Lucio González entrega el petróleo

El presidente ecuatoriano Lucio González viajó a Washington para presentar ante el gobierno y los grandes grupos petroleros norteamericanos su propuesta de “apertura a la inversión externa en el sector petrolero” y, en particular, el desarrollo de nuevos emprendimientos en la región amazónica (La Nación, 13/2).


La noticia de que un presidente latinoamericano corre a Estados Unidos a entregar las riquezas de su país no tendría nada de novedoso si no fuera por el hecho de que González es calificado como un “nacionalista” y hasta como un “izquierdista” cuya elección fue presentada como un signo de los “nuevos vientos” que corren en América Latina. Pero en menos de un mes en el gobierno, pegó un fenomenal “ajustazo”, reclamado por el FMI, y ahora entrega el petróleo.


En la reunión con Bush definió a Ecuador como un “aliado estratégico de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo” (BBC, 12/2). Esta afirmación, en boca del presidente de un país limítrofe de Colombia, donde el imperialismo norteamericano propicia un plan de guerra interna con la excusa del “narcotráfico y el terrorismo”, significa un apoyo incondicional a la intervención imperialista, política y hasta militar, en el continente.


Pero el objetivo central de la visita de Gutiérrez a Washington era otro: la entrega del petróleo. En la reunión con Bush no sólo ofreció la “apertura petrolera a las inversiones externas” sino que fue a fondo: anunció que “Ecuador quiere ofrecer a Estados Unidos un permanente flujo petrolero si las dificultades internacionales se acentúan” (ídem). Las “dificultades internacionales” no son otras que la guerra criminal que Bush se apresta a lanzar contra Irak; es decir que el “nacionalista” González se metió de lleno en el barco de la guerra y se declaró dispuesto a sostener el “esfuerzo de guerra” imperialista.


Más específicamente, en una reunión con los grandes grupos petroleros organizada por el Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, un lobby encabezado por el ex secretrario de Estado de Reagan James Baker y financiado por los grupos petroleros, González no sólo ofreció la “garantía del respeto de la seguridad jurídica” sino también “todos los estímulos que se ofrecen en el mundo competitivo actual” (ídem), es decir, exenciones fiscales y libertad para repatriar los beneficios de la explotación petrolera.


En América Latina, soplan los “nuevos vientos” de la rebelión popular en todo el continente pero el coronel “nacionalista” ecuatoriano está empeñado en demostrar que él no es, ni siquiera, una suave brisa.