Los periodistas


La aparición del cadáver del periodista Moisés Sánchez Cerezo, que había sido secuestrado el 2 de enero, ha puesto en la picota al alcalde de Medellín (Veracruz) como director de una banda de policías municipales involucrada en la venta de drogas. Sánchez Cerezo venía denunciando este entramado en las páginas del periódico La Unión, del que era director. Se trataba de un hombre humilde: “para poder llegar a fin de mes, alternaba sus labores en el diario con el trabajo de taxista” (La Nación, 27/1). Según la Casa de los Derechos de los Periodistas, sólo “entre enero y noviembre de 2014 fueron asesinados ocho periodistas” (Página/12, 31/1) en México. Asimismo, “todas las organizaciones nacionales e internacionales que trabajan (en) la protección de periodistas coinciden en que el mayor agresor de la prensa en México es la policía, ya sea municipal, estatal o federal, así como funcionarios públicos de todos los niveles y las fuerzas armadas” (ídem).


 


En el estado de Tamaulipas, decenas de blogueros que denunciaron al narcotráfico han sido asesinados, la mayoría de ellos después de la difusión de un Manifiesto que exigía la protección estatal.