La evolución de la crisis del NPA

Afines de junio se realizaron las asambleas regionales del Nuevo Partido Anticapitalista de Francia, como primera instancia de discusión del próximo congreso, previsto para noviembre. A mediados de septiembre está prevista la reunión del Comité Político Nacional, que tiene que tomar las decisiones sobre el fondo y la forma del congreso. Mientras tanto, la militancia del partido y sus estructuras están ganados por la parálisis e incluso por la desmoralización. La oposición de izquierda (ex plataforma B) denuncia que se está tramando la postergación del congreso, para utilizar a favor de la dirección el supuesto éxito de la jornada de movilización del 7 de septiembre contra el proyecto del gobierno sobre las jubilaciones. El cuadro agudo del NPA acompaña la descomposición y la crisis en Francia y en la Unión Europea, que no fueron previstas por el congreso de fundación de febrero de 2009.

Del congreso de fundación en adelante

Según las cifras proporcionadas por la dirección, en las asambleas regionales participó solamente el 20% del padrón de afiliados, muchos de los cuales no habían leído los documentos. Las reuniones no tuvieron mayor interés. En términos políticos, es un serio retroceso en relación con los trabajos del congreso de fundación de febrero de 2009.

El interés del NPA en ese momento se manifestó en el acercamiento de varios centenares de militantes y luchadores, así como en los éxitos electorales de su dirigente mediático, Olivier Besansenot.

En el marco de la dislocación actual del NPA (para cuya comprensión más general conviene la lectura de la Resolución Política del Secretariado Internacional de la CRCI y en particular el punto 9, “La izquierda en el laberinto de la bancarrota”, publicada en la última edición de En defensa del marxismo), se ha constituido un agrupamiento de izquierda (ex plataforma B). En el momento del debate sobre las elecciones regionales, esta posición crítica de la dirección ante el Frente de Izquierda reunió cerca del 30 por ciento de los votos. La organización se disgregó en este debate electoral: el partido quedó dividido en tres tercios, la dirección histórica se dividió y perdió autoridad, la fracción más derechista se consolidó. La importancia del respaldo a la posición B, marginal en la dirección, fue una buena sorpresa y mostró la vitalidad de al menos una parte del NPA. La importancia política de la lucha interna actual está dada por la evolución y las conclusiones de esta tendencia. Será el criterio para apreciar sus resultados.

Las cuestiones en debate

La ex plataforma B es acusada de “estrechar” el cuadro del NPA, o sea de querer convertirlo en una nueva versión del partido revolucionario y cerrar así las puertas a toda una parte de los militantes, adherentes y simpatizantes actuales y futuros, necesariamente “reformistas”. Este debate es importante, porque puede clarificar lo que unos y otros esperan del NPA.

Es claro que el partido se orienta hacia una variante del Frente de Izquierda (la coalición entre el Partido Comunista y el Partido de Izquierda, entre otros) y que las diferencias entre los distintos matices de la “mayoría histórica” (que condujo el proceso de fundación del NPA) son de grado y no de calidad. La derecha reclama una adhesión inmediata a aquel frente, con una disolución política del nuevo partido. Las corrientes que atraviesan la mayoría son partidarias de la negociación hacia 2012 y difieren sobre el mayor o menor grado de autonomía.

Por ahora, la ex posición B vacila en extraer todas las consecuencias de la trayectoria del NPA. En algunos textos se refiere a la “crisis del NPA”, en otros a la “crisis de la dirección del NPA”. Su objetivo para el congreso es “darle una salida mayoritaria” a la crisis. Presenta documentos sistemáticamente, pero no cierra las puertas a un acuerdo con una fracción de la mayoría.

No se puede alimentar esta ilusión, porque va a conducir a una desmoralización y a una dispersión. Hay que luchar dentro del NPA por un reagrupamiento revolucionario y no por una “nueva mayoría”. Está planteada una cuestión básica de orientación política. El reagrupamiento se tiene que operar a través de la lucha política, descartando los ultimátum ideológicos propios de las sectas. La delimitación ante el Frente de Izquierda resulta fundamental y tiene que ser bien planteada. Un gobierno de izquierda que gane las elecciones en 2012 (o una forma de gobierno de unión nacional antes, si la crisis se acelera) aparece como un recurso político de la burguesía imperialista, dada la configuración del régimen político y el lugar del Partido Socialista. El Frente de Izquierda va a intervenir en esta opción -y colabora desde ya, como se acaba de ver en el reciente congreso del Partido Comunista- como un componente necesario, desde adentro o desde afuera de la coalición y del gobierno.

Entonces, no resulta suficiente proclamar la necesidad de la “independencia” ante el PS y el PC y denunciar un “gobierno reformista” como base de los desacuerdos con la mayoría. Hay que indicar la oposición a esta alternativa política, la caracterización no sólo del PS sino también del PC y de la izquierda antiliberal, variante francesa de la izquierda democratizante, como enterradoras de la acción independiente de la clase obrera y de los explotados. La orientación revolucionaria y de lucha de clases es trabajar y construir en la dirección opuesta a la de la “unidad de la izquierda”.