Las masas reclaman la aparición con vida


La cuarta jornada global por la aparición con vida de los estudiantes mexicanos tuvo como epicentro una gigantesca concentración que abarrotó el Zócalo del Distrito Federal y sus alrededores. Cientos de miles de personas acompañaron a los familiares que arribaron a la capital, después de una caravana que recorrió todo el país. En el interior mexicano hubo protestas muy importantes en los distritos empobrecidos del sur. En el caso de Guerrero, una columna de 4 mil docentes bloqueó los accesos al aeropuerto de Acapulco. Más de 150 escuelas y universidades pararon el 20 de noviembre, lo mismo que los telefónicos, en tanto que algunos gremios -como Electricistas- participaron de las movilizaciones. La docencia es el sector más activo del movimiento obrero: en Oaxaca llevan cinco meses de ocupación del Zócalo provincial, resistiendo la aplicación de la reforma educativa, y en Guerrero impulsan las acciones de protesta junto a familiares y estudiantes normalistas.


 


Las consignas más coreadas en la jornada del 20 fueron “Aparición con vida” y “Fuera Peña Nieto”, un planteo recogido por muchos familiares en sus intervenciones. El repudio a la corrupción también estuvo muy presente.


 


 


“Orden y seguridad”


 


El presidente Peña Nieto se recluyó en Campo de Marte para la conmemoración de la Revolución Mexicana. Allí se mostró con el jefe de las Fuerzas Armadas, que le expresó su respaldo. En consonancia con él, el presidente de la Corte Suprema hizo un llamado al “orden, seguridad y paz''. La Coparmex, central patronal mexicana, exhortó al Presidente a reprimir los bloqueos, piquetes y ocupaciones de edificios que recorren el país (y que incluyó uno de los edificios de la cámara patronal). La burocracia sindical de la CTM, adscripta al PRI, ha hecho, en varias regionales, llamados explícitos a no participar de las movilizaciones. Peña Nieto recibió también un espaldarazo del Parlamento Europeo a las -vergonzosas- investigaciones oficiales por Ayotzinapa, mientras que el Wall Street Journal reveló que las fuerzas norteamericanas continúan cooperando con sus pares mexicanas en tareas de “seguridad interna”. Las reformas privatistas del Pacto por México, así como el desafío que implica la movilización popular, unen por ahora al imperialismo, la burguesía y la burocracia sindical en el sostenimiento de Peña Nieto.


 


Lo mismo vale para la oposición, que está implicada en las acusaciones por el asesinato. El PRD experimenta la crisis más importante de su historia. El descrédito en que ha caído -el ex alcalde de Iguala pertenecía a su fuerza- ya tiene su expresión en las encuestas hacia las elecciones legislativas de 2015.


 


 


Represión abierta


 


En este cuadro, el Presidente decidió mostrar los dientes al pueblo movilizado, con una acción ejemplificadora: once manifestantes fueron detenidos y enviados a prisiones de máxima seguridad en Veracruz, bajo la insólita imputación de tentativa de homicidio, motín y asociación delictiva.


 


El macizo apoyo institucional que recibe Peña Nieto debe ser matizado a la luz de las tendencias disolventes que implica el entrelazamiento de los carteles del narcotráfico y el poder político y económico. Hay cuatro estados intervenidos por las fuerzas federales. La Coparmex ya ha dicho que “la inseguridad avanza y da señales de riesgo de diluir el entusiasmo logrado con las reformas recién aprobadas” (La Jornada, 23/11), y añade que “el 37 por ciento de las unidades económicas del país ha sido afectado por el incremento de la delincuencia incluidas las extorsiones a empresarios (…) el secuestro y el robo constante de maquinaria en las constructoras” (ídem).


 


El empeño del régimen en su autopreservación contrasta con la energía de los familiares, y las fuerzas que los acompañan, en la lucha por la aparición con vida de los 43 normalistas, y por poner fin al infierno de las desapariciones y masacres sistemáticas del narco Estado burgués mexicano.