La militarización de Irak no funciona

A un mes de la caída de Bagdad, la “reconstrucción” se encuentra empantanada, Irak vive en un limbo político y jurídico, y parece encaminarse a la “anarquía” (Financial Times, 14/5).


Irak no tiene un status internacional reconocido ni, tampoco, un gobierno de ocupación con responsables públicamente conocidos (excepto, y no casualmente, en el Ministerio del Petróleo). Tampoco se registra ningún avance hacia la formación de un “gobierno interino iraquí” porque “en Washington no hay ningún acuerdo acerca de quién debe encabezar la transición” (Financial Times, 13/5).


La seguridad está lejos de haberse restablecido. A pesar de la presencia de 100.000 soldados de ocupación, las calles son dominadas por bandas armadas que saquean y siembran el terror entre la población. La situación sanitaria es grave: Médicos sin Fronteras denuncia que la desesperante desorganización hospitalaria es agravada por las autoridades, que les impiden trabajar; en Basora, se teme un brote de cólera. Los servicios básicos esenciales – cuya puesta en marcha fue confiada a los ingenieros del ejército ocupante – no han sido restablecidos más que en una mínima medida.


Existe un “vacío de poder” (Le Monde, 14/5), en el que coexisten las tropas de ocupación, la autoridad de los clérigos shiítas, las bandas callejeras y los comités locales (armados) encargados del abastecimiento y la seguridad, establecidos bajo la autoridad política de las mezquitas. “En medio de un desorden creciente, Estados Unidos está recurriendo a la cooptación de los jeques tribales para controlar a las poblaciones locales” (El País, 6/5).


A su manera, el propio gobierno norteamericano reconoció que, por el momento, la “reconstrucción” de Irak es un fracaso: despidió al general Jay Garner (a cargo de la “reconstrucción” desde antes de la caída de Saddam) y a todo su equipo, en particular a los responsables de Bagdad y el área central del país. En su reemplazo designó un nuevo equipo, encabezado por el embajador Paul Bremer. Su currículum es todo un programa de gobierno: Bremer es, desde hace 23 años, el principal experto en “antiterrorismo” del Partido Republicano; ya había cumplido esas funciones con Reagan y Bush padre.


El primer decreto de Bremer autoriza a los soldados norteamericanos a disparar contra los “sospechosos” de saqueos. Los “marines” tienen ahora piedra libre para disparar indiscriminadamente contra la población civil que protesta por la falta de seguridad, de agua, de energía eléctrica, de alimentos y de trabajo, o que manifiesta contra la presencia de las tropas imperialistas en Irak.


Esta y otras medidas hasta ahora secretas, forman parte del “nuevo y severo esquema de seguridad” que, según el Financial Times (14/5), Bush ordenó a Bremer para “evitar que la victoria se transforme en anarquía”.