“Los empresarios gobiernan Hong Kong”

En su primera resolución desde que China retomó el control de Hong Kong, la Legislatura designada a dedo por Pekín liquidó, de un plumazo, la legislación laboral en vigencia.


Poco antes de partir, los británicos habían promulgado un conjunto de leyes que habilitaban, por primera vez, la negociación de convenios colectivos y que prohibían, al menos en el papel, la discriminación patronal contra los afiliados a los sindicatos.


Desde su aprobación, los grandes capitalistas de Hong Kong y la burocracia china se opusieron frontalmente a esas leyes y anunciaron que las derogarían ‘para mantener la competitividad de Hong Kong’. Para medir la barbarie superexplotadora que esconden estas palabras, basta señalar lo siguiente: las leyes que los burócratas chinos y los capitalistas de Hong Kong acaban de derogar en nombre de la ‘competitividad’, son una copia de las leyes que promulgó la Thatcher para desmantelar al movimiento sindical británico.


La Legislatura de Hong Kong ‘suspendió’ la posibilidad de que los sindicatos negocien contratos colectivos. También prohibió la utilización de fondos colectivos (de los sindicatos) para fines políticos. Mientras los grandes capitalistas son designados a dedo por Pekín en los órganos políticos que administran la isla, el movimiento sindical está formalmente proscripto.


Con la llegada de los ‘comunistas’ se ha reforzado la dictadura de los capitalistas sobre los trabajadores de Hong Kong. Por eso, los varios centenares de activistas sindicales que protestaron frente a la Legislatura, gritaban “los patrones no tienen que gobernar Hong Kong” (Le Monde, 19/7).


La clase obrera china


La razón de fondo de la liquidación de las leyes sindicales, sin embargo, no es la ‘competitividad’: desde hace tiempo, el ‘éxito’ capitalista de Hong Kong no depende de la ‘mano de obra barata’, sino de su condición de intermediario comercial y financiero de China con el mercado mundial. La burocracia liquida la legislación laboral en Hong Kong, en definitiva, porque “uno de los mayores temores de los líderes de Pekín es el descontento de los trabajadores” (International Herald Tribune, 19/7).


Lo que más teme la burocracia es que la negociación colectiva y la participación política de los sindicatos sea un ‘ejemplo a imitar’ para la clase obrera del continente. Más aún, cuando “huelgas y manifestaciones de trabajadores por diversas reivindicaciones se han registrado en numerosas ciudades en los últimos meses”(Le Monde, 19/7). Hay quienes hablan incluso de “miles de huelgas” y de “la amenaza de formas más amplias y radicales de lucha” (Robert Weil, Gato rojo, gato blanco). Según el enviado especial del diario francés a Hong Kong, sólo en la ciudad de Minayang, en el sudeste de China, se registraron manifestaciones de hasta ¡100.000 trabajadores! contra el cierre de tres empresas textiles de la zona.