La lucha de clases en Gran Bretaña se pone muy dura

En medio de la seguidilla de huelgas parciales que se vienen sucediendo desde enero (ferroviarios, mineros, choferes de ómnibus, subtes, obreros y empleados de la Ford, etc.), la huelga de la Timex —un pulpo norteamericano de partes electrónicas en Escocia que acaba de ingresar en su 13ª semana de huelga— se ha convertido en un auténtico “test” de la lucha de clases que se desenvuelve en Gran Bretaña.


La huelga comenzó hace más de tres meses cuando la patronal despidió a la totalidad de los obreros, quienes se negaron a aceptar una reducción de salarios y la modificación de las condiciones de trabajo decididos unilateralmente por la patronal.


La huelga, muy combativa, se convirtió rápidamente en una causa célebre en toda Escocia, con marchas multitudinarias, pero por sobre todo por la presencia permanente de centenares de activistas sindicales de distintos gremios en la puerta de la planta para reforzar a los piquetes. Mientras el “Financial Times” afirmaba que no cabía esperar ningún tipo de resurgimiento del “militarismo pre-tatcheriano”, la huelga de la Timex puede ser un “laboratorio” de las tendencias que bullen al interior del movimiento obrero británico: un vuelco hacia los que la burguesía llama “métodos violentos”, es decir, los métodos de la acción directa. Esta es la opinión que tienen, por lo menos, dos burócratas del AEEU, el gremio al cual están afiliados los obreros de la Timex. Su presidente, Bill Jordan, advirtió que “una recuperación económica puede ser acompañada del retorno de disputas industriales de tipo combativo como las de Timex” (Financial Times, 29/4), mientras que un subordinado suyo, un burócrata local no identificado, dijo “temer (!) que (la huelga de  Timex) sea el anuncio de una nueva fase más agresiva” de las luchas obreras (Financial Times, 28/4).


El crecimiento de la combatividad de los trabajadores británicos se verifica en otro hecho notable: los afiliados del normalmente moderado sindicato docente, ATL, acaban de respaldar con el 83% de los votos boicotear los exámenes curriculares que debían comenzar en los próximos días. La ATL es el segundo sindicato docente en sumarse al boicot, pero lo llamativo del espíritu de lucha de los trabajadores es que “la ATL —según su presidente— no es conocida como un sindicato al que lo hace feliz ir a la huelga”, es decir… es un sindicato amarillento. Con los docentes vuelve a reproducirse lo que sucedió en la huelga minera, cuando el “sindicato de mineros democráticos” —un sindicato formado por los trabajadores que no quisieron ir a la huelga grande de 1984/5— votaron abrumadoramente adherir al paro del 2 de abril pasado.


La “belicosidad” de la huelga de la Timex y las perpectivas que se plantean para el conjunto del movimiento obrero han llevado a un sector de la burguesía británica a reclamar al parlamento la sanción de “leyes más severas que pongan a los piquetes de masas fuera de la ley”. Ya hace un mes, el “Financial Times” había reclamado el reforzamiento de la legislación antisindical y antihuelgas. En la misma línea represiva, el gobierno estudia modificar la ley de empleo para prohibir las huelgas que se opongan a los dictados del parlamento —según pudo saberse a partir de la publicación en la prensa de comunicaciones cursadas entre los ministerios de Educación y Trabajo— con el objeto de evitar el boicot declarado por los docentes a los exámenes curriculares— pero que se extendería a otros gremios, como los ferroviarios. El secretario general del NASUWT, el primer sindicato en boicotear los “tests” pronosticó una “rebelión abierta” de los docentes si se modificara la ley de empleo.


Las leyes sindicales que la burguesía hoy cuestiona fueron dictadas por la Thatcher, también en su momento con el objetivo de poner fuera de la ley las “huelgas salvajes”. La Thatcher estableció que para declarar una huelga era necesario el voto secreto en urna de todos los afiliados a un sindicato y prohibió las huelgas de solidaridad. La burguesía reclama ahora, directamente, la ilegalización de las huelgas o, lo que es lo mismo, poner al movimiento obrero fuera de la ley —ya que la huelga es el único derecho que, como clase, tiene el proletariado bajo el capitalismo. Se trata de imponer un completo reordenamiento de sus relaciones con el movimiento obrero… antes de que sea tarde.