“La ‘sirianización’ de Turquía”


En un reciente artículo titulado “La sirianización de Turquía”, publicado por primera vez en Socialist Project (The Bullet 1.175, 19/10)*, Sungur Savran (dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores -DIP- de Turquía, integrante de la CRCI) desarrolla un exhaustivo análisis del contexto político turco y regional en que se inscribe el reciente atentado contra una gigantesca manifestación que dejó más de un centenar de muertos (PO N° 1.385), uno de los mayores ataques criminales de la historia contra el movimiento popular. Para encontrar un hecho similar, hay que remontarse al 1° de mayo de 1977, cuando 34 personas fueron asesinadas en la plaza Taksim de Estambul.


Responsabilidad estatal


En primer lugar, Savran destaca el carácter obrero de la movilización atacada. El evento fue organizado por dos confederaciones sindicales y las asociaciones profesionales de médicos y de ingenieros y arquitectos. Entre los muertos, por ejemplo, figura todo el contingente de 14 miembros de la unión de trabajadores ferroviarios. “Aunque los kurdos participaron masivamente -explica Savran- no fue un evento organizado por el movimiento kurdo en sí, sino una acción de la clase obrera que denunciaba la guerra contra los kurdos”. El objetivo del atentado, precisamente, consistió en “cortar de raíz la alianza naciente entre el movimiento obrero y la lucha de liberación (del pueblo) kurdo”, destaca Savran, cuyo potencial revolucionario es conocido por las fuerzas dominantes de Turquía.


No debe sorprender, a la luz de todo esto, que los indicios sobre las responsabilidades políticas y materiales del hecho apunten al aparato estatal. El DIP reclama, por eso, una comisión investigadora independiente. Aunque el gobierno atribuyó la responsabilidad del atentado criminal al Estado Islámico (EI), que se encuentra enfrentado militarmente a los kurdos en el norte de Siria y opera también dentro de Turquía, la masacre podría haber sido llevada adelante directamente por “los agentes del notorio 'estado profundo' turco, ahora controlado por el campo del (primer ministro) Erdogan”, según entiende Savran. Y de no ser así, es muy probable que las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia hayan sido cómplices del Estado Islámico.


El atentado no fue un rayo en cielo sereno, sino que estuvo precedido por ataques con bombas contra locales del pro-kurdo Partido Democrático del Pueblo (HDP), en el período previo a las elecciones de junio. Con posterioridad a dicha elección, un ataque suicida el 20 de julio mató a 34 militantes de izquierda en Suruç como represalia por la solidaridad con Kobane, la ciudad en la entidad autónoma de Rojava del Kurdistán sirio, donde las milicias kurdas expulsaron al EI. “En ninguno de los atentados -denuncia el artículo- el gobierno llevó a cabo una investigación criminal digna de ese nombre”.


Las guerras de Erdogan


Las elecciones del 7 de junio fueron un golpe para Erdogan, que no logró la mayoría de escaños que esperaba para emprender una serie de reformas constitucionales. En contraste, el HDP realizó una importante elección. En este cuadro, Erdogan demonizó e impulsó una guerra contra los kurdos de Turquía “con el fin de erosionar la base electoral del HDP. El objetivo concreto es empujarlo debajo del escandalosamente alto umbral electoral del 10 por ciento, y así restablecer la mayoría anterior de su partido (Partido de la Justicia y del Desarrollo, de orientación islamista) en el parlamento en las nuevas elecciones programadas para el 1° de noviembre”. Como parte de esta política, y bajo el pretexto de enfrentar al Estado Islámico, el gobierno creó una unidad “antiterrorista” a partir de agosto que hizo caso omiso de los autores del ataque de Suruç y se concentró, en cambio, en las víctimas, es decir, el movimiento kurdo y su pueblo.


Para Savran, siguiendo la misma lógica de guerra contra los kurdos de Turquía, Erdogan tenía preparado el envío del ejército a Siria contra los kurdos de dicho país, bajo cualquier pretexto, en caso de no lograr la mayoría de los escaños en las nuevas elecciones del 1 de noviembre. Sin embargo, esta variante habría quedado anulada por la reciente intervención militar rusa. “El gobierno de Putin -opina Savran- intervino precisamente en este momento debido a que el tipo de incursión militar por parte de Turquía a Siria que acabamos de describir, probablemente resultaría en una conflagración de proporciones inimaginables en el Medio Oriente, algo que obligaría a Irán a intervenir y así terminar con una crisis inmanejable. Habiendo percibido o incluso habiéndose enterado por sus servicios de inteligencia de las intenciones del campo de Erdogan, el gobierno de Putin simplemente hizo un movimiento preventivo”. “Que esto sea así”, añade, “se confirma por el hecho de que los aviones de guerra rusos han violado repetidamente el espacio aéreo turco”.


En este cuadro, “la única opción que le queda (a Erdogan) es la 'sirianización' de la propia Turquía”, fomentando un clima de guerra civil a partir de la utilización de las fuerzas islamistas que ha apoyado y protegido.


“El Medio Oriente y el Norte de Africa se están moviendo rápidamente hacia una situación de guerra civil en el mundo islámico entre sunitas y chiítas (estos últimos, en alianza con alevíes)”, desarrolla Savran. “Arabia Saudita y Qatar son los principales instigadores del campo sunita mientras que Irán, por supuesto, es la fuerza dirigente del campo chiíta. Visto desde el ángulo regional, la guerra civil siria es precisamente una guerra de poder entre estos dos campos.” Este horizonte de barbarie, concluye, “es lo que hay que evitar a toda costa”.


Perspectivas


Las masas turcas han conocido tres torrentes de lucha en el último período: la rebelión de parque Gezi en 2013, fuerte en las grandes ciudades; el levantamiento popular de la población kurda (“serhildan”) en apoyo de la lucha en Kobane contra el Estado Islámico; y las huelgas obreras de mediados de año. Pero todo por separado. ¿Cómo unir dichos torrentes? Savran concluye: “Es sólo mediante la superación de las divisiones entre las tres fuerzas que están representados por estas tres olas de lucha que las fuerzas progresistas pueden ganar. Y aquí dos cosas son fundamentales: la fraternidad entre los turcos y kurdos y la entrada de la clase obrera en la escena política. En caso de que estas dos condiciones se unan, Turquía no sólo verá el equilibrio interno de fuerzas cambiar decisivamente a favor de una solución progresiva a su crisis política, sino que también puede actuar como factor desencadenante de una solución de futuro, en un proceso de revolución permanente, a los problemas que enfrenta todo el Medio Oriente”.


• La versión en español del artículo puede consultarse en http://redmed.org/es/article/la-sirianizacion-de-turquia


• Para la versión en inglés, véase http://www.socialistproject.ca/bullet/1175.php o http://redmed.org/article/syrianisation-turkey