La “guerra contra el terrorismo” revienta otro régimen político


El asalto a cañonazo limpio de la Mezquita Roja de Islamabad –donde se refugiaban militantes islámicos que desafiaban al presidente Musarraf– puso en el primer plano la violenta crisis del régimen político pakistaní.


Pakistán –una de las principales potencias del subcontinente indio, con capacidad nuclear– está sufriendo las consecuencias del fracaso del imperialismo norteamericano y de la OTAN para ‘pacificar’ al vecino Afganistán. A pesar del reforzamiento de las tropas de ocupación, los talibanes resurgieron y extendieron su influencia –casi un verdadero gobierno– en amplias zonas del sur y del este del país (en la frontera con Pakistán). El gobierno títere de Hamid Karzai no tiene poder más allá de los límites de la capital. Los masivos bombardeos de los aliados a la población civil –con decenas de víctimas en cada ataque– han alienado a la población con los ocupantes.


Los poderosos servicios de inteligencia de Pakistán tienen, desde hace muchos años, una estrecha relación con los talibanes y otros grupos islámicos; son, en realidad, sus verdaderos creadores. Los han utilizado para mantener a Afganistán bajo su ‘influencia’ y, también, para actuar en la zona de Cachemira (que Pakistán disputa con la India).


Luego del 11 de septiembre, el imperialismo amenazó al gobierno pakistaní con “bombardear el país hasta llevarlo a la edad de piedra” si no se sumaba a la “guerra contra el terrorismo”. Musarraf se alineó con los yanquis… pero los servicios de inteligencia –y en particular los elementos islámicos que se encuentran en su dirección– continuaron colaborando con las milicias islámicas de Pakistán y Afganistán.


Con el ascenso de los talibanes en Afganistán, los grupos islámicos comenzaron a levantar cabeza en Pakistán. “En los últimos seis meses, los estudiantes islámicos en la capital han intentado imponer por la fuerza la ley de la sharia (ley religiosa islámica) atacando locales de música y de ropa y otros símbolos de secularismo” (The Independent, 12/7). El gobierno de Musarraf asistió impávido a esta ofensiva.


Musarraf, un general que llegó al poder mediante un golpe de Estado en 1999, “enfrenta una doble oposición” (El País, 11/7): por un lado, los islámicos; por el otro, un fuerte movimiento secular en favor de la convocatoria a elecciones. El juez Iftikhar Chaudhry, despedido por investigar las atrocidades cometidas por el gobierno en Baluchistán, se convirtió de la noche a la mañana en un “héroe popular” de la “oposición democrática” (The Independent, 12/7).


Frente al ascenso de los islámicos y de la “oposición democrática” (burguesa), han comenzado a surgir los rumores de un golpe de Estado militar contra Musarraf.


La “guerra contra el terrorismo” sigue provocando crisis políticas y crisis de régimen entre sus propios impulsores. El pakistaní Musarraf se sumará pronto a la cuadrilla que ya integran Aznar y Blair.