Varios miles de presos, ex conscriptos talibanes, muchos de ellos menores de 20 años, están siendo exterminados silenciosamente en las cárceles para prisioneros de guerra en Afganistán. En la de Shebergan, la Cruz Roja ha encontrado 3.000 presos en “condiciones severas de desnutrición”: están tan débiles que no pueden permanecer parados por mucho tiempo ni recibir alimentos sólidos. Durante nueve meses, sólo han recibido una ración diaria de 200 gramos de arroz y 600 gramos de pan. En consecuencia, muchos sufren tuberculosis, diarrea severa e infecciones respiratorias, de las cuales no son tratados. “Docenas han muerto” y las condiciones de hacinamiento *más de 50 hombres en celdas en que apenas cabe una docena* favorecen las infecciones. “Los detenidos están tan débiles *dice un médico de la Cruz Roja*, que ni siquiera podemos lavarlos”. Este trato brutal fue denunciado en febrero pasado por la organización Médicos por los Derechos Humanos, la que responsabilizó al gobierno norteamericano. Sin embargo, “no hubo ninguna acción” para mejorar las condiciones de detención. Salta a la vista que se trata de una masacre consciente.