Internacionales
26/3/1998|578
La ‘vía polaca´ en versión cubana
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La decisión de Clinton de permitir la venta de medicinas y alimentos de carácter humanitario, está directamente relacionada con la autorización que el gobierno cubano le ha dado a las organizaciones de la Iglesia, como Cáritas, para operar en la Isla. De esta manera, la llamada ayuda humanitaria se permite desconocer al gobierno oficial, por un lado, y fortalecer al aparato contrarrevolucionario del Vaticano, por el otro. Se trata de un ‘replay’ de la política aplicada en Polonia, concertada en común entre Washington y el Vaticano, que le dio a éste la hegemonía de la restauración capitalista en Polonia. Como lo informa textualmente Ámbito Financiero, la ayuda humanitaria será canalizada por la Iglesia Católica (20/3).
Sorprende, por supuesto, que el imperialismo defienda esta política porque contribuiría a fortalecer a la “sociedad civil” en Cuba. La Iglesia, que se sepa, no es una institución electiva, ni es la creación de los ciudadanos, sean cubanos o de cualquier país. La Iglesia es lo opuesto a la “sociedad civil”, pues se trata de un régimen vertical de estructura feudal y supranacional. Su fortalecimiento en, Cuba o en donde sea, constituye un ataque a la posibilidad de poner en pie una sociedad civil, es decir, una organización independiente de los ciudadanos.
En los países capitalistas, la “sociedad civil” se confunde con la sociedad burguesa, porque sólo los capitalistas tienen la capacidad para financiar las organizaciones sociales y su reconocimiento legal y práctico por parte del Estado. Incluso cuando las organizaciones obreras adquieren status de organización de la “sociedad civil”, ello ocurre porque previamente se han burocratizado y han admitido colocarse bajo la tutela „del Estado.
En Cuba, donde la restauración capitalista no le ha dado todavía a los capitalistas la suficiente independencia de acción frente al Estado, la organización de la sociedad civil aún podría tener un significado revolucionario, esto porque significaría la organización independiente de las masas. Pero en lugar de esto se ha autorizado la libre acción del clero, que aprovecha las penurias del pueblo cubano para enrolarlo en sus ‘organizaciones humanitarias’ que financia el capitalismo mundial.
La responsabilidad del gobierno cubano en facilitar esta acción contrarrevolucionaria es clara, pero aún más grave es la política de la izquierda mundial que coquetea con la Iglesia en todos lados con el desgastado slogan de unir al cristianismo con la revolución. Esta política izquierdista es un poderoso factor de aislamiento internacional de la revolución cubana, que el imperialismo debidamente aprovecha.