La gran huelga petrolera norteamericana


La huelga petrolera norteamericana (en reclamo de un aumento salarial, cambios en las condiciones extenuantes de trabajo, y mejores condiciones de seguridad) superó los diez días. Con la incorporación de mil obreros de dos plantas pertenecientes a la Britisth Petroleum, la cantidad de huelguistas ascendió a casi 5.000 trabajadores, y a once la cantidad de plantas paradas en distintos puntos del país. Según algunos análisis (World Socialist Web Site, 11/2), la directiva del sindicato (USW) desarrolla una ‘huelga selectiva’ -que sólo abarca a una porción de las plantas que representa- porque una ampliación de la huelga desarrollaría un choque general de la clase obrera con el gobierno de Obama, que realiza denodados esfuerzos para tratar de desactivar las medidas. Hasta el momento, el sindicato ha debido rechazar seis ofertas patronales miserables. La directiva del USW estaría dispuesta a levantar la huelga a cambio de algunas mejoras en las condiciones de seguridad, pero las patronales se muestran intransigentes. De hecho, apelan a personal tercerizado para tratar de quebrar la resistencia obrera, apuestan al desgaste, y desarrollan un proceso de despidos. “Según un estudio publicado por la Reserva Federal de Dallas, para mediados de 2015 Texas habrá perdido 128.000 empleos asociados al crudo. Estados productores como Dakota del Norte, Alaska, Oklahoma y California presentan un escenario similar” (El País, 7/2). La Britisth Petroleum anunció la congelación de sueldos de 80 mil trabajadores. No se condice con sus ganancias, elevadas a pesar de los precios decrecientes del petróleo. La huelga petrolera (la más importante desde 1980) expresa una disposición de la clase obrera a no adaptarse a los avatares de la crisis capitalista.