Libia: la guerra civil después de la guerra civil

¿Un nuevo Irak?

A poco más de una semana de la entrada de las tropas rebeldes en Trípoli, el Consejo de Transición (CNT) aún pena para asegurar su autoridad sobre la capital, virtualmente controlada por diferentes grupos armados de los rebeldes; a su vez, continúan los combates contra fuerzas leales a Gaddafi, que controlan la región de Sirte, en el centro del país. En los últimos días se han desplazado a esta ciudad varios contingentes militares que combatían en Trípoli: algunas fuentes mencionan que las tropas rebeldes están negociando con líderes tribales la entrega de la ciudad en forma pacífica. La vecina Argelia y la Unión de Estados de África no reconocen como gobierno al Consejo de Transición.

Desde la toma de Trípoli por los rebeldes han salido a luz hallazgos macabros de montañas de cadáveres carbonizados en morgues y fosas comunes, asesinados por el régimen de Gaddafi en los últimos meses -y particularmente en los días inmediatamente anteriores a la caída de la capital. En todo el país hay denuncias de decenas de miles de desaparecidos en el último período. La situación actual en la capital está muy lejos de poder ser controlada por el gobierno provisional establecido en Bengasi: las informaciones dan cuenta de la proliferación de grupos armados, y los muertos se cuentan por decenas todos los días. El aparato estatal del régimen de Gaddafi se ha quebrado: las cárceles y comisarías han sido abandonadas, y la policía está virtualmente disuelta; a eso se agrega que la ciudad sufre permanentes apagones, y que la provisión de agua potable está seriamente comprometida, ya que varias vías de distribución permanecen en control de fuerzas gaddafistas. También han salido a la luz las divergencias entre los distintos grupos rebeldes que ocupan la ciudad -entre los cuales hay sectores islamistas- así como entre las autoridades militares provisionales de otras ciudades, como Misrata, y el CNT de Bengasi.

Los fondos y la reconstrucción

El actual líder del Consejo de Transición, Mahmoud Jibril, fue uno de los responsables de la política de “liberalización” del régimen de Gaddafi iniciada en el año 2007: según un analista del Financial Times (28/8), con el nuevo gobierno bajo su mando “estas políticas se acelerarán, con la privatización completa de todas las industrias excepto tal vez la extracción de petróleo y el agua”.

El control de los fondos libios que Gaddafi tenía invertidos en el exterior sigue siendo la cuestión decisiva: ya han surgido denuncias cruzadas de corrupción entre las autoridades del organismo encargado de administrar esos fondos, que actualmente maneja el CNT. El lento “descongelamiento” de los mismos por parte del imperialismo es la viga maestra para disciplinar a las autoridades del nuevo gobierno libio y digitar el proceso de “reconstrucción del país”. En todo caso, cualquier reconstrucción tendrá que enfrentar el problema más inmediato, que es asegurar el control militar sobre el terreno y restablecer una autoridad central y el funcionamiento centralizado de los aparatos represivos -lo cual implica enfrentarse con las distintas facciones armadas que hoy por hoy actúan en el país.

Se habla del peso que tendrán en el futuro inmediato las agencias de seguridad privadas, de países imperialistas, en el proceso de “ordenamiento” del país, aunque no se descarta una intervención directa de fuerzas terrestres de la ONU o de la Otan. Múltiples fuentes han denunciado la presencia de militares y servicios secretos de las potencias imperialistas infiltrados en las fuerzas rebeldes, a cargo de tareas de entrenamiento y coordinación en el terreno.