas más concretas. Osvaldo Coggiola propuso un temario de debates concreto, la convocatoria de plenarios abiertos semejantes en todos los estados, la divulgación internacional de la iniciativa (recordando la política internacional de Lula, el apoyo a Kirchner y su papel de bombero en Venezuela), y la elección de un comité coordinador amplio para impulsar el proceso, propuestas que fueron apoyadas por varios oradores, pero no sometidas a votación por la mesa.


Finalmente, salió sólo una declaración, con eje en la defensa de los disidentes del PT, y el llamado a la constitución de un bloque de izquierda en el Congreso Nacional de la CUT (Central Unica de Trabajadores), del 3 al 7 de junio. También la idea, aunque no la fecha, de un nuevo plenario. La montaña parió, por ahora, un ratón, pero abrió también, un debate que interesa objetivamente a toda la vanguardia obrera, campesina y juvenil, y un proceso que pone en el orden del día la cuestión de la construcción del partido revolucionario.