Los grandes bancos y el lavado de dinero sucio

La legalidad de las mafias internacionales

La Afip presentó una denuncia contra el banco HSBC por maniobras de desvío y lavado de dinero, para lo cual, entre otras cosas, esa entidad utilizaba facturas apócrifas de empresas también vinculadas con esos delitos. El asunto huele mal, porque involucra, según la denuncia, al gobierno de Córdoba y a la municipalidad de San Isidro, ambos en manos de la oposición. Por cierto, sólo alguien demasiado ingenuo confiaría en una investigación por lavado de dinero y facturas apócrifas impulsada por el gobierno del caso Skanska.


La denuncia, sin embargo, refresca el papel de los grandes bancos en el lavado de dinero sucio procedente del narcotráfico, el contrabando de armas, la evasión y otros rubros por el estilo. El HSBC, de origen británico, está sospechado fuertemente de lavar dinero de los carteles mexicanos de la droga y de traficantes de armamento, y por eso se le impuso en los Estados Unidos una multa de 1.900 millones de dólares. Es un monto récord, pero equivalente a menos del 10 por ciento de los 19.400 millones de dólares que el HSBC recibió de bancos árabes vinculados con distintas transacciones ilegales.


Medios judiciales norteamericanos, además, consideran probado que el HSBC lavó el año pasado al menos 880 millones de dólares del cartel de Sinaloa. Todo eso es apenas lo que llegó a saberse, de modo que los 1.900 millones de multa no son más que un vuelto.


¿Hay procesos judiciales por todo eso? No. La Justicia norteamericana, en una decisión que constituye una radiografía del capitalismo de hoy, admitió que ese banco es “demasiado grande” para ser juzgado, porque su derrumbe pondría en riesgo la economía mundial. Apenas conocido ese fallo, The New York Times dijo que se trataba de “un día oscuro para el ejercicio de la ley”. Entretanto, las acciones del HSBC treparon un 33 por ciento durante 2012. Un negocio de apariencia robusta, como puede verse.


No es el único caso. En los últimos años, varios bancos (Wachovia, Wells Fargo y varios otros) pagaron en Estados Unidos multas elevadas por maniobras de lavado de dinero. En otras palabras: el gobierno y la Justicia norteamericanas han decidido cobrarle impuestos a las maniobras financieras del narcotráfico y el contrabando de armas con la gran banca, convertidas así en una fuente de ingresos fiscales. Las actividades mafiosas adquieren, de esa manera, legitimidad legal.


Los “demasiado grandes”


A principios de diciembre del año pasado, el Departamento de Justicia norteamericano presentó cargos contra cuatro hermanos, los Treviño Morales, financistas de Los Zetas, el grupo de narcos más violento de América central (sus integrantes son ex militares de elite, formados en academias yanquis). Los Treviño Morales habían efectuado maniobras de lavado con el banco más influyente de los Estados Unidos: el JP Morgan.


Aquella investigación permitió comprobar que Los Zetas habían lavado también unos 20 millones de dólares en el Bank of America, donde tenían abiertas dos cuentas. El FBI indicó que ese cartel lavaba allí no menos de 1 millón de dólares por mes. El Bank of America tiene sucursales en México desde 1954.


Poco antes, en 2010, había estallado una bomba financiera al probarse que Western Union lavaba dinero del narcotráfico por lo menos desde el año 2000. Luego todo quedó en la nada: el WU pagó 94 millones de dólares de multa al estado de Arizona y desembolsó dinero para “contribuir a la lucha contra el narcotráfico”. Eso fue todo.


La lista de bancos involucrados en ese tipo de maniobras es larga. No podía ser de otro modo: según diversas estimaciones, el narcotráfico mueve en el mundo unos 2 billones de dólares anuales, y más aún el comercio ilegal de armas. Semejante masa de dinero no puede circular si no es por el sistema financiero legal, por los bancos.


En el pasado reciente, buena parte de esos capitales de la droga se invirtió en el mercado inmobiliario de los Estados Unidos. Tuvieron, por lo tanto, un papel para nada menor en la gestación de la “burbuja” que derivó en el derrumbe de las hipotecas en ese país y la consiguiente crisis. Al mismo tiempo, el dinero sucio es un sostén indispensable para el sistema bancario internacional.


En definitiva: en tiempos de la descomposición final del capitalismo, la mafia internacional es perfectamente legal.