Lula y la “prontiglobalización”

Como flamante presidente electo, Lula acaba de recibir una doble invitación. Por un lado, a participar del Foro Económico Mundial de Davos, la cumbre anual de los representantes del capital financiero internacional y de las principales potencias del planeta. Por el otro lado, el mismo Lula está llamado a intervenir especialmente en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, que en su momento fue presentado como la antípoda del primero. En ambos eventos, por supuesto, Lula sería el “personaje del año”. Los cables aludidos dicen también que la dirección del PT sería partidaria de la participación… en ambos Foros. Las dos cosas a la vez, “pro” y “anti” al mismo tiempo; ha nacido la “prontiglobalización”.


El Foro Social Mundial debutó en el año 2001 luego del estallido de grandes movilizaciones contra la llamada globalización capitalista, que tuvo su punto de partida en Seattle, en 1999. El Foro Social fue concebido para llevar al movimiento antiglobalización al terreno de los compromisos con los “globalizadores”. Para darle expresión a esta política se excluyó de la invitación al último Foro en Porto Alegre a las Farc y a la dirección cubana; mientras, en cambio, se daba cabida a representantes de partidos y gobiernos del imperialismo. En la misma línea, a principios de este mismo año se estableció un “enlace” entre la dirección de ambos Foros, vía una “teleconferencia” donde capitostes de uno y otro lado se prodigaron zalamerías diplomáticas y promesas de trabajo en común.


La cúpula portoalegrense acaba de celebrar un encuentro europeo del Foro Social Mundial y resolvió que la consigna del momento debe ser “desarrollo económico con justicia social” (Clarín, 9/11). Algo notable si se tiene en cuenta que el Foro Social se nutre de las cabezas pensantes del progresismo internacional y de la izquierda. Porque los buscadores eternos de lo “nuevo” han terminado, sin embargo, por desempolvar la consigna más vieja, insulsa y demagógica del capitalismo. Por eso mismo también, ya no son antiglobalizadores. El planteo novedoso es: globalización sí… pero que sea “justa”. Todo esto encabezado por un “obrero metalúrgico” partidario de pactar con el Fondo Monetario Internacional y entregar los fondos del salario obrero destinados a financiar los despidos… para rescatar a la Bolsa. Un verdadero cambalache.