Internacionales
29/12/1994|435
Los yanquis y el gobierno preparan una masacre en Chiapas
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El gobierno de Ernesto Zedillo está preparando las condiciones políticas y militares para aplastar la insurgencia campesina en Chiapas y aniquilar al Ejército Zapatista. Mientras utiliza la cadena de TV y la prensa oficialista para proponer “negociaciones de paz”, “en las últimas dos jornadas se produjeron notables avances del ejército al interior de la zona selvática que el EZLN considera su territorio” (Clarín, 26/12). El ejército mexicano ha estrechado el cerco sobre los territorios dominados por el EZLN y la “tierra de nadie” que separaba a los zapatistas de los militares se ha angostado hasta casi desaparecer. El ejército tiene desplegados 60.000 hombres armados hasta los dientes en Chiapas, que cuentan con “instructores” y “asesores” norteamericanos, argentinos y guatemaltecos. Los vuelos rasantes de aviones y helicópteros militares sobre los territorios zapatistas se han incrementado en los últimos días.
Incluso, la devaluación del peso tiene un costado relacionado, según los analistas, con la política de masacre: “disminuir la presión sobre el peso -dice el Financial Times (22/12)- podría darle al gobierno el tiempo para resolver el violento conflicto (de Chiapas)”.
Estas evidencias han obligado a los zapatistas a “romper la tregua”. El EZLN ocupó 38 municipios en todo el Estado sin disparar un solo tiro para quebrar el cerco que estaba cerrando el ejército.
Después del avance zapatista, el ejército ha recuperado el terreno y ha vuelto a encerrar nuevamente al EZLN.
La urgencia del gobierno por liquidar a la insurgencia está dictada por el hecho de que “Chiapas se ha vuelto ingobernable” (The Guardian; 4/12).
En dos regiones al norte del Estado, los indios tzotziles, ceitales y tojolabales — organizados en la Unión de Trabajadores Agrícolas— han declarado su autonomía respecto del gobierno estatal: asambleas electas organizan el trabajo y la justicia locales y han anunciado que no pagarán los impuestos, ni las deudas al gobierno ni el suministro de agua y energía eléctrica (ídem). Gerardo González, dirigente popular chiapaneco, estimó que “el 40% de la superficie del Estado se encuentra bajo control popular” {Brecha, 16/12). Eduardo Robledo, el gobernador “oficial” del Estado, electo sólo gracias a un fraude escandaloso, ha hido “desconocido” por el candidato del PRD, Armando Avendaño, quien proclamó un “gobierno paralelo” con el apoyo del EZLN y de las organizaciones indígenas. El gobierno paralelo ejerce su mandato sobre 53 de los 110 municipios del Estado de Chiapas.
En el campo se libra una guerra civil. Las ocupaciones de tierras por grupos de campesinos armados se han multiplicado en los últimos meses. Los terratenientes han formado ejércitos mercenarios, reclutando veteranos de las guerras de América Central. Bajo la mirada del ejército, las “guardias blancas” de los terratenientes secuestran y asesinan a militantes y dirigentes campesinos. Son numerosas las organizaciones de derechos humanos, tanto mexicanas como internacionales, que denunciaron la salvaje “guerra sucia” que han desatado los latifundistas y caciques de Chiapas contra los indígenas sin tierras.
El gobierno está buscando un “triunfo” que le permita poner un freno a la tendencia a la desintegración del Estado; que le permita arbitrar entre las distintas fracciones del partido oficialista, enfrentadas a muerte en el sentido literal de la palabra; que le dé un “respiro” para buscar una salida a la crisis económica, y que le permita imponer un retroceso profundo y prolongado a los explotados de todo el país.