La rebelión indonesia es sólo la punta del témpano

La crisis recién comienza, cuando “el derrumbe asiático está ya en el orden del de los EE.UU. durante la Gran Depresión”

La rebelión de las masas de Indonesia ha alcanzado la altura de una insurrección popular. Suharto, ‘re-reelegido’ por séptima vez en marzo pasado, ha terminado ‘pudriendo’ la situación, como ha sido la ‘norma’ con otros grandes ‘próceres’ de la contrarrevolución (el Sha en Irán, Somoza en Nicaragua, Marcos en Filipinas).


El régimen de Suharto no sólo es un régimen de camarillas: la gran burguesía de Indonesia se ha estructurado en tomo a las ‘familias’ que lo con­trolan. El imperialismo se ve obligado a discutir ahora un recambio ‘en caliente’. Sería ‘injusto’ achacarle al ‘verdugo’ todas las ‘culpas ’: el detonante de la última ola de movilizaciones fueron las medidas dictadas a Suharto por el FMX y el Banco Mundial que elevaron los precios de los combus­tibles, el transporte y la electricidad. Hasta Amnesty International “acusa a las potencias de la crisis” (La Nación, 16/5).


Suharto y su camarilla, aferrados al poder como vulgares ‘menemistas’, dieron ahora mar­cha atrás con los aumentos que desataron la ira popular y han comenzado a ‘echar lastre’ con ‘promesas ’ de ‘reformas ’. El régimen de Suhar­to, sin embargo, está en minas. El centro del poder vuelve a encontrarse en la misma institu­ción que parió al régimen: las FF.AA. Pero nada indica que éstas puedan actuar como 32 años atrás, más bien se teme su división.


Casi un mes atrás, The Economist, advertía que “las demostraciones están sorprendiendo mucho por su persistencia y vigor” (25/4). Hasta entonces el gobierno había enfrentado las movilizaciones estudiantiles con medidas de ‘contención’. El 18 de abril “miembros del gobierno y dirigentes del Ejército” se reunie­ron con “250 estudiantes y universitarios, para discutir con Siti Hardiyanti Rukmana, hijo mayor del presidente y ministro de Asun­tos Sociales, y el general Wiranto, comandan­te en jefe de las fuerzas armadas y ministro de Defensa”, sin “haber obtenido aparentemente ningún resultado” (Le Monde, 26/4). “Los es­tudiantes más contestatarios, de la Universi­dad de Indonesia (Jakarta), de la Universidad Gadjah-Mada (Yogyakarta) y del Instituto


Tecnológico (Bandoung) no enviaron repre­sentantes” (ídem). “El carácter ‘artificial’ de ese diálogo con las autoridades”, según Le Monde, ratificaba la opinión de los observadores de que “el lenguaje de los estudiantes se ha endurecido” (ídem).


Pero mientras el ejército posaba de negocia­dor, “Amnesty International ha denunciado recientemente 140 detenciones desde el inicio del año” (ídem); entre “los varios cientos de estudiantes y otros activistas detenidos este año —decía The Economist, 25/4—, por lo menos 12 han desaparecido, presumiblemen­te asesinados por el Ejército” (25/4).


La rebelión indonesia se da en el marco de una acentuación de la crisis económica en toda la región. No se produjo el ‘boom’ exportador que se esperaba de las grandes devaluaciones del won coreano, la rupia indonesa y de las otras monedas. “Las exportaciones de Indonesia, Malasia, Fi­lipinas, Singapur y Tailandia en realidad han caído levemente medidas en dólares desde agosto último. Para el primer trimestre de este año, el cuadro es aún peor: una caída del 5% en relación al 97, lo que implica que la crisis empeora” (ídem, 2/5). Una semana antes, tam­bién The Economist decía: “el derrumbe asiático está ya en el orden del derrumbe de los EE.UU. durante la Gran Depresión” (25/4).


Detrás del derrumbe asiático se vislumbra ahora la devaluación del yuan chino: “lejos de prosperar en medio de las convulsiones, Chin# se ya se ha contagiado la gripe asiática” (The Economist, 2/5). Los despidos de Corea cifrados en “8000 por día” y “720.000 en los primeros tres meses del año” (l.H.Tribune, 6/5) son casi un ‘aperitivo’ al lado de los que se esperan en China: “las empresas del Estado están despidiendo furiosamente trabajadores” frente a un desen­volvimiento económico muy por debajo del espe­rado; “cada caída de un punto en el crecimiento crea de 2 a 4 millones más de desocupados” (The Economist, 2/5). “El crecimiento económi­co anual cayó de su pico del 14% en 1992 a 8% (de acuerdo con los optimistas cálculos oficia­les) el año último… Pero tal tasa de crecimiento anual ha caído a menos de la mitad desde junio último”. Así “lejos de haber escapado a la gripe asiática, China ha sido atacada por una cepa virulenta” (ídem).


El principal diario financiero de San Pablo, la Gazeta Mercantil (12/5), titula ahora que: “la crisis asiática amenaza aún a América Lati­na”, desmintiendo a todos los charlatanes que dicen que ya pasó el ‘vendaval’.


El jefe de los ‘analistas internacionales’ de Clarín se queda corto cuando concluye que el espejismo de los ‘emergentes’ asiáticos ha derrum­bado el mito de que estos inaugurarían el siglo XX como el siglo de Asia (16/5). Porque lo que sí se está inaugurando es el relanzamiento de la revolución en ese continente, el más poblado del planeta.