La movilización quiebra la represión de Piñera

El rechazo de las federaciones universitarias a la propuesta educativa presentada por Piñera fue el preludio de una nueva movilización multitudinaria del movimiento estudiantil chileno. “El gobierno quiere seguir potenciando el endeudamiento y no terminar de lleno con una de nuestras principales peticiones que es terminar con el endeudamiento de nuestras familias”, declaró el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción (FEC).

La Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC) y la de la Universidad de Santiago de Chile (Feusach) también rechazaron las proposiciones del gobierno. La FEUC, en su instancia máxima, lo hizo por 21 votos en contra, 4 a favor y 5 abstenciones.

La vocera de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces), Laura Ortiz, que se ha negado a dialogar con las autoridades, señaló que rechazan el documento porque “no se responde a ninguna de las demandas del sector secundario y se habla de desmunicipalización parcial cuando la exigencia estudiantil es la estatización de la educación”.

Los intentos del gobierno de Piñera de frenar la movilización a través de acuerdos con la Concertación chocaron de lleno contra el reclamo innegociable de la juventud. La lucha por la educación estatal, pública y gratuita ya enfrentó en su momento al gobierno ‘socialista’ de Bachelet.

Para enfrentar la decisión de las federaciones, Piñera recurrió a la prohibición de las movilizaciones y las concentraciones (en Chile, el derecho constitucional a reunión de los manifestantes está sujeto a una solicitud al Poder Ejecutivo, que además determina el lugar en que se ejerce el derecho). En la mañana del jueves 4, a pesar de la prohibición, miles de estudiantes chilenos se concentraron en las principales calles de Santiago, con la intención de tomar la principal arteria vial de Santiago, la avenida conocida como la Alameda. La salvaje respuesta represiva del gobierno demostró que la reivindicación mínima del estudiantado es incompatible con el régimen educacional, uno de los pilares del pinochetismo cultural que sigue vigente en Chile. La represión dejó un saldo de 874 detenidos y decenas de heridos.

Durante la noche, decenas de “cacerolazos” se hicieron sentir en diferentes comunas de Santiago y en regiones del interior de Chile, para repudiar la represión y apoyar al reclamo estudiantil. Luego de la represión, la Confech puso al gobierno un plazo de seis días para responder las demandas del movimiento estudiantil. La gestión de Piñera bajó al 26% de la aprobación ciudadana, y la desaprobación llegó al 53%. Para un 45%, la calidad de la educación se ha mantenido, pero hay un enfático 80% contra “el lucro” (enseñanza privada y arancelamiento).

El imponente apoyo popular a los estudiantes obligó a Piñera a dar marcha atrás con la prohibición de las movilizaciones y permitir la del 9 de agosto, que reunió a más de 100 mil personas en Santiago, y contó con la adhesiones de la CUT, los mineros y los mapuches, entre otros sectores. También hubo manifestaciones solidarias en otros países, como Argentina, protagonizadas por las federaciones y centros estudiantiles.

Plebiscito

Un sector del movimiento estudiantil ha comenzado a reclamar, frente a la extensión del conflicto, la realización de un referéndum para resolver la modificación del sistema educativo. Camila Vallejo, presidenta de la Federación de Estudiantes de Chile, explicó que la propuesta consiste en “convocar a un plebiscito para que sea la ciudadanía en su conjunto la que decida cuál tiene que ser el futuro de la educación en nuestro país”. Sin embargo, la Constitución chilena no permite este tipo de mecanismos institucionales, por lo que primero debería lograrse la posibilidad de realizar el plebiscito mismo, o sea una Asamblea Constituyente. Los planteos plebiscitarios corren el riesgo de ser utilizados como excusa para des-movilizar, pero dejan en claro que en Chile se va desarrollando una crisis política y la abreviación del mandato de la derecha. Precisamente, la propuesta de un plebiscito tuvo eco en la Concertación -en particular, el Partido Socialista.

Los cimientos removidos por la lucha estudiantil no volverán a su lugar.