Internacionales
17/10/2002|776
La penetración petrolera yanqui en Rusia
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“Histórica”. Así fue calificada en forma unánime la “cumbre petrolera ruso-norteamericana” que tuvo lugar en Houston en los primeros días de octubre y que estableció una “asociación” entre los dos países en materia de explotación petrolera y gasífera.
La declaración común establece como objetivos de esta “asociación” la “mejora en la seguridad del aprovisionamiento, de las inversiones y en el desarrollo de las empresas, y una disminución en la volatilidad de los precios” (Le Monde, 6/10). Los resultados prácticos serán el aumento de las exportaciones del crudo ruso a Estados Unidos (ya representan el 20% de las importaciones norteamericanas), el aumento de las inversiones de los grandes grupos norteamericanos en la industria petrolera y gasífera rusa, y el establecimiento de acuerdos de reparto de la producción, como el que ya estableció ExxonMobil para la explotación gasífera en los yacimientos Sajalin-1, en el extremo oriental de Rusia.
Las necesidades de inversión de la industria petrolera rusa son inmensas – por lo menos mil millones de dólares al año para mantener la producción en los niveles actuales; mucho más todavía para ampliar la producción – . “Fuera de Total-Fina-Elf, British Petroleum y Shell, sólo los mastodontes norteamericanos ExxonMobil y Chevron están en condiciones de enfrentar este desafío” (ídem).
“Aquí reside nuestro porvenir”, concluyó lleno de optimismo por los beneficios en puerta el secretario de Comercio de los Estados Unidos (ídem). Pero allí también reside la llave del voto de Rusia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para darle “luz verde” a la invasión a Irak.
La “asociación petrolera” forma parte de una negociación de conjunto de Rusia con el imperialismo, en la cual “Moscú quiere preservar los intereses económicos rusos en Irak” y, en particular, sus intereses petroleros. Las empresas rusas obtuvieron importantes contratos en Irak; el último fue firmado hace apenas unas semanas por un volumen de 40.000 millones de dólares; según algunos estudios, “las tasas plausibles de ganancia son del orden del 20%” (La Nación, 13/10). Las empresas rusas reclaman que esos contratos sean respetados si Estados Unidos derroca a Saddam; pero los norteamericanos ya adelantaron que no reconocerán ninguno de los contratos firmados por el actual gobierno. “Las conversaciones diplomáticas están concentradas en la compensación a Rusia por sus potenciales pérdidas” (Financial Times, 1/10).
“Tenemos proyectos petroleros muy grandes en Irak”, reconoce el ministro ruso de Energía… para exigir una “compensación” por las pérdidas que sufrirán por la caída de Saddam. “Numerosos responsables rusos hablan de los ‘dividendos esperados’ como contrapartida de la nueva colaboración con Washington (…) Colin Powell, haciéndose eco de estas preocupaciones, declaró en Washington que mantenía ‘conversaciones con nuestros amigos rusos acerca de las implicaciones económicas y de seguridad regional de una intervención armada en Irak’…” (ídem). Tony Blair, con un pie en el avión que lo llevaría a Moscú, fue muy claro: “Hay intereses muy legítimos que tiene Rusia como consecuencia de sus importantes contratos con Irak. Esos son intereses legítimos y ellos quieren saber si nosotros somos sensibles a ellos. Lo somos (…) somos sensibles a las preocupaciones de Rusia acerca de la preservación de sus negocios petroleros en Irak (…) Cómo lo manejaremos es una cosa que quiero discutir con Putin” (Financial Times, 11/10). ¡Qué tal!
Las discusiones parecen haber avanzado porque inmediatamente, al término de su reunión con Blair en Moscú, “Putin dio la más fuerte indicación de su disposición a acercarse a las posiciones de Estados Unidos sobre Irak, cuando declaró que debe haber una posición unánime en el Consejo de Seguridad sobre las armas de destrucción masiva de Irak” (ídem).
Un corresponsal en Moscú sostiene que, entre los gobernantes rusos, el “abandono” de Irak por Rusia se da como un hecho consumado. Una diputada rusa afirmó que “Rusia debe elegir sus prioridades. Una degradación de las relaciones con Estados Unidos no respondería a sus intereses nacionales”. Otro afirmó que “habrá una guerra y no sólo por el petróleo, sino porque el mundo musulmán representa un peligro no sólo para Estados Unidos sino también para las regiones del sur de Rusia. Irak debe saber que ya no somos la Unión Soviética. Rusia ha comenzado a marchar hacia Occidente” (ídem).
Sus “intereses nacionales”, es decir los intereses de las camarillas burocráticas que han monopolizado las industrias del gas y del petróleo, llevan a Rusia a participar en la masacre del pueblo iraquí.