La Italia de los banqueros en crisis por una candidatura trotskista


Nada podría haber puesto tan en claro la enormidad de la impasse de la burguesía italiana que la campaña macartista lanzada contra la candidatura de Marco Ferrando, caudillo político de Asociazione Marxista Rivoluzionaria Progetto Comunista (miembro de la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional, en la cual milita el Partido Obrero).


 


Ferrando había sido nominado al primer lugar de la lista al Senado por la región de Abruzzo, por parte del partido de la Rifondazione Comunista, para las elecciones que tendrán lugar el próximo 9 de abril. La cancelación de la candidatura de Ferrando la han pedido, en los últimos días, la casi totalidad de los políticos capitalistas y de los diarios, desde el proto-fascista Berlusconi, el primer ministro de Italia; el canciller Gianfranco Fini, del partido fascista Alianza Nazionale; Romano Prodi, ex primer ministro y ex presidente de la Comisión de la Unión Europea; Máximo D’Alema, ex stalinista, ex primer ministro y uno de los jefes del partido Democracia de Sinistra; hasta diarios ‘honorables’ como el Corriére della Sera y muchos otros de ‘prestigio’ inferior. En un hecho sin precedentes en la historia de la izquierda de todo el mundo, Fausto Bertinotti y el secretariado de Rifondazione Comunista decidieron capitular ante estas presiones y anular la candidatura de Ferrando. Han cedido en la nominación de sus representantes a las pretensiones de las fuerzas hostiles a la izquierda italiana. En un hecho que agrava todavía más este atropello, el secretariado de Rifondazione pasó por encima del Comité Político Nacional del partido, a quien corresponde por estatuto la designación de los candidatos, para evitar el debate político de la medida.


 


Marco Ferrando había obtenido la candidatura como consecuencia de la decisión de la mayoría de Rifondazione de otorgar la posibilidad de una representación parlamentaria a sus fracciones internas minoritarias. El cambio de la modalidad obedeció a diversas razones, pero la principal es, sin duda, la circunstancia de que en el último congreso la mayoría que encabeza Bertinotti se redujo al 59% de los delegados y el conjunto de las minorías al 41% (el 8% para AMR Progetto Comunista). Otra explicación es, asimismo, que una reciente modificación del régimen electoral permitirá un gran acrecentamiento de la representación parlamentaria de Rifondazione, algo que la mayoría no podía ya monopolizar sin provocar crisis internas. Para hacer más difícil este monopolio se agregó el hecho de que Bertinotti había ofrecido candidaturas a extrapartidarios que actúan en los movimientos antiglobalización. La generosidad de la mayoría tenía, de todos modos, un límite, porque sólo ofrecía un espacio del 15% de candidaturas a fracciones que reúnen casi tres veces más que eso dentro del partido. Aunque Rifondazione Comunista se presenta en forma independiente a las elecciones, ella integra la coalición capitalista llamada Unione, que cuenta hoy con el apoyo macizo de la gran burguesía italiana (la consultora Moody’s acaba de informar que la inmensa mayoría de los empresarios declaró su apoyo a la Unione). Las candidaturas de las fracciones minoritarias equivalen a un reconocimiento de su derecho de fracción al plano parlamentario, o sea a votar en el parlamento en conformidad con sus planteos, al menos en los puntos estratégicos o de principios. Es muy claro que no tiene sentido habilitar la representación parlamentaria de las minorías internas para lograr de ellas que hagan en el parlamento lo que nunca hicieron fuera de él —votar contra sus programas.


 


Toda esta amplitud metodológica de la mayoría de Rifondazione se vino abajo cuando la burguesía italiana conminó a Fausto Bertinotti a anular la candidatura de Ferrando. El procedimiento empleado para conseguir este propósito es un verdadero manual de macartismo ‘democrático’, aunque es obvio que el macartismo, o sea la represión selectiva y constitucional, es propio de las ‘democracias’.


 


La campaña la empezó una revista, Libero, con citas de escritos de Ferrando sobre el carácter “histórico artificial” del Estado de Israel, que datan de varios años, en los cuales refuta también que el sionismo sea la expresión de “un movimiento nacional del pueblo hebreo”. Con la ‘habilidad’ de la inquisición (o, mejor, de los servicios), el periodista advierte: “En la Unione hay quien quiere destruir a Israel” (Corriére, 11/2). El diario Il Corriére della Sera, el principal vocero del capitalismo italiano, aprovecha para publicar un editorial en el que da cuenta de la “reacción indignada” de Fausto Bertinotti ante las posiciones de Ferrando, para concluir: “(Es) un primer paso para afirmar la necesidad de que en el Parlamento italiano no circulen expresiones que se asemejan a las de los teóricos de Hamas”. Con esto estaba dada la orden a Bertinotti para que expulse a Ferrando, sin importar, uno, que Ferrando es contrario al islamismo reaccionario de Hamas; dos, que Bertinotti conoce las posiciones de Ferrando desde hace más de dos décadas (de modo que su indignación es un ‘show’; tres, que los Berlusconi del mundo se aprestan a negociar con Hamas (como lo vienen haciendo desde hace mucho) ahora que ganó las elecciones legislativas de la Autoridad Palestina.


 


¿En qué sentido esta campaña expresa la crisis política italiana? De un modo muy directo, porque mientras la burguesía italiana le ha asignado a un futuro gobierno de la Unione la función de hacer lo que no pudo Berlusconi, la Unione no logra ‘disciplinarse’ por dentro debido a la presión de las luchas populares. El conflicto por la construcción de un corredor ferroviario con Francia, en el norte de Italia, ha provocado un piquete de las proporciones del de Gualeguaychú, que no han podido desarmar ni el presidente de la república, Ciampi, ni Prodi, ni los ex ‘comunistas’ de la ‘democrazia de sinistra’. La impotencia de la dirección de la Unione para imponer su autoridad en problemas como este ha llevado al Corriére a sentenciar: “Quien sea que venza, la ingobernabilidad está asegurada” (!!) (editorial, 14/2). Los diarios italianos se ‘quejan’ todos los días de las contradicciones de la Unione a la hora de hacer frente a las luchas populares y, ni qué decir, de su incapacidad para frenarlas. Todos los días se escriben editoriales para reclamar orden y disciplina, en especial en el plano ideológico, o sea, de la acción de gobierno, incluido especialmente frente a las guerras y crisis que crea el imperialismo por todo el mundo. Para colmo, los banqueros aliados a la Unione se encuentran incriminados por corrupción y algunos de ellos están presos, no solamente con motivo de un intento de adquirir dos bancos, el BNL y el Antonveneta, sino también por operaciones que comprometen a Telecom, a Fiat y a la Banca Intesa. El ataque a Ferrando es la punta del ovillo para proceder a toda clase de disciplinamientos y represiones que permitan ordenar las filas para desarrollar la política del capital e incluso sacar de las galeras a los capitalistas ladrones.


 


El rescate de la burguesía que se propone la Unione implica precarizar a fondo el trabajo y, por sobre todo, ejecutar un plan de austeridad que permita reducir la descomunal deuda pública italiana, que es de 110.000 millones de euros. Sin este ‘saneamiento’ el Estado italiano no podría financiar la reconversión de la industria italiana en estado de quiebra. Para ejecutar esta tarea, la Unione necesita simultáneamente de los votos de la izquierda y el apoyo de esta izquierda y de los sindicatos a su política. La burguesía imperialista pasó un acuerdo con Bertinotti sobre todo esto, como lo demuestra su apoyo al convenio metalúrgico reciente, que precariza el trabajo, o su respaldo al BBV para comprar el BNL, e incluso a la política internacional, en especial con referencia a una salida negociada con Estados Unidos para Irak. La reconversión del ‘comunista’ Bertinotti a la “no violencia” es un taparrabos para condenar la resistencia a la opresión por parte de los pueblos atacados por el imperialismo, en especial del Medio Oriente.


 


El ataque contra Ferrando subió varios escalones más como consecuencia de entrevistas posteriores que se le hicieron, en las cuales justificó la resistencia contra la ocupación militar en Irak (y repudió el terrorismo contra la población civil). La reacción a los planteos de Ferrando dejó al desnudo a la Unione, la cual salió a defender la ‘misión de paz’ de las tropas italianas en Irak (junto a Bush), cuando al mismo tiempo dice repudiar la ocupación de Irak y, en oposición a Berlusconi, querer el retiro italiano. Bertinotti declaró que las posiciones de Ferrando eran “in-com-pa-ti-bles con el partido”; “se trata, dice, de opciones estratégicas” (Corriére, 14/2). Las contradicciones de Bertinotti rayan en el cinismo, pero por sobre todo delatan su voluntad de capitular ante la extorsión de los aparatos del Estado y de los medios de comunicación para cancelar la candidatura de Ferrando. Porque, ¿cómo se entiende que repudie y rechace la ocupación militar italiana de Irak y pretenda al mismo tiempo negar legitimidad a la resistencia iraquí a esa ocupación? La indignación que Bertinotti exhibe ante Ferrando apenas esconde su propio descenso moral. Al final, apretado por un periodista, que le dice que toda Rifondazione habla de la razón de la resistencia iraquí, Bertinotti responde lastimosamente, afirmando que por tal cosa debe entenderse la lucha de las mujeres y las elecciones que convocan los ocupantes(!!). Es claro de todo este incidente que Bertinotti y la mayoría de Rifondazione son plenamente concientes del trabajo sucio que les exige su decisión de integrar un gobierno imperialista, como será el de la Unione.


 


La lucha de una pequeña pero aguerrida organización trotskista ha puesto al desnudo la realidad del Estado y de los partidos italianos como no lo podría haber conseguido nadie, ni de otro modo. Las posiciones de los revolucionarios fueron discutidas oficialmente en televisión, el lunes 13, en el programa “Matriz”, entre dos ex: el ex fascista Gianfranco Fini, canciller, y el ex ‘comunista’ D’Alema, dos verdaderos expertos en el terrorismo de Estado. Fini le dijo a D’Alema: hay que echar a Ferrando. “Me pregunto quién lo ha mandado” (La Reppublica, 13/2), le contestó D’Alema. Saben que de este modo humillarán sin posibilidad de recuperación a Rifondazione Comunista. Antes, D’Alema había denunciado que usar bombas de fósforo era “incivil”, pero parece que quienes luchan contra los que las tiran serían asesinos. D’Alema, como primer ministro, había llevado a Italia a la guerra de la Otan contra Yugoslavia.


 


¿Ha llegado Italia al punto que un fascista de brazo en alto y antisemita de toda la vida le imponga su política a la izquierda italiana?


 


Por nuestra parte decimos: ¡Bravo compagno Ferrando! ¡Bravo compagne e compagni de la Asociazione Marxista Rivoluzionaria Progetto Comunista. Voi stati faccendo strada.