La “victoria obrera” de los agentes del FMI

En la ultima edición de su perió­dico, el MST confirma, palabra por palabra, la caracterización, la denuncia realizada en Prensa Obrera hace dos semanas: que votó en forma consciente, total, acrítica, al candidato pro-imperialista en el Uruguay Tabare Vázquez y el Frente Am- Progresista-Nueva Mayoría.


Aplio-Encuentro


Curiosamente, el MST no menciona en ninguna parte a la Nue­va Mayoría, armada para dar cabida a elementos burgueses recién llega­dos. Para el MST, “el triunfo del FA-EP es un triunfo político obrero y popular" (Alternativa, 5/11).


Ganó la burguesía, no los trabajadores. Si la victoria del FA-EP, como dice el MST es un "triunfo obrero y popular”, entonces lo que correspondía era votar­lo con todo, a fondo, sin críticas, incondicionalmente. El MST presenta como un enorme “triunfo popular” la victoria del candidato respaldado por el impe­rialismo, por la burguesía uruguaya, por la plaza financiera de Montevideo, por Kirchner y Lula y por el conjunto de la burocracia sindical. Lo del “voto crítico" es apenas una cobertura para ‘consumo interno’.


Para el MST se registró una “de­rrota histórica del bipartidismo blan­co-colorado” y se “sacó del poder a los viejos partidos oligárquicos” (ídem). Esto es falso por partida doble.


En primer lugar, porque el bipar­tidismo uruguayo está en crisis des­de la década del ’60. En los últimos años, sólo logró mantenerse en pie con los fórceps de una reforma cons­titucional… que sólo pudo ser apro­bada porque la respaldó el Frente Amplio. El FA viene gobernando Montevideo desde hace más de una década: ¿qué clase de ‘‘bipartidismo” es uno en el cual la principal ciudad, donde vive un tercio de la población del Uruguay, está en manos de un tercer partido?


Pero también es falso que el bi­partidismo haya sido superado, si consideramos el contenido de clase del FA-EP-NM. La clase obrera ha votado por candidatos que represen­tan intereses patronales.


En Uruguay, contra lo que dice el MST, triunfaron 1a burguesía y el im­perialismo, que han sido capaces de “pilotear” la crisis del régimen de par­tidos históricos. La victoria del FA-EP- NM lleva al gobierno a un bloque que está en mejores condiciones para lle­var adelante el mismo programa de los Battle y Sanguinetti. La victoria del FA-EP-NM constituye un principio de reconstrucción de la autoridad del Es­tado burgués sobre las masas. ¿Dónde está la “victoria obrera y popular"?


El FA se encuentra totalmente dominado por su ala derecha. La izquierda frenteamplista fue pulverizada electoralmente (perdió su representación parlamentaria), como estaba largamente previsto. ¿Qué clase de “triunfo obrero y popular" es aquel en que crece la burguesía y las tendencias de izquierda son aplastadas?


Aprendamos de Brasil


Hay una segunda razón por la cual el MST nos dice que “el triunfo del FA- EP es un triunfo obrero y popular”: porque “colocó a los dirigentes de ma­sas en el gobierno” (ídem). Asegura que esto producirá una clarificación política, que ayudará a la “toma de conciencia” y que abrirá las condicio­nes para construir un partido revolu­cionario.


Todo esto, claro, es una completa arbitrariedad. Para demostrarlo bas­ta ver el ejemplo de Brasil, tantas ve­ces citado por el MST. Lula llevó ade­lante la política del FMI y los capita­listas. Sin embargo, en las recientes elecciones municipales la masa obre­ra siguió votando por Lula. Los obre­ros que votaron contra el PT, lo hicie­ron por los candidatos de la burgue­sía. ¿Dónde está la “clarificación po­lítica", no digamos ya la “toma de conciencia”? Para que esto ocurra de­be haber un partido que haya comba­tido durante largo tiempo al frente popular, en lugar de apoyarlo, inte­grarlo y “celebrar” sus “victorias”.


Pero lo que muestra la experien­cia brasileña, además, es que esa ruptura de los trabajadores con los “dirigentes de las masas” debe ser preparada políticamente de manera sistemática. El PSOL brasileño, que tantos elogios recibe del MST, fraca­só antes de empezar porque fue inca­paz de preparar políticamente esa ruptura: al igual que el MST, calificó el triunfo de Lula como “una victoria obrera y popular” y sólo se formó por­que fue obligado a ello por la expul­sión de sus parlamentarios. La falta de preparación política se evidencia en dos hechos: en que el PSOL prác­ticamente no arrastró a ningún sec­tor significativo de la clase obrera brasileña, y en que, en su primera prueba política, las elecciones muni­cipales, fracasó en toda la línea -no fue capaz de llegar a una posición única de voto-. En innumerables lo­calidades llamó a votar a los candi­datos del PT (en otras, en blanco o a otros partidos, incluso patronales). Es decir, llamó a votar por los candi­datos del partido que gobierna junto al imperialismo y los grandes capita­listas brasileños.


Para que el descontento popular vaya hacia la izquierda, y no hacia la derecha, debe existir la actividad consciente y organizada de una van­guardia revolucionaria que explique que los “dirigentes de las masas” son enemigos del pueblo. En Uruguay, eso sólo lo hizo el PT. Para que un partido pueda aprovechar las “clari­ficaciones” que anuncia el MST, pri­mero deberá romper con el Frente Popular y desarrollar un largo traba­jo de penetración en las masas.


Justificaciones y calumnias


En un recuadro, el MST critica el ar­tículo en el que Altamira califica su voto por el FA-EP-NM como “un voto por el imperialismo”.


Dice que es “una desproporción”, que “hace evidente una vez más el carácter profundamente, electoralista del PO”, comparar la traición del apo­yo de la socialdemocracia a la guerra imperialista de 1914 con su voto al FA. No se trata de la “comparación”, sino de la capacidad para ir “contra la corriente” que transitoriamente beneficia al Frente Popular. Hay mu­chos otros ejemplos históricos que de­muestran que enfrentar la corriente momentánea de la realidad política sirve para preparar una victoria re­volucionaria. El MST no ha resistido la presión de la colaboración de cla­ses adornada con el lenguaje de la “iz­quierda” y la “democracia”.


Además, el Mst nos dice que, en 1936, Trotsky llamó en España a vo­tar por el Frente Popular. Pretender que Trostky apoyó al Frente Popular español es una calumnia sin prece­dentes contra el fundador de la IV In­ternacional. Pocas horas después de firmado su programa, denunció al Frente Popular como un intento de los partidos que están al frente de la cla­se obrera por "traicionar y agotar" la revolución. Trotsky jamás celebró, co­mo hace el Mst en Uruguay, la victo­ria del Frente Popular como un "triun­fo obrero y popular"; al contrario, po­cas semanas después del triunfo seña­laba que la primera obligación de los revolucionarios era "condenar y de­nunciar la implacablemente ante las masas política de todos los jefes que forman parte del Frente Popular" (12 de abril de 1936). El "todos", enfatiza­do por el propio Trotsky, no se refiere sólo al ala derecha del Frente Popular sino, también, a los dirigentes de su ala izquierda.


Pero, por sobre todo, el MST “ol­vida” la lección central de la revolu­ción española: Trotsky caracterizó el ingreso del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) al Frente Popu­lar como “una traición al proletariado en provecho de una alianza con la bur­guesía” (carta del 22 de enero de 1936). Esta caracterización le cabe completamente al MST, que está inte­grado al Frente Amplio desde 1971. No se trata, simplemente, del voto “táctico” sino de toda la política del MST de integración a la “coalición” (de la cual el voto es su consecuencia na­tural), es decir, al Frente Popular y a la colaboración de clases.


En el barco kirchnerista


El FA-EP-NM, como fenómeno uru­guayo, se integra con el conjunto de gobiernos izquierdistas que en Amé­rica Latina han sido cooptados por el imperialismo y específicamente por Bush -como lo prueba el envío de tro­pas a Haití-. Por eso Kirchner hizo una furibunda campaña por la victo­ria de Tabaré. La izquierda democra­tizante se ha integrado a estos regí­menes de colaboración con el impe­rialismo en lugar de delimitarse po­líticamente de ellos. Los ha ganado la “táctica” de Carrió de “criticar lo malo y apoyar lo bueno”.


En oposición al rol de furgón de cola del Frente Popular y la colabo­ración de clases, llamamos a la iz­quierda latinoamericana a desarro­llar sistemáticamente una altenativa obrera y socialista.