La lucha interimperialista ensangrenta a África

En las últimas horas, cientos de miles de refugiados que se encontraban en ‘campos ’en el este de Zaire, han iniciado el retomo a sus aldeas natales en Ruan­da; dos años atrás, los hutus de Ruanda habían huido hacia el Zaire por temor a las represalias que pudiera tomar contra ellos el régimen tutsi recién ascendido.


El retorno de los refugiados hace su­poner que se ha quebrado la fuerza com­batiente del antiguo régimen hutu de Ruanda, que antes de caer derrocado masacró a más de medio millón de tutsis. Esta fuerza, armada y entrenada por Francia, se retiró intacta de Ruanda bajo la protección de una ‘intervención hu­manitaria’ francesa. Instalada en los campos de refugiados del este de Zaire, la milicia hutu impedía por el terror el re­tomo de los refugiados a sus aldeas nata­les.


Según la prensa, el retomo de los refugiados “alteró dramáticamente” (Financial Times, 16/11) las condiciones para una intervención internacional para “resolver los problemas políti­cos por la fuerza” (International Herald Tribune, 8/11). El principal de estos problemas es el peligro de desintegración del Zaire, como consecuencia del levanta­miento popular que debe enfrentar en esa misma región este.


Como consecuencia de las derrotas del ejército zaireano, se plantea una “gue­rra de secesión” (Suddesutsche  Zeitung, reproducido por La Nación, 11/11). Distintas informaciones dan cuenta de que las provincias de Shaba (rica en co­bre) y de Kazai (rica en diamantes) decla­rarían su propia independencia del Zaire; ya en el pasado, ambas provincias sostu­vieron guerras secesionistas con el go­bierno zaireano. Para el Financial Times (7/11), la perspectiva de una desintegra­ción de Zaire “se ha vuelto increíble­mente real”. “El vacío de poder en Zaire” (Le Monde, 3/11) ha llevado a que se multipliquen los rumores de un golpe militar: pero el ejército está profunda­mente dividido y existe “una batalla por la supremacía entre (distintas) fracciones del ejército” (Financial Ti­mes, 7/11). La tendencia a la desintegra­ción de Zaire está expresando también el completo derrumbe económico del país: entre 1990 y 1995, el producto bruto in­terno del Zaire se ha reducido casi a la mitad.


En este punto, chocan abiertamente los intereses de las distintas potencias imperialistas. Francia, hostil al nuevo régimen de Ruanda, pretende montar una rápida intervención militar de salvataje del moribundo régimen zaireano. Es­tados Unidos, mientras tanto, que sostie­ne firmemente al régimen de Ruanda, es acusado por Francia de ‘intentar deses­tabilizar a los países francófonos’ (Página 112,14/11). Más aún, Zaire Watch -una organización de derechos huma­nos opuesta al régimen de Mobutu- llega a sostener que “los Estados Unidos ven una oportunidad en el colapso del Zaire”.


En su lucha por la apropiación de nuevas ‘áreas de influencia’, las gran­des potencias imperialistas están promo­viendo una nueva masacre de los pueblos.


Varios observadores reconocen que los pueblos hoy enfrentados vivieron en una relativa paz hasta hace pocos años: los enfrentamientos ‘tribales’ o ‘étni­cos’ no son, en consecuencia, la causa principal del terrible sufrimiento a que están siendo sometidas las masas de África. No es el ‘pasado’ sino el ‘presente’ lo que las está sometiendo a torturas indeci­bles: la lucha de las grandes potencias capitalistas por ‘redistribuirse’ los ri­quísimos recursos del África, en el cuadro de una crisis mundial que ha declarado ‘eximentes’ al continente y a sus dece­nas de millones de explotados.


El Zaire no sólo es uno de los más grandes y ricos estados africanos; es, también, uno de los países donde la movilización de las masas, abajo las banderas nacionalistas, alcanzó una mayor dimen­sión en la década del 60, con la dirección de Patrice Lumumba.