La estrategia financiera de la guerra: el ataque a los trabajadores norteamericanos

El mayor secreto de la guerra en preparación no es militar sino económico: ¿cuánto costará la invasión a Irak? El jefe de asesores económicos de Bush, Lawrence Lindsay, perdió su empleo por hacer pública una estimación de 100.000 millones de dólares. Las estimaciones más realistas, sin embargo, llegan a los 600.000 millones.


Al mismo tiempo que se infla el gasto militar por la invasión de Irak, el gobierno norteamericano impulsa una rebaja de impuestos de 1,5 billones de dólares para la próxima década. El eje de la reforma de Bush es transferir la carga impositiva de los impuestos a los beneficios del capital a impuestos al consumo popular.


La combinación de aumento del gasto militar con la rebaja de impuestos, cuando Estados Unidos ya tiene un déficit fiscal del 3,5% de su PBI, llevó a la decana de una de las más importantes universidades de economía británicas a afirmar que “la guerra carece de estrategia financiera” (Financial Times, 25/2). Más directo, un editorialista calificó la política fiscal de Bush como “lunática” (Financial Times, 6/3).


Para fines de la década, el déficit fiscal norteamericano superará el 10% de su PBI. ¿Cómo pretende financiar este déficit monumental? “La Casa Blanca está asumiendo implícitamente que el resto del mundo pagará una parte sustancial de la cuenta” (Financial Times, 25/2). ¿Pero por qué los europeos, los asiáticos y los sauditas querrían financiar la expansión militar norteamericana cuando, precisamente, uno de los objetivos de esta expansión es golpear los intereses de los capitalistas europeos, asiáticos y de las “petromonarquías”? El déficit fiscal norteamericano muestra la incapacidad del Ejecutivo más poderoso del planeta para conciliar las explosivas contradicciones de la crisis mundial.


En realidad, “ya hay signos preocupantes de que los extranjeros están comenzando a reducir sus masivas tenencias de dólares y de activos en dólares”, lo que está provocando la caída del dólar (ídem). El debilitamiento del dólar llevaría a Estados Unidos a “opciones dolorosas”: un aumento sostenido de la tasa de interés, que hará “caer la inversión y los niveles de vida” o “profundos recortes en educación, salud y jubilaciones” (ídem). En esta dirección, el gobierno de Bush ya señaló “su deseo de privatizar la seguridad social y el sistema de salud pública” (ídem).


En resumen, la “estrategia financiera de la guerra” reposa en un ataque sin precedentes a las conquistas sociales históricas de los trabajadores norteamericanos. Anticipándose a la explosiva tensión social que provocarán estos ataques, el gobierno norteamericano viene reforzando sistemáticamente los aparatos represivos y de espionaje internos con la excusa de la “lucha contra el terrorismo”.