La última etapa de la crisis europea

Los ‘estadistas’ europeos han perdido el sentido del ridículo. Creen firmemente que podrán sacar a Italia y a Grecia del derrumbe mediante ‘gobiernos técnicos’ apoyados en la sombra de sus instituciones políticas. Transitan el último tramo de un derrumbe capitalista, cuyo alcance los superó desde el comienzo. Europa se encuentra en las vísperas de una gigantesca conmoción política y social.

La ‘commedia’

En Grecia, la cabeza del gobierno de ‘unión nacional’ que debe reemplazar al ex primer ministro Papandreu fue funcionario del Banco Central Europeo, cuando se tramó la falsificación de las cuentas públicas para contrabandear el ingreso de Grecia en la zona euro. El partido oficial de la derecha ya anunció que no cumpliría con la promesa de integrar el gobierno -o sea que se prepara para destituirlo y habilitar elecciones generales. El que no se bajó es Laos, el partido fascista griego, que acompañará a los socialistas en la empresa de sostener al ‘gobierno técnico’. Su objetivo declarado es adoptar las medidas que garanticen la entrega del último tramo de un préstamo de la Unión Europea, el mes que viene. En realidad, éste presidirá la salida caótica de Grecia de la zona euro, porque el paquete de rescate para los próximos años encuentra obstáculos insalvables de parte de los bancos alemanes. El slogan oficial de la ‘austeridad’ griega es la permanencia en la zona euro, pero su objetivo es coordinar el ‘exit’.

La situación italiana es una ‘commedia’: obligan a renunciar a Berlusconi para gobernar con un Congreso berlusconiano, con cómoda mayoría en el Senado. El nuevo primer ministro, Mario Monti, exige gobernar hasta el fin del mandato de la presente Legislatura, como si fuera algo que los políticos italianos pudieran asegurarle. El ‘gobierno técnico’ que debería asumir el jueves no tiene ninguna posibilidad de recaudar los fondos necesarios para sostener la deuda pública del país, que se cotiza a niveles de ‘defol’, salvo que aplique una “patrimoniale”: o sea, un impuesto compulsivo sobre las grandes fortunas y propiedades -lo que provocaría la sublevación de los capitalistas. Los bancos italianos, que tienen en su cartera el 40% de la deuda pública peninsular, no tienen condiciones de sostenerla: al revés, sus balances se deterioran con la pérdida de valor de la deuda estatal. Ellos mismos necesitan un socorro.

Unicredit, el principal banco del país, está buscando una ‘recapitalización’ por decenas de miles de millones de euros. Hay una fuga masiva de la deuda italiana de los principales bancos internacionales. Lo prueba la caída de la cotización de sus títulos, mientras los de Alemania suben. La ‘izquierda’ italiana -desde el Partido Democrático (ex comunista), Italia de los Valores (del ex juez de ‘mani puliti’, Di Pietro) y Sinistra e Libertá (ex Rifondazione Comunista)- se han declarado dispuestos a unir fuerzas con el partido de Berlusconi para dar asiento parlamentario al ‘gobierno técnico’. Alegan que “hay que salvar a Italia”. El derrumbe del ‘gobierno técnico’ se llevará puestos a sus sostenedores, por eso la derecha (Liga del Norte) se ha pasado a la oposición y ha comenzado a fracturarse la fracción berlusconiana. El derrumbe de los de arriba convoca al levantamiento de los de abajo.

Alemania, el epicentro de la crisis

La cola de los ‘defolteros’ va creciendo de día en día. A los ‘habitués’ como Grecia, Portugal o Irlanda no solamente se han agregado Italia y España, sino también Austria, Bélgica y, ¿por qué no?, Francia, cuyo ‘riesgo-país’ superó los 200 puntos. Un comentarista señaló que Europa se enfrenta al dilema del ‘breakout’ o el ‘breakdown’ -la disolución de la zona euro o la bancarrota conjunta de sus países. En realidad, el epicentro de la crisis es Alemania, la que luego de haber financiado la especulación capitalista de la ‘periferia’ en beneficio propio, se enfrenta ahora a un ‘defol’ colectivo de sus deudores. Las divergencias entre Alemania y sus socios europeos, para que el BCE rescate a los bancos y Estados amenazados de quiebra mediante la compra de sus títulos de deuda, se han visto desplazadas por una escisión en el ‘establishment’ germano -dentro del gobierno, de su Banco Central (el Bundesbank) y en el Banco Central Europeo. El dilema de si este último debe abrir la canilla de la emisión monetaria para rescatar, indiscriminadamente, a todos los países y bancos está fracturando a la dirigencia alemana. Dado que la Unión Europea es una asociación de Estados rivales y que el euro tiene una demanda internacional considerablemente menor que el dólar, una emisión monetaria en gran escala asestaría un golpe de gracia a la Unión Europea. Ni Estados Unidos ni China están dispuestos a colaborar con un rescate de la UE -ni siquiera ‘in extremis’. Para una fracción poderosa de la burguesía alemana, el establecimiento de un Fondo de Rescate europeo -formado con garantías y recursos de sus Estados- sería un suicidio financiero, porque solamente Alemania -sostienen- podría bancar ese fondo.

Abajo el euro y la Unión Europea

‘Breakout’ o ‘breakdown’, el resultado sería la creación de una situación pre-revolucionaria. La razón es simple: la necesidad de salvar al euro y a la UE opera como un freno en la lucha de las masas contra los planes de austeridad. El euro y la UE fueron prometidos como un pasaje a la abundancia; su caída es sentida como un rumbo a la miseria y a los enfrentamientos nacionales. Solamente los grupos nacionalistas y los partidos comunistas de corte staliniano propugnan, hasta cierto punto (de la boca para afuera), el retorno a las autonomías nacionales. La inmensa mayoría de la izquierda, incluso muchos sectores que se definen como revolucionarios, aceptan a la UE como el cuadro político para una ‘transición al socialismo’. Pero la UE es un régimen de opresión de las naciones más débiles por las más fuertes, así como es también es la unión de la cima de las clases capitalistas fuera del control de las instituciones parlamentarias, las cuales siguen confinadas al ámbito nacional. El planteo nacionalista es, asimismo, reaccionario, porque no existe ninguna posibilidad de un retorno de Europa al ‘status quo ante’. La transición al socialismo solamente es posible mediante la destrucción de la UE, en nombre de los Estados Socialistas de Europa. El proletariado y las organizaciones obreras de Europa deberían unirse en el plano internacional para plantear la destrucción de la Unión Europea conjuntamente con la reorganización de sus naciones sobre nuevas bases sociales, en el marco de una Federación de Estados socialistas.