Lula rompe con el PT

Al cabo del Xº Encuentro del PT, que acaba de finalizar, Lula renunció a la presidencia del partido. Con poco disimulada ironía, la prensa definió la renuncia de Lula como “un divorcio civilizado” (Veja, 30/8).


El renunciante Lula aclaró inmediatamente que “a partir de ahora seguirá su carrera por su cuenta. Cuando lo encuentre conveniente, defenderá las posiciones del PT. En caso contrario, actuará como mejor le parezca” (ídem). En sus propias palabras, “voy a probar una vez más que es posible hacer política fuera del partido” (ídem). Para ello creará su propia estructura política –una “fundación” llamada “Instituto para la Ciudadanía”. El “modelo” de Lula, según sus propios colaboradores, es el PRD mexicano, un partido patronal que, por su estructura, en nada se diferencia de otros partidos patronales.


A partir de ahora, la verdadera dirección del PT estará fuera del partido y del control, siquiera formal, de sus militantes. Sus miembros no serán elegidos por nadie y no deberán responder a ningún mandato de las bases. Se trata del mecanismo clásico para la “formación de equipos de gobierno” (¡la Fundación Mediterránea!), es decir, de burócratas estatales subordinados a los intereses del gran capital que financia estas fundaciones.


La renuncia de Lula ha llevado al extremo la tendencia a la “independencia” que han demostrado siempre los funcionarios estatales que actúan dentro del PT. A partir de ahora, ¿cómo se les podrá negar a los intendentes, diputados y senadores petistas lo que se le permite al candidato a presidente? La renuncia de Lula pone en evidencia la tendencia a la disolución del PT como partido y a su transformación en una “cooperativa” de distintos aparatos de funcionarios estatales.


A partir de ahora, el PT quedará reducido a una mera maquinaria electoral destinada a apoyar a funcionarios y a una dirección irresponsable, fuera de todo control y disciplina. Que ésta es la pretensión de Lula se verifica en el hecho de que “intentó colocar en la cúpula del partido a una selección de personalidades de izquierda que, sin votos en la militancia, serían promovidos al primer escalón en función de la amistad que guardan con el fundador del partido” (ídem). El intento fracasó pero es revelador. A partir de aquí, la tesis, muy difundida, de que el PT es un partido “cualitativamente diferente” a los restantes partidos brasileños, se revela como una fantasía.


Negocios, negocios


Entre otras cosas, la “fundación” le permitirá a Lula “ganar” su “independencia financiera”, ya que “con el pretexto de elaborar propuestas de gobierno, intentará captar recursos de empresas privadas y entidades internacionales” (ídem). Como cualquiera puede darse cuenta, la financiación capitalista de las “fundaciones privadas”, verdaderas “cajas negras” de los políticos patronales, es una fuente inagotable de corruptelas y de subordinación a los intereses de los grupos capitalistas.


La cuestión de la “independencia financiera” de Lula es clave y no sólo por el conocido hecho de que el que pone la plata impone su política. Ocurre que la creciente financiación del PT –y de sus distintas camarillas– por parte de los grupos capitalistas – “por izquierda”, claro– amenaza con desatar un fenomenal escándalo. En el propio Encuentro, el presidente electo para reemplazar a Lula, José Dirceu, fue acusado por César Benjamín —un hombre del entorno de Lula— de haber recibido dinero “negro” del pulpo Obredrecht, cabeza de la “patria contratista” brasileña. Según Veja, lo que ha “herido el orgullo” de Dirceu es que “los dólares de la constructora fueron para la campaña de Lula a la presidencia, pero a la hora de cerrar la contabilidad, el PT registró la ‘contribución’ en la campaña para la gobernación de Sao Paulo, para mantener limpia la cuenta del jefe del partido”.  La “respuesta” de Dirceu fue enviar un grupo de matones para impedir que Benjamín continuara hablando. Curiosamente, o no tanto, la presidencia del Encuentro permitió que Benjamín fuera desalojado del estrado. ¡Viva la democracia!


La función política de la renuncia de Lula es hacer más consistente, más abierta y más segura la política del PT de emblocamiento con los grandes capitalistas y los partidos patronales, “liberándola” de las “molestias” de la crítica de los “radicales”. Después de su renuncia, las primeras actividades de Lula fueron un encuentro con Lionel Brízola, del PDT, para poner en pie una política común frente a las reformas constitucionales y su asistencia al acto de Sao Bernardo do Campo, montado por la burocracia de la CUT junto con cámaras empresarias, la iglesia y la intendencia local, en respaldo de un programa abiertamente patronal (facilidades crediticias, rebajas impositivas, control de las importaciones, etc.) (ver PO nº 462).


Los objetivos políticos de Lula quedan claros en el nombre que ha elegido para su “fundación”, “Instituto para la Ciudadanía”. El poco disimulado intento de borrar todo rastro “obrero”, “socialista” o “clasista” es todo un programa político. La consigna histórica del PT –“trabajador vote trabajadores”– será reemplazado por la de “ciudadano vote ciudadano” … es decir, “trabajador vote patrones” … No es casual que bajo un rótulo similar –“Asociación Empresarial para la Ciudadanía”– se hayan organizado los capitalistas que respaldan al PT, quienes pese a no estar afiliados al partido juegan, a través de esta “fundación”, un papel cada vez más determinante en la dirección y en la recaudación de fondos partidarios (Teoría y Debate, junio/agosto). Aunque dentro del propio PT hay quienes denuncian que esta “Asociación …” no es más que un “lobby” de determinados grupos capitalistas para obtener “una reserva de mercado para los contratos de las administraciones municipales petistas” (ídem), éstos no han dejado de ganar terreno dentro del partido. “El Directorio Regional de San Pablo aprobó la formación de un Consejo Consultivo de Finanzas, integrado por empresarios, afiliados y no afiliados, como órgano autónomo, fuera de la estructura partidaria … (con) la misión de ayudar a recaudar recursos financieros, sin ninguna interferencia en la vida interna del PT” … “Por otro lado, por lo menos en San Pablo, diversos empresarios asumieron puestos destacados en la administración municipal petista” (ídem).


La “función” de estos “empresarios” no es, claro, sólo recaudar fondos. “Luis Sergio Nóbrega (dirigente del PT) también entiende posible (como muchos otros dirigentes del partido) un Estado socialista con empresarios, aunque considere que eso encierra contradicciones … que siempre existirán y jamás serán superadas del todo … pero es una ‘buena contradicción’ que nos impedirá cometer los mismos errores que fueron cometidos en Europa del Este”. El “error” es, claro, la expropiación de la burguesía, porque “el socialismo posible de ser pensado (sic) no supone la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción”. Los “empresarios del PT” han entrado nada menos que para fijar los objetivos estratégicos del partido … la no expropiación de la burguesía.


Chantaje a la izquierda petista


Desde su fundación, Lula actuó como árbitro entre las tendencias internas del PT. Su alejamiento refuerza este papel, al dotarlo de una base política y financiera “independiente”. A partir de ahora, las tendencias del PT estarán sujetas a un doble arbitraje, el de la dirección partidaria y el de Lula. Se ha montado así en el PT una “red de seguridad” para la política derechista, semejante a la de las monarquías constitucionales, donde los burócratas coronados, que “reinan pero no gobiernan”, constituyen el reaseguro último ante una crisis política de fondo.


La renuncia de Lula constituye un intento de subordinar a las tendencias de izquierda a la política de integración del PT al Estado mediante un poco disimulado chantaje –¿se atreverá a disentir públicamente con Lula?. Más aún, la renuncia de Lula preanuncia la decisión de la mayoría “oficial” de quebrar el PT en el caso de que la actual oposición se convierta en mayoría.


La renuncia de Lula es, por todo esto, una expresión de la crisis desbordante del PT, aunque, claro, no es la única. Su sucesor, José Dirceu, fue elegido presidente por un margen estrecho (54% a 46%) frente al candidato del ala izquierda, en un Encuentro “tenso” (Veja, 30/8), plagado de denuncias de corrupción, patoteadas y escenas de pugilato.