Lecciones de una gran huelga de los maestros palestinos

Por casi dos meses, los maestros primarios y secundarios de Cisjordania llevaron adelante una serie de medidas de fuerza por reclamos salariales y sociales, que desembocaron en una poderosa huelga. Si bien la huelga ha sido interrumpida a la espera de una nueva ronda de negociaciones, es posible extraer una serie de enseñanzas de este movimiento, en el marco del proceso político y del desempeño de las fuerzas sociales y políticas.


Bajo la Autoridad palestina trabajan en los colegios unos 19 mil docentes, quienes cobran salarios que van desde 300 a 500 dólares mensuales (para los que tienen una antigüedad de 20/25 años); dichos salarios representan 1/3 del de sus pares israelíes. El reclamo de los docentes palestinos es la duplicación de sus sueldos, mejores condiciones de jubilación y seguro de salud, más presupuesto para la construcción de escuelas y la multiplicación de aulas.


Desde el comienzo, la Autoridad palestina rechazó los reclamos, alegando que las críticas condiciones económicas y políticas no permiten la mejora de las condiciones peticionadas por los maestros.


Distribución del ingreso


A fines del año pasado, la ONU publicó un informe que muestra que desde 1992, el ingreso promedio per cápita en los territorios bajó de 2.425 dólares anuales a 1.480; en Israel, el ingreso promedio per cápita es de unos 16.000 dólares anuales. Con estos ingresos promedio, según el informe, a fines del 96, un asalariado palestino podía cubrir sólo el 60% de sus necesidades básicas; el informe preveía una baja de otro 6% para este año.


Pero las críticas condiciones económicas no afectan a todos los palestinos por igual. Existen en Cisjordania y Gaza una serie de monopolios de comercialización de los productos básicos: alimentos, materiales de construcción, tabaco y combustible (Ha-aretz, 4/4), que han provocado el encarecimiento de los productos básicos. Por ejemplo, la harina subió un 266% desde 1995 a 1996. Las condiciones políticas, y las prolongadas clausuras de los territorios por Israel, no han hecho más que favorecer a los monopolios.


Quienes los dirigen son ‘hombres de negocios’ fuertemente ligados a Arafat, como Khaled Salem, su consejero económico. El enriquecimiento de estos ‘señores’ a costa de las necesidades de las masas, es el resultado directo del nuevo proceso político derivado de los acuerdos de Oslo.


No es casual que esta gente tenga negocios con personajes que dirigieron el Shin Bet (servicio secreto sionista), como Yossi Ginossar.


El enriquecimiento de estos sectores de la burguesía palestina es claramente visible en el florecimiento de un barrio de mansiones en Gaza.


Por otro lado, el presupuesto de la Autoridad palestina subsidia el aparato represivo con más de 50 mil policías y miembros de los distintos servicios de seguridad, y las ‘mejoras’ de las condiciones de trabajo de los miembros de la burocracia estatal. Por ejemplo, hace sólo 4 días se dio a conocer que la Asamblea legislativa acababa de comprar 66 nuevos automóviles Audi para los legisladores.


Es precisamente contra esta situación que los maestros salieron a la lucha. Los docentes denunciaron los argumentos de que “no hay plata” y señalaron la distribución injusta del presupuesto, y la cantidad de puestos y sueldos de los altos funcionarios “inflados” (Ha-aretz, 24/4).


Maniobras


El organismo que ha dirigido la lucha de los docentes palestinos en Cisjordania es el Comité Superior de Coordinación de los Maestros. La Unión de Maestros, el sindicato reconocido ‘oficialmente’, está identificado con el Fatah, y según nos cuenta un activista docente de la zona de Hebrón, “sus dirigentes fueron digitados por la Autoridad palestina”. Varios dirigentes de este organismo son actualmente funcionarios del ministerio de educación y han boicoteado las medidas de fuerza desde el comienzo.


El Comité de Coordinación surgió en 1994, luego de la puesta en práctica de los acuerdos de Oslo en varias ciudades de Cisjordania, cuando la Autoridad se hizo cargo de la administración de los colegios. “La acusación de la Autoridad palestina de que la huelga surgió de consideraciones políticas es una gran mentira”, nos dice ese mismo activista. “Lo que hay aquí es un genuino reclamo por parte de los docentes. Los dirigentes del Comité han sido elegidos de acuerdo a su probada experiencia en la lucha por nuestros reclamos”.


Una vez iniciadas las medidas de lucha, hace dos meses, la Autoridad inició una serie de maniobras para diluirla. Arafat formó una comisión ministerial para mediar. A fines de marzo, dicha comisión prometió que el sueldo iba a ser aumentado inmediatamente en un 10% y que en septiembre se iba a otorgar otro 10%. Parte de los docentes parecieron aceptar la propuesta, y cuando se disponían a discutir el regreso a clases, el ministerio de educación de la Autoridad despidió a los 19 máximos dirigentes del Comité de Coordinación, con el argumento de que la ley jordana aún en vigencia dentro de la Autonomía, prohíbe las huelgas en el sector público.


El 5 de abril, los docentes reiniciaron la huelga, esta vez con más fuerza. Fue entonces que un grupo de alcaldes de las ciudades de Ramallah, Nablus, Jenin y Tulkarem, intentaron sin éxito convencer a los huelguistas de que regresaron al trabajo. Lo mismo intentaron miembros de la Asamblea legislativa, bajo la excusa de que afectaba a 800 mil alumnos.


A mediados de abril, y a la espera de una entrevista con Yasser Arafat, la huelga fue suspendida. El 18 de abril, el presidente de la Autoridad se reunió con la dirección del Comité de Coordinación, e intentó explicar a los huelguistas “las críticas condiciones del pueblo palestino y las implicancias de la huelga en la juventud” (Palestine Report, 25/4). Uno de los maestros lo interrumpió, explicando que no todos sufren la misma situación. “Hay dos clases, una que no tiene nada, y la segunda que lleva adelante un alto nivel de vida, y que se come todo lo que tenemos en el país” (Ha-aretz, 25/4). La reunión estalló y la huelga fue reanudada.


Arafat decidió pasar directamente a la represión y el 22 de abril, 25 dirigentes del Comité de Coordinación fueron detenidos. Otras decenas de detenciones se produjeron, pero la huelga no mermó. Los dirigentes fueron llevados frente al jefe de seguridad en Cisjordania, Jibril Rajoub, con el objetivo de que declinen las medidas, pero los dirigentes se negaron. Fue elegida una nueva dirección, agregándose a los reclamos anteriores, la liberación de todos los detenidos. El nuevo Comité llevó adelante una encuesta entre los maestros, que mostró que el 86% estaba de acuerdo en proseguir con la huelga pese a la represión (Palestine Report, ídem).


Mientras tanto, fue lanzada una campaña de desinformación por la Autoridad palestina. La radio ‘Voz de Palestina’ propagó la existencia de un acuerdo ‘secreto’ entre los huelguistas y el alcalde de Ramallah (ídem). La televisión palestina llegó a suspender “de improviso” la emisión de la reunión semanal de la Asamblea legislativa, cuando varios legisladores criticaron la represión a los huelguistas (Ha-aretz, 25/4).


En todo este movimiento, los huelguistas no estuvieron solos. En principio tuvieron el apoyo de la mayor parte de la población, y sobre todo de las familias de los 800 mil alumnos que fueron afectados por la huelga.


Además, los docentes fueron apoyados por los estudiantes y los trabajadores no-docentes de la Universidad de Bir Zeit, y por la central de estudiantes secundarios de Cisjordania. La red de organismos no-gubernamentales de los territorios, que representa en general a organismos de derechos humanos y organizaciones de profesionales, también apoyó la huelga. Incluso, el sindicato de maestros israelíes mandó una adhesión a los reclamos de los huelguistas.


El día 26 de abril, y como producto de la enorme presión de los huelguistas, Arafat dio la orden de liberar a todos los detenidos, y la Autoridad y la Asamblea legislativa se comprometieron a abrir una ronda de negociaciones para discutir el aumento de sueldo de los docentes y un aumento en el presupuesto educativo. Se garantizó asimismo el reconocimiento del Comité de Coordinación como cuerpo representativo de los docentes. El Comité de Coordinación se reunió inmediatamente y discutió las propuestas de la Autoridad, suspendiendo la huelga hasta el inicio de las negociaciones.


Conclusiones


La huelga de los maestros primarios y secundarios es el movimiento social más profundo que se ha desarrollado hasta ahora en los territorios desde la firma de los acuerdos de Oslo. Si bien los reclamos de los huelguistas no han sido asegurados, salvo el inmediato aumento del 10% en sus salarios, consiguieron el reconocimiento del Comité de Coordinación y quebraron las disposiciones legales en contra del derecho de huelga. Los maestros de Cisjordania pusieron en práctica la mejor tradición de democracia proletaria, decidiendo las medidas a seguir y eligiendo una y otra vez a su dirección en la lucha.


En forma directa o indirecta, la huelga de los maestros desafió la visión oficial por la cual el pueblo palestino tiene que sacrificarse en nombre de los acuerdos de ‘paz’ con Israel.


El proceso huelguístico ha puesto nuevamente al descubierto el rol de la dirección palestina de la OLP, es decir, de la burguesía palestina, en contra de todo movimiento social independiente de las masas palestinas.


El papel de la OLP, como guardián de los intereses regionales del imperialismo y el Estado sionista, se refleja en el agravamiento de las condiciones de las masas palestinas, que deberá servir para abaratar aún más la mano de obra a los capitalistas israelíes y palestinos.


El movimiento huelguístico docente ha puesto en claro nuevamente la limitación de los movimientos nacionalistas de carácter burgués que, como la OLP, no pueden conducir ninguna lucha de carácter nacional, y mucho menos los reclamos más elementales de las masas.


Es del movimiento de los trabajadores que una nueva dirección podrá surgir para llevar adelante la lucha por la emancipación nacional y los reclamos de las masas palestinas, tirando abajo todos los acuerdos que la dirección traidora ha llevado adelante, y elevando nuevamente la consigna de una república palestina unificada, democrática y laica.