La izquierda contra la clase obrera

La victoria de la “Concertación” democristiana-socialista  en los comicios presidenciales chilenos, con casi el 60% de los votos, ha servido para que los comentaristas de la burguesía se refieran a un “apoyo popular al modelo chileno”,  algo lógico si se tiene en cuenta que el gobierno “centroizquierdista” chileno aseguró la continuidad del pinochetismo.    


La votación a Eduardo Frei fue precedida por un operativo de liquidación de cualquier expresión política independiente de la clase obrera chilena, a cargo, precisamente, de quienes fueron sus organizaciones históricas: el PS y el PC.  El Partido Socialista, que integra la coalición de gobierno, sometió la postulación de su precandidato a presidente  una “interna” con la Democracia Cristiana. De este modo, el PS se ha convertido en un “ala” del partido de la Iglesia y la gran burguesía chilena, incluso su fracción más agudamente proimperialista, ya que propugna superar a la democracia cristiana en materia de “privatizaciones” y “apertura al mercado de capitales”…


Para postular a su candidato, el Partido Comunista también realizó una “interna” del MIDA (Movimiento de Izquierda Democrática Allendista), la coalición que integra con los restos del MAPU y del MIR. Aunque en la misma resultó victoriosa la dirigente comunista Gladys Marín, el PC resignó esta candidatura … a favor de un sacerdote. El PC “opuso” a la postulación clerical de Frei otra candidatura clerical.  Incluso llamó a votar por el MIDA “para que los jerarcas de la derecha y la Concertación cumplan sus promesas y no sigan engañando al pueblo con programas que luego traicionan” El Siglo, 23/11/93).


Perspectiva


Una buena parte de la derecha pinochetista también votó por la  Concertación, ante la disgregación de sus candidatos. Frei ha quedado erigido, de este modo, en árbitro de un abanico que va desde la derecha que “cortó boleta” a su favor, hasta la izquierda democratizante. Al unificarse tras la candidatura de Frei, los explotadores chilenos no han hecho sino postergar un conjunto de disputas y crisis que, inevitablemente, tendrán que aflorar ahora bajo el nuevo gobierno.  En lo que va de 1993, Chile acumula un déficit de balanza comercial de 700 millones de dólares, como resultado del hundimiento de sus exportaciones bajo el peso de la crisis mundial. Esto ha provocado una devaluación de casi el 5%en el curso de noviembre. Aunque la burguesía exportadora reclama una depreciación aún mayor, las cliques ligadas a los fondos de pensión y a la especulación bursátil han advertido que ello provocaría una fuga de capitales y el fin de Chile como “mercado emergente”. En este cuadro Frei  ya anunciado un aumento de los impuestos al consumo y una enérgica política de “descentralización municipal”, dirigida a librar a las finanzas centrales de los gastos en salud y educación. Pero es en estas áreas (docentes, hospitales) donde vinieron desarrollándose, en los últimos meses, importantes movilizaciones y huelgas salariales.


Partido obrero


La izquierda chilena se presentó a las elecciones como agudamente pro-capitalista. (En su plataforma electoral, el MIDA eludió reivindicar el aumento de salarios, pero sí reivindicó las “legítimas ganancias de las empresas” y de las Administradoras de Fondos de Pensión). Sin alternativas, y sometida a un trabajo de demolición de una conciencia política independiente, la clase obrera careció de representación política.


El PC apenas alcanzó el 5% de los votos, por debajo del 7% de las municipales de 1992 y muy lejos de su caudal histórico. En cambio, la llamada “Nueva Izquierda” (humanistas, ecologistas) sumó más del 6%, a pesar de su condición de variante de la pequeño burguesía proimperialista.


El balance electoral chileno registra la culminación de un prolongado proceso de descomposición política de la izquierda trasandina.  El socialismo y stalinismo chilenos condujeron a la clase obrera a repetidas experiencias de colaboración de clases, la más profunda de las cuales (el allendismo) culminó en la contrarrevolución pinochetista. Luego, impidieron el derrocamiento de Pinochet a manos de las masas y constituyeron una pieza clave de la“institucionalización” dictatorial. Aun para llevar adelante esta política, el PC y el PS debían considerar a la clase obrera como referencia de su acción política, y hasta actuar en nombre de la “estrategia del socialismo”. Pero el presente proceso político revela que la clase obrera ha dejado de ser el punto de referencia de la izquierda. Las direcciones socialistas y comunistas integran el elenco de la pequeño burguesía intelectual ligada a las fundaciones del gobierno y del imperialismo, y las burocracias sindicales que medran como comisionistas de los fondos de pensión.


Para la clase obrera chilena, está agotada la posibilidad de expresarse políticamente por medio de sus organizaciones tradicionales. Ello le plantea la tarea de construir una organización política de los trabajadores, un partido obrero.