La onda devaluatoria

Como es ampliamente conocido,  una ola de devaluaciones sacudió a las monedas europeas a partir de setiembre del año pasado. Pero ahora la tendencia devaluatoria ha escapado a los marcos europeos. Acaba de devaluarse, por ejemplo, el peso filipino “a pesar de que los datos fundamentales de la economía (lo) favorecen” (Financial Times, 30/9). Simultáneamente, el dólar australiano “está bajo fuerte presión devaluatoria” (ídem). Estas informaciones son significativas porque tanto Filipinas como Australia, y antes Europa, siguieron la política “cavalliana” de paridad cambiaria “estable”.


En la misma dirección, otro dato relevante es el anuncio de la próxima devaluación —nada menos que del orden del 50%— del “franco CFA”, la moneda de las ex colonias africanas de Francia. El “franco CFA”  fue creado a fines de la guerra mundial y, desde entonces, jamás había sido devaluado. China también se encuentra bajo presión para devaluar el yuan.


¿Las devaluaciones en el Pacífico Sur y en Africa son un síntoma de una nueva ola devaluatoria mundial, como la corona finlandesa, en octubre de 1991, fue el síntoma de las devaluaciones europeas de 1992?


La nueva ola devaluatoria mundial retrata el fracaso de las “políticas antiinflacionarias” para sacar a la economía mundial de la recesión. Los gobiernos se desesperan ahora para provocar una tendencia inflacionaria, que contrarreste la caída de precios y de beneficios en todo el mundo. Los déficits públicos y la emisión de moneda están cobrando un carácter descontrolado en todo el mundo. (En Argentina, la creación oficial de moneda es del 100% anual).


La ola devaluatoria pretende reactivar la demanda y evitar el “calvario” de la deflación. En los llamados de Curia, Alsogaray y Juan Alemann a “abandonar la convertibilidad”, está presente esta tendencia del capital mundial.