La revolución en Egipto

El gobierno de los Hermanos Musulmanes enfrenta un nuevo revés político luego de la fracasada tentativa de imponer superpoderes para el presidente Mursi. Las elecciones legislativas previstas para abril, las que debían completar el dominio político de los HM, han sido postergadas como consecuencia de un sinfín de irregularidades. Aunque no se han vuelto a repetir los enfrentamientos callejeros de comienzos de año, para los analistas políticos la tensión es insostenible.


La moneda egipcia se ha devaluado un 10 por ciento en tres meses. La desocupación llega al 20 por ciento. El turismo, que solía aportar el 12 por ciento del PBI, se ha evaporado. Las inversiones externas han desaparecido. Las reservas de divisas han caído a la mitad desde la asunción de Mursi, a pesar de los préstamos de Qatar y Arabia Saudita. Egipto está en virtual cesación de pagos, lo cual afecta a las importaciones -en gran parte de alimentos. Un cuarto de los 83 millones de egipcios viven por debajo de la línea de la pobreza. Para The Economist, "Egipto se está deslizando hacia el desastre. Si Mursi no toma medidas rápidamente, esto estalla. Egipto puede sucumbir ante una nueva revuelta" (3/4).


El desconcierto por arriba es generalizado. El Fondo Monetario ha frenado la entrega de fondos. Condiciona las remesas a que Egipto implemente "reformas económicas", entre ellas la supresión de gran parte de los 20.000 millones de dólares en concepto de subsidios a combustibles y alimentos.


"Unidad nacional"


Se acentúan las presiones del exterior para formar un gobierno de "unidad nacional" con la oposición nucleada en el FSN (Frente de Salvación Nacional), la cual está dominada por sectores con fuertes vasos comunicantes con los círculos de poder internacionales. Pero la oposición ya está pagando su precio por estos compromisos y empieza a ser, también, uno de los blancos del rechazo popular.


Ha comenzado a abrirse una deliberación en el seno de las organizaciones populares, muchas de las cuales venían actuando como segundo violín de la oposición burguesa. Los trabajadores son un factor activo en el actual ciclo de protestas -como se ha demostrado en Mahalla, el Canal de Suez o Alejandría- a través de huelgas, piquetes y ocupaciones de fábrica. Además de los maestros, médicos y trabajadores de la salud, se han registrado procesos de lucha importantes en el transporte, como el de los conductores de buses de El Cairo. Los procesos de organización también crecen en la industria, sea en las grandes plantas estatales (textiles, cemento, aluminio, etc.) como en las filiales de las transnacionales (Pirelli, servicios petroleros) y los portuarios. La desprestigiada Central sindical ha perdido influencia. Surgen nuevos sindicatos ligados a las luchas. La Federación Egipcia de Sindicatos Independientes (Fesi) declara 160 sindicatos de empresa, 25 sindicatos generales y 290 comités sindicales, con casi dos millones de afiliados. También se ha formado el Congreso Obrero Democrático Egipcio (Code), un desprendimiento menor de la anterior.