La “hoja de ruta” de Sharon

A dos semanas de su anuncio formal, después de la asunción del pro-norteamericano Abu Mazen como primer ministro palestino, la “hoja de ruta” hacia un “proceso de paz en Medio Oriente” anunciada por Bush aún no se ha puesto en funcionamiento.


Las “medidas de buena voluntad” anunciadas por Israel se devaluaron rápidamente. “Las autoridades israelíes habían anunciado la liberación del cerco sobre las ciudades de Cisjordania y Gaza, la liberación de cientos de presos palestinos y el permiso a los trabajadores (palestinos) de volver a entrar a Israel” (El País, 12/5). Nada de esto ocurrió. “Por el contrario, el cerco sobre la sede de la presidencia palestina se reforzó; el paso de Kalandia, el único puente entre Jerusalén y Ramallah, quedó cerrado por horas mientras las tropas actuaban una vez más en Yenin y Kalkiliya; para terminar, el número de presos liberados quedaba reducido exactamente a 61, sobre un censo de cerca de 6.000 (detenidos sin cargo, proceso ni condena)” (ídem).


En un hecho de enorme significación, Israel aún no declaró su aceptación oficial de la “hoja de ruta”. Es lógico, entonces, que durante su gira por Medio Oriente, el canciller norteamericano Powell encontrara un “marcado escepticismo” de los dirigentes árabes respecto de las posibilidades de la “hoja de ruta” (Le Monde, 13/5).


Algunos importantes funcionarios de la seguridad israelí, como Efraín Halevy, ex jefe del Mosad (servicio secreto), minimizan el hecho de que Israel no acepte formalmente la “hoja de ruta”: “Lo importante – dice – no es la ‘hoja de ruta’ (sino) que palestinos e israelíes hablemos directamente” (El País, 14/5). ¿Cuál es la agenda? El compromiso, práctico y efectivo, de la dirección palestina en lo que Sharon definió como “una verdadera guerra contra el terrorismo”.


Desde que asumió como primer ministro palestino, Abu Mazen viene desarrollando intensas negociaciones con las direcciones de Hamas y la Yihad Islámica para obtener un “cese del fuego” o una “tregua” que le permita entablar negociaciones con los sionistas. Pero el gobierno israelí rechaza abiertamente cualquier “tregua” y le exige a Abu Mazen “una acción contundente, de tipo militar, para arrancar de cuajo las raíces del terrorismo” (El País, 12/5). En pocas palabras, la guerra civil palestina.


Aplastado el levantamiento palestino, Israel podrá poner en práctica lo que Sharon, en conversaciones con el ex primer ministro italiano D’Alema, definió como “la más apropiada solución al conflicto: el modelo de los bantustanes” ( Haaretz, 13/5). Es decir, territorios separados, desmilitarizados, rodeados por las fuerzas de ocupación y las colonias sionistas, similares a los que los racistas blancos sudafricanos pusieron en pie a comienzos de los ‘60 para perpetuar el régimen del apartheid.