Los márgenes de la burocracia sindical

La huelga de las plantas de la GM en Flint, en su cuarta semana, ya ha paralizado a casi todas las plantas de ensamblaje de la GM en América del Norte. Pero la patronal se ha declarado dispuesta a afrontar las pérdidas enormes que le causa la huelga en función de alcanzar su objetivo estratégico de despedir a decenas de miles de obreros y ‘tercerizar’ su producción a subcontratistas que emplean mano de obra no sindicalizada, inclusive al exterior. Pero en el propio campo patronal comiencen a aparecer críticas a esta política, que Business Week (29/6) califica de “guerra a los sindicatos”.


La GM ya ha forzado once huelgas locales en los últimos dos años; ya se anuncia que pueden ir a la huelga en los próximos meses las plantas de estampado de Ohio e Indiana y las de autopartes de Ohio y Michigan; el cierre planeado de la plantas de ‘Buick City’, en Flint, provocará otro gran conflicto.


Pero según Business Week estas “huelgas forzadas sólo han producido ganancias marginales de productividad. Incluso los inversores … se preguntan en voz alta si no hay una mejor manera de alcanzar los objetivos de la GM”. Aconseja, así, seguir el ejemplo de la Ford, que está”trabajando estrechamente con la UAW (el sindicato automotriz)”.


Para asociar al sindicato a una ‘paz social’ que le ha reportado enormes beneficios, Ford acepta la sindicalización de las plantas ‘tercerizadas’ (donde, de todos modos, los obreros que ingresan reciben salarios menores). Así, está obteniendo ganancias récord y su productividad es 22% superior a la de la GM. Y cuando el año pasado Ford cerró una planta en Ohio, dejando a 2.500 trabajadores en la calle, “no hubo ninguna protesta pública del sindicato”(ídem).


Detrás de esta crítica, hay todo un programa para imponer con el concurso de la burocracia, la flexibilización y la tercerización en GM: “un cambio completo en el acuerdo nacional con la UAW: quizás cerrando algunas plantas antiguas, construyendo nuevas y dándole a la UAW la posibilidad de organizarlas con modernos acuerdos laborales, tomando como modelo los que la GM tiene en su división Saturno” (ídem, diferenciado nuestro). En la división Saturno, los obreros cobran salarios un 12% inferiores a los de las restantes plantas de la GM, ‘compensados’ por premios a la producción: “en 1995/96, los premios fueron de unos 10.000 dólares por trabajador. Pero con las ventas en declinación, el premio se redujo a 2.000 dólares en el 97 (…) este año los trabajadores tienen pocas posibilidades de cobrar algún premio” (The Wall Street Journal, 12/3).


En otras palabras, para los analistas patronales y los ‘inversores’, el ‘problema’ no es el sindicato sino la política de la GM. Es sintomático, precisamente, que la burocracia de la UAW se haya limitado a actuar exclusivamente a nivel local en cada uno de las once huelgas con la GM, a pesar de que la política patronal de subcontratación, que fue el principal punto de conflicto en todos ellos, es una cuestión de alcance nacional.


Bajo el peso de la crisis mundial y la resistencia de los trabajadores las patronales necesitan el concurso de la burocracia sindical. La huelga de la GM es todo un reflejo de la situación política norteamericana.