Lula, un peón de Bush en la crisis venezolana

“Lula telefoneó al presidente Hugo Chávez para pedirle que intente encontrar una salida negociada a la crisis en Venezuela. Lula había recibido un pedido en ese sentido del presidente George Bush (durante su visita a la Casa Blanca)” (O Estado de Sao Paulo, 11/12). El propio Lula no perdió tiempo en cumplir con el “encargo”: desde la propia embajada brasileña en Washington llamó al venezolano e inmediatamente salió a informar a los periodistas acerca de la “sugerencia” de Bush y de sus propias “gestiones”.


En la primera crisis latinoamericana con la que se ve obligado a enfrentarse, Lula actúa como un agente directo del imperialismo norteamericano y bajo el “libreto” dictado por éste. La “salida negociada” que Lula le reclamó a Chávez a instancias de Bush no es otra cosa que la salida anticipada de Chávez del gobierno que reclama la oposición derechista y que respalda, ahora públicamente, la diplomacia norteamericana. Lula actuó como la verdadera vanguardia política de los norteamericanos para forzar la capitulación de Chávez. No le importó que esta “salida negociada” signifique una violación del orden constitucional venezolano (un límite que siempre plantean los democratizantes a los reclamos populares) ni que sea la vía para llevar al poder a una oposición golpista y abiertamente derechista.


Antes de Bush, otros autorizados voceros del imperialismo mundial habían pedido la directa intervención de Lula para “ablandar” a Chávez: “Luiz Inácio Lula da Silva, cuyo estilo es muy diferente al de Chávez, puede jugar un rol particularmente importante en ayudar a alcanzar un acuerdo”, señalaba hace una semana un editorial del Financial Times (5/12) cuando la huelga recién comenzaba.


El papel proimperialista que está jugando Lula en la crisis venezolana, inmediatamente después de su apoyo a la resolución de las Naciones Unidas contra Irak, es de máxima importancia política. Revela que el gobierno del PT no es sólo un agente contrarrevolucionario de los grandes monopolios y “los mercados” en el plano interno; es también, y como lógica consecuencia, un factor contrarrevolucionario a escala continental y mundial.