La LCR repudia la dictadura del proletariado

Medio siglo despues de que lo hicieron los partidos comunistas

El XV Congreso de la Liga Comunista Revolucionaria (sección francesa del Secretariado Unificado), que acaba de finalizar, adoptó dos resoluciones principales: la formación de una lista común con Lutte Ouvriere para las elecciones regionales y europeas de comienzos del año próximo, y la modificación de sus estatutos para abolir el objetivo estratégico de la dictadura del proletariado. La primera resolución fue aprobada por el 70% de los delegados, y la segunda por mucho más, el 85%.


Los nuevos estatutos de la LCR ponen fin a una anomalía. En sus manifiestos políticos, en sus declaraciones programáticas y en su acción había abandonado hacía mucho tiempo la estrategia del gobierno obrero (dictadura del proletariado). Distintos intentos de remover esta reivindicación programática fracasaron en pasados congresos porque no lograban reunir los dos tercios necesarios para la modificación. Aunque según uno de sus dirigentes, “con la reforma de los estatutos la LCR corona una renovación programática que comenzó inmediatamente después de la caída del Muro de Berlín” (Le Monde, 4/11), este abandono ocurrió veinte años antes, cuando lanzó el planteo de “democracia socialista”. Incluso antes de la década del ’70, la LCR y el SU utilizaban la consigna de gobierno obrero como una consigna democrática, diferente de la dictadura del proletariado.


¿Cuál es el significado de esa “renovación programática”? Una sociedad dividida en clases antagónicas, explotadas y explotadoras, sólo puede funcionar bajo el monopolio de la fuerza por parte de una de esas clases sociales; es decir, bajo la dictadura de esa clase social. La sociedad actual es la dictadura de la burguesía, aun bajo sus formas “democráticas”, pues la burguesía – a través de las instituciones armadas, la justicia, la burocracia civil, es decir el aparato del Estado – conserva el monopolio de la fuerza, de la violencia organizada para proteger la propiedad privada de los medios de producción. Esta dictadura sólo podrá ser reemplazada – en la medida en que existen clases antagónicas – por otra dictadura, la del proletariado, que lleve a los explotados al poder político como primer paso de una completa reorganización social que acabe con la explotación del hombre por el hombre y con el Estado. La dictadura del proletariado es el instrumento de los trabajadores para quebrar la resistencia de los explotadores.


Al renunciar a la dictadura del proletariado, la LCR se declara partidaria de la dictadura de la burguesía, bajo la forma específica de la democracia burguesa. La LCR es perfectamente consciente de que entre la “democracia” (dictadura de la burguesía) y el gobierno obrero (dictadura del proletariado) no puede existir un régimen intermedio. La “democracia sin precedentes” con que la LCR reemplaza a la dictadura del proletariado como su objetivo estratégico no es más que la idealización de la democracia burguesa, es decir de la dictadura de la burguesía.


Es natural que la LCR renuncie al gobierno obrero, porque considera que el período histórico de la revolución socialista abierto en octubre de 1917 se ha cerrado con la caída de la URSS. Para la LCR, el objetivo socialista ha sido liquidado, y por lo tanto no son necesarios ni el gobierno obrero ni, tampoco, un partido de la revolución socialista. El último Congreso del Secretariado Unificado, al que pertenece la LCR, planteó la formación de “una nueva Internacional, que ya no será el partido de la revolución socialista mundial”. Este es el contenido del llamado, votado en el Congreso de la LCR, a un “nuevo partido anticapitalista”: un partido que no luche por la revolución social ni el gobierno obrero sino por la “ampliación de los derechos democráticos”.


Lo curioso no es que la LCR haya abandonado la reivindicación estratégica del gobierno obrero, sino que ha elegido para hacerlo el momento en que anuncia la formación de una lista común con Lutte Ouvriere que se sitúa en la extrema izquierda del espectro político francés.


No se trata de una “contradicción”, sin embargo, porque tampoco LO se destaca por la propaganda o la defensa de esta reivindicación histórica, cuyos jalones son el Manifiesto Comunista de 1848, la Comuna de París de 1871, la Internacional Comunista de 1918 y la IV Internacional de 1938.


Con el abandono de esta reivindicación, la LCR abandona un planteo de poder independiente de la clase obrera. No es entonces sorprendente que, desde hace algunos meses, se manifiesta a favor de “gobernar” por medio de ministros propios. Es lo que hace en Brasil, donde un representante del SU ocupa un ministerio en el gobierno capitalista de Lula.