Las divisiones del imperialismo

Aún cuando todos siguen declarando oficialmente su disposición a llegar a un “compromiso” y a una “votación unánime”, las negociaciones diplomáticas entre Estados Unidos, Francia y Rusia para impulsar una resolución común en el Consejo de Seguridad de la ONU en relación a Irak parecen haberse empantanado en los últimos días.


Francia y Rusia se oponen al párrafo de la resolución propuesta por Estados Unidos que declara que Irak violó las anteriores resoluciones de la ONU y, por sobre todo, al que establece que Irak sufrirá “graves consecuencias” si no cumple en todos sus términos con la próxima resolución. Alegan que la diplomacia norteamericana busca una justificación para lanzar un ataque unilateral contra Irak y exigen que éste sea decidido a través de una segunda resolución, sólo después de que se haya comprobado el fracaso de la misión de los inspectores. Rusia advirtió a Estados Unidos que no trate de “forzar” una votación y hasta dejó flotando la amenaza de utilizar su derecho de veto. Francia, por su parte, adelantó que si no hay un acuerdo, presentará su propio proyecto de resolución, en competencia con el norteamericano. El anuncio de México – al que Estados Unidos consideraba un “voto seguro” – de que respalda plenamente la posición francesa, ha sido un fuerte golpe diplomático para los norteamericanos.


Desde hace más de un mes, la diplomacia norteamericana viene intentando “ace rcar” a Rusia y a Francia asegurándoles ciertas concesiones, es decir ofreciéndoles “participar” como socios menores de los norteamericanos en la explotación del petróleo iraquí y en la reconstrucción del país. Pero, al mismo tiempo, se conocieron los planes norteamericanos para ocupar militarmente Irak y establecer un gobierno militar durante un período prolongado; en particular, estos planes establecen el directo control de las fuerzas militares norteamericanas sobre los pozos y la infraestructura petrolera iraquí. ¿Qué valor tendrán las “promesas” norteamericanas de asociar a la francesa Total-Fina-Elf o a la rusa Lukoil cuando en el gobierno de Bagdad esté un general norteamericano y los pozos estén en manos de los “marines”?


El objetivo político de invadir Irak es promover una completa reorganización política del Medio Oriente. Pero tampoco hay un acuerdo de Francia o Rusia sobre los términos de esa reorganización, es decir, cómo quedarán sus “intereses nacionales” – o sea, los intereses de sus monopolios – en el nuevo cuadro político. Por ejemplo, si los norteamericanos logran imponerle a la monarquía saudita la privatización de sus pozos, ¿qué participación tendrán en el negocio las empresas francesas y rusas?


La insistencia de Rusia y Francia en la necesidad de una “segunda resolución” es la manifestación del reclamo de garantías precisas. O, para decirlo en las palabras del canciller francés, no firmar un “cheque en blanco”.


El empantanamiento diplomático amenaza con provocar una severa crisis política. Si Bush retrocede, su gobierno sería “un hazmerreír” (The New York Times, 29/10); una ofensiva unilateral contra Irak, sería políticamente muy costosa.


La prensa norteamericana refleja la crisis política que enfrenta el gobierno (William Pfaff, en International Herlad Tribune, 26/10); (William Safire, en The New York Times, 29/10).


La guerra todavía no empezó pero la crisis política en los Estados Unidos ya está abierta.