La quiebra de United Airlines, un ataque contra los trabajadores

La mayor bancarrota en la historia de la aviación norteamericana, la de United Airlines (UAL), fue anunciada oficialmente en Chicago en los últimos días; su desencadenante fue el rechazo del gobierno federal a avalar la mayor parte de un préstamo de 2 mil millones de dólares para las operaciones de la empresa.


El anuncio y la presentación de la UAL para solicitar el llamado “Capítulo 11” (similar a una convocatoria de acreedores) es, ante todo, un ataque a sus propios trabajadores y, a la vez, una enorme expropiación. Anula de un plumazo el valor de todas sus acciones, el 55% de las cuales están en manos de sus empleados, que durante años aceptaron el congelamiento salarial a cambio del derecho a comprar acciones. Durante los últimos dos meses, la amenaza de bancarrota fue usada como un chantaje para que los trabajadores aceptaran rebajas en sus salarios de entre 10/15%. Y ahora la bancarrota en sí le dará más armas para arrancar aun más concesiones, un camino que pronto seguirán otras líneas aéreas como American.


Las burocracias de los distintos gremios aeronáuticos aceptaron que el 20% de los 100.000 empleados de United perdieran sus puestos en los últimos 12 meses para “rebajar costos”; las de los pilotos y azafatas aceptaron rebajas voluntarias de salarios por un plazo de cinco años. Pero la base de los maquinistas afiliados a la IAM (Asociación Internacional de Maquinistas) dio una sorpresa a la burocracia, a la patronal, y al propio régimen de Bush, cuando el 28/11 no sólo votó en contra de la propuesta de rebaja salarial por un monto de 1,5 mil millones de dólares, sino que además se movilizó para llenar la sede del gremio de huevazos ante lo que consideraban entreguismo.


Ahora, con la “protección” del Capítulo 11, la empresa reclamó la derogación de los convenios colectivos. Bajo esta amenaza, el gremio de los pilotos aceptó un recorte anual del 29% de los salarios, y el de las azafatas y personal de cabina un 9%; el gremio de los maquinistas, bajo la presión de su base, rechazó una rebaja del 13%.


Como lo demuestra la línea aérea Continental, que ha venido funcionando normalmente durante años, la bancarrota no significa que la compañía deje de operar, sino que la patronal tiene un cheque en blanco para recortar puestos y salarios y vaciar la empresa. Otras patronales aprovecharon el cuadro de situación para rebajar los salarios de sus propios trabajadores: American Airlines acaba de advertirles que en el 2003 no habrá aumentos de salarios.