La lucha de los inmigrantes en París


París es una gran capital del mundo y la ciudad más visitada por los turistas. Pero esta semana, París fue también la ciudad de la movilización de los inmigrantes africanos que atraviesan el Mediterráneo por decenas de miles. Es una realidad que el gobierno, las instituciones y la burguesía han tratado de esconder y de aislar, y que ahora terminó por estallar a pesar de la represión.


Desde hace muchas semanas, varios centenares de inmigrantes deambulan por la ciudad sin ningún lugar de alojamiento, sin poder hacer trámites, sin alimentación, sin cuidados sanitarios. Se han formado algunos “campamentos”, que los agrupan. El más importante fue el de Porte de la Chapelle, en el norte popular de París. Estos campamentos son una cuestión de supervivencia física; los inmigrantes tienen alguna posibilidad de pedir asilo y permanecer en el país solamente si se agrupan e intervienen ante el poder del Estado.


La policía liquidó el campamento de Porte de la Chapelle “por razones sanitarias”, pero sin ofrecer ninguna alternativa. Los inmigrantes tenían que volver a la calle, pero esta vez volvieron a reunirse en el barrio con el apoyo de militantes de organizaciones de solidaridad y de la izquierda anticapitalista. Un principio de organización se impuso y se logró estructurar un pliego de reivindicaciones, centrado en el alojamiento y el ejercicio del derecho al asilo.


El gobierno, la derecha y los voceros capitalistas en su conjunto no dejan de acusar a la inmigración de todos los males del país y excitan la xenofobia y los prejuicios. Es un rasgo de la situación política en su conjunto. La intervención de la izquierda permite combatir en la calles a la reacción y a la posible pasividad de la población ante la represión.


El pasado jueves 11 se produjo el viraje. Hubo una vez más represión, pero los inmigrantes manifestaron en el barrio, ocuparon un cuartel desafectado de bomberos e impusieron una negociación a los enviados de la municipalidad, que tuvieron que abrir una ventana, lo más estrecha posible, a las reivindicaciones. Este viraje fue posible por la voluntad empecinada de los inmigrantes y también por la intervención de militantes del NPA, anarquistas y solidarios. Gracias a esta fuerza se logró quebrar la oposición de los concejales de izquierda a la movilización. Cabe recordar que París es un municipio dirigido por el Partido Socialista, en una alianza de izquierda, con el Partido Comunista y los ecologistas.


Sin sorpresas, la represión violenta volvió a estar presente en el desalojo del cuartel y un militante del NPA fue seriamente herido en la cabeza y en un ojo.


Las reivindicaciones obtenidas fueron mínimas, pero significativas en relación a la represión gubernamental en curso y los esfuerzos por ignorar a esta población particularmente afectada por la crisis capitalista. Se obtuvieron algunas noches de alojamiento para un centenar de compañero/as en París y el municipio de Nanterre en las afueras se hizo cargo de otros 90. 

L'Humanité, periódico histórico del PC, publicó al día siguiente un artículo contra la movilización, acusando al NPA y a los anarquistas autónomos por la violencia. Este partido no puede soportar ninguna movilización independiente, mucho menos si está dirigida contra sus posiciones en el aparato del Estado y vuelve entonces a su tradición de provocación. 


Una nueva movilización unitaria está llamada para el martes 16 de junio, por las reivindicaciones de los inmigrantes y por una negociación real con el municipio de París.


La lucha de esta semana es un pequeño gran acontecimiento en las calles parisinas, recorridas por centenares de inmigrantes que manifiestan, exigen y ocupan. Frente a la represión y las dificultades materiales de una movilización de estas características, los militantes y las organizaciones de lucha tendrán que redoblar sus esfuerzos unitarios y su inteligencia en la intervención.