La pandemia en Brasil, fuera de control

desde Rio Grande do Sul

El viernes 8, Brasil alcanzó un nuevo record diario de muertes debido al coronavirus, con 751 decesos, además de 10 mil nuevos casos. De este modo, el país supera ya los 10 mil fallecidos y los 150 mil infectados.


En medio de una situación que bordea el colapso, el presidente Jair Bolsonaro convocó a un asado masivo para 1.300 personas en la capital, mostrando su desprecio por las medidas de aislamiento social. A su vez, decretó que la industria y la construcción civil son actividades esenciales, con el propósito de eximirlas de las cuarentenas parciales que rigen en algunos estados.


En momentos de un fuerte debilitamiento político, donde está planteada la posibilidad de su caída, Bolsonaro procura con estas medidas ganar el apoyo de la burguesía, malhumorada por el cuadro de derrumbe económico. En el mismo sentido, acompañó a empresarios a una reunión con un miembro del Supremo Tribunal Federal (la corte brasileña), en la que expresó su rechazo a las medidas de cuarentena.


Muchos gobernadores han pretendido actuar como contrapunto de Bolsonaro (Rio y San Pablo son los casos más resonantes), pero impusieron cuarentenas completamente limitadas, que fueron flexibilizando al calor de las presiones empresarias.


El presidente de la Confederación Nacional de Salud de Brasil, Bruno Monteiro, afirma que el sistema de salud -incluyendo la actividad privada- de seis estados está colapsado (Amazonas, Pará, Ceará, Pernambuco, Maranhao y Rio de Janeiro). Uno de los escenarios más dramáticos del coronavirus se vive hoy en el estado de Amazonas. En el cementerio de Manaos directamente se han cavado fosas comunes.


Mientras tanto, en el estado sureño de Rio Grande do Sul, poco después del levantamiento virtual de la cuarentena a raíz de un decreto del gobernador Eduardo Leite (PSDB), el sistema sanitario está al borde del colapso. En la mayoría de las ciudades del estado, la ocupación de camas destinadas a pacientes con el Covid-19 ya superó el 90% de su totalidad y en algunos casos como Tramandai o Torres se ha desbordado completamente su capacidad.


Los empresarios buscan descargar la crisis sobre las espaldas de la población. Las patronales del transporte de Porto Alegre (la capital gausha) han decidido pagar el salario en dos veces, justificando su accionar en que la actividad ha caído un 70%. El sindicato se ha limitado a emitir un comunicado de rechazo en el cual no nombra ninguna medida de fuerza a adoptar. El PT, que gobierna varias ciudades del sur, sostiene una línea de adaptación a Leite y ha aplicado las mismas medidas de flexibilización de la cuarentena.


En el escenario crítico que vive Brasil, está completamente ausente un planteo de lucha por parte de la CUT y las centrales sindicales. Es necesario organizarse por la prohibición de despidos y suspensiones, contra la rebaja salarial, por la centralización del sistema de salud y el no pago de la deuda externa. Debemos poner en pie comités de seguridad e higiene en cada lugar de trabajo. Todo ello, en la perspectiva de echar a Bolsonaro-Mourao y todo el régimen corrupto, y abrir paso a una asamblea constituyente libre y soberana que reorganice el país sobre nuevas bases sociales.