Los planteos del Partido Obrero sobre Bolivia

“…Para llegar al ‘status’ de Petrobras, una YPFB reconstruida debería transformarse en la principal productora del país, es decir, partir de una base de capital gigantesca. En suma, incluso para desarrollar un capitalismo de Estado en base a la explotación del petróleo, el Estado boliviano debería, primero, concentrar los recursos de esa explotación en sus manos, que hoy son un monopolio privado. En realidad, el planteo del MAS se reduce a la necesidad de tener una empresa estatal que recaude una porción mayor de la renta petrolera que producen los pulpos internacionales. En el marco del débil Estado boliviano, una empresa de estas características no tendría siquiera una capacidad efectiva de control sobre la producción privada”


(El Obrero Internacional, diciembre de 2005).


 


"Chávez impulsa “contratos de asociación” (formación de empresas mixtas con mayoría de PDVSA). Las petroleras se resisten a aceptar en Bolivia el mismo tipo de contrato que aceptan firmar en Venezuela. La razón es que Bolivia no es Venezuela: el desarrollo capitalista llevó en Venezuela a la creación de una empresa estatal que hoy los pulpos no pueden ignorar; en Bolivia, la “refundación” de tal empresa lesionaría los intereses concretos de las petroleras. En Venezuela hay un Estado que tiene un mayor poder de arbitraje frente al capital internacional que el Estado boliviano; cuando PDVSA estuvo a punto de ser vaciada, el gobierno de Chávez reconstruyó esa capacidad de arbitraje. En Bolivia sería inviable, por ahora, porque YPFB simplemente no existe".


(El Obrero Internacional, enero de 2006)


 


“… Para llegar a un acuerdo con la oligarquía, las petroleras, los ‘aliados latinoamericanos’ y el imperialismo, Morales está obligado a abandonar su propio programa nacionalista burgués. No tiene condiciones para imponer su programa a enemigos tan poderosos, cuando su preocupación fundamental es, al mismo tiempo, desmantelar las tendencias revolucionarias de las masas.


“Morales deberá abandonar ese programa —y cualquier intención de “refundar” Bolivia— ante los ojos de millones de trabajadores, obreros y campesinos, que han depositado en él sus aspiraciones y expectativas.


“Si logra hacer que las masas acepten un acuerdo con los pulpos petroleros, con la burguesía de Santa Cruz, con el imperialismo y con los gobiernos de América Latina, Morales tendrá una presidencia. De lo contrario, Bolivia ingresará a una fase revolucionaria decisiva.


(El Obrero Internacional, enero de 2006)


 


“… Se trata de una tentativa de poner coto al fraude fiscal y cambiario de las empresas e intentar orientar las inversiones para construir una red de gasoductos y una industrialización de la materia prima. Dada la debilidad del Estado boliviano para reunir el capital nacional necesario para semejante empresa, lo que en Bolivia significa partir de cero, el proyecto de desarrollo que emerge implica una asociación en gran escala al capital extranjero, o sea una recolonización del país bajo otras formas. De todos modos, Bolivia es para el capital internacional una plataforma de exportación.


“… Los observadores se preguntan de dónde sacará Evo Morales los recursos para llevar la participación del Estado en las operaciones petroleras a más del cincuenta por ciento del capital y para quedarse con los Fondos de Pensiones que han invertido en las petroleras. (…) Dado que Bolivia tiene una crisis fiscal (…) deberá desistir de sus propósitos o proceder a una expropiación sin indemnización. Esta impasse del plan oficial será seguramente el punto de negociación de los próximos seis meses, que consistirán básicamente en un regateo relativo a la participación del Estado en el negocio de los hidrocarburos.”


(Prensa Obrera, 4 de mayo de 2006)


 


“… Evo Morales sufrió una seria derrota política en las elecciones (constituyentes) celebradas en Bolivia el último fin de semana (…) Evo Morales ha perdido de este modo la capacidad para usar la Constituyente como una herramienta para contener las presiones de las masas populares.


“… Para viabilizar un pacto con la derecha en la Constituyente son necesarias, sin embargo, determinadas condiciones políticas. La primera, un acuerdo internacional que unifique a los gobiernos latinoamericanos en el apoyo a este pacto y, en estas condiciones, a Evo Morales, que sigue siendo insustituible para el conjunto de la clase dominante y para su Estado. Esto significa el apoyo de los Repsol y los Petrobras al conjunto del actual proceso político. La segunda condición es que Evo Morales consiga imponer un reflujo a las masas, para lo cual usará y abusará del argumento de que la ‘gobernabilidad’ depende de los acuerdos con la oposición, llevándolos a aceptar pasivamente las limitaciones que la derecha en la Constituyente pondrá a cada una de sus reivindicaciones.


El conjunto de estas contradicciones plantea, como otra alternativa, la posibilidad de la disolución de la Constituyente, por una acción de gobierno o por una movilización popular. En lugar de cumplir el objetivo con el que fue convocada —cerrar el proceso político abierto con la insurrección que llevó a la caída de Sánchez de Lozada— la Constituyente acabaría como víctima de una crisis revolucionaria.


(Prensa Obrera, 6 de julio de 2006)