La violación como liturgia

El New York Times (26/10) publicó cartas en las que Ratzinger y el cardenal Tarcisio Bertone se niegan a retirar el estado sacerdotal a un cura que violó a 200 niños sordos en Wisconsin. En Alemania, 20 de las 27 diócesis católicas investigan casos de paidofilia. Hay 350 denuncias y se augura que es sólo el principio. En Italia, hay más niños sordos abusados. En España, denunciaron 70 casos en una semana. Ratzinger, cuando era obispo de Munich, acogió en su diócesis a violadores. Su hermano, el obispo Georg, director del milenario coro de Regesburger Domspatz, consintió tres décadas de ataques sexuales y participó de las golpizas. El coro estaba dirigido por “un sofisticado sistema de castigos sádicos en conexión con la lujuria sexual”, dice el prestigioso compositor Franz Wittenbrink. En México, la ultrarreaccionaria Legión de Cristo -“guía eficaz para los jóvenes” y modelo de reclutamiento -según los últimos tres papas- aceptó después de ¡cinco décadas! de taparlo que su fundador, el cura Marcial Maciel, drogaba y violaba a sus pupilos y a los hijos que tuvo con varias mujeres. En 15 días, 400 personas denunciaron abusos en los Países Bajos y Austria (incluso, en el coro de los Niños Cantores de Viena). Dos obispos y un cura fueron procesados en Brasil, sumando tres porotos a los 1.700 curas procesados en ese país. Hay más casos en Chile. Sin olvidar que, hace un año, dos investigaciones judiciales probaron que la Iglesia irlandesa abusó del 1% de la población y que su jefe, el cardenal John Magee -secretario personal de tres papas, Pablo VI y los dos Juan Pablo- coaccionó a las víctimas para que callaran. Las disculpas papales a Irlanda fueron repudiadas: no fijan ni sanciones a los culpables ni reparaciones a las víctimas.

El tercer vértice de los abusos, poco comentado, es la neta complicidad de los Estados con la Curia, mientras sucedían los atropellos -muchas veces en instituciones estatales regenteadas por el clero- y durante los juicios. En Irlanda, el gobierno pactó que la investigación no tuviera consecuencias penales y acordó silenciar la identidad de los culpables. Por casa, Grassi sigue en libertad y el obispo Edgardo Storni, investigado desde 1994, recién fue condenado en 2009, con prisión domiciliaria.

El Vaticano intentó adjudicar la hecatombe a “una conspiración contra el vicario de Dios”, al “deliberado propósito” de minar la confianza en la Iglesia. El obispo español Antonio Cañizares, quien dijo que “peor que la paidofilia es el aborto”, fue ampliamente superado por el fiscal del Santo Oficio, Charles Scicluna, que subrayó que en todas las instituciones hay paidófilos y la Iglesia no es la peor. Agregó que más que niños, los curas violan adolescentes y eso ya no es paidofilia sino efebofilia. Espectacular: el nivel argumentativo delata lo hondo de la debacle.