La ‘vía polaca´ en versión cubana

La decisión de Clinton de per­mitir la venta de medicinas y ali­mentos de carácter humanitario, está directamente relacionada con la autorización que el gobier­no cubano le ha dado a las organizaciones de la Iglesia, como Cáritas, para operar en la Isla. De esta manera, la llamada ayuda huma­nitaria se permite desconocer al gobierno oficial, por un lado, y fortalecer al aparato contrarrevo­lucionario del Vaticano, por el otro. Se trata de un ‘replay’ de la política aplicada en Polonia, con­certada en común entre Washing­ton y el Vaticano, que le dio a éste la hegemonía de la restauración capitalista en Polonia. Como lo informa textualmente Ámbito Fi­nanciero, la ayuda humanitaria será canalizada por la Iglesia Ca­tólica (20/3).


Sorprende, por supuesto, que el imperialismo defienda esta po­lítica porque contribuiría a fortalecer a la “sociedad civil” en Cuba. La Iglesia, que se sepa, no es una institución electiva, ni es la creación de los ciudadanos, sean cubanos o de cualquier país. La Iglesia es lo opuesto a la “sociedad civil”, pues se trata de un régimen vertical de estructura feudal y supranacional. Su forta­lecimiento en, Cuba o en donde sea, constituye un ataque a la posibilidad de poner en pie una sociedad civil, es decir, una organi­zación independiente de los ciuda­danos.


En los países capitalistas, la “sociedad civil” se confunde con la sociedad burguesa, porque sólo los capitalistas tienen la capaci­dad para financiar las organiza­ciones sociales y su reconocimien­to legal y práctico por parte del Estado. Incluso cuando las organi­zaciones obreras adquieren status de organización de la “sociedad civil”, ello ocurre porque previa­mente se han burocratizado y han admitido colocarse bajo la tutela „del Estado.


En Cuba, donde la restaura­ción capitalista no le ha dado toda­vía a los capitalistas la suficiente independencia de acción frente al Estado, la organización de la socie­dad civil aún podría tener un signi­ficado revolucionario, esto porque significaría la organización inde­pendiente de las masas. Pero en lugar de esto se ha autorizado la libre acción del clero, que aprove­cha las penurias del pueblo cubano para enrolarlo en sus ‘organiza­ciones humanitarias’ que fi­nancia el capitalismo mundial.


La responsabilidad del gobier­no cubano en facilitar esta acción contrarrevolucionaria es clara, pero aún más grave es la política de la izquierda mundial que coque­tea con la Iglesia en todos lados con el desgastado slogan de unir al cristianismo con la revolución. Esta política izquierdista es un poderoso factor de aislamiento inter­nacional de la revolución cubana, que el imperialismo debidamente aprovecha.