Manifiesto del Congreso por la Refundación de la IVª Internacional

El Congreso Mundial por la Refundación de la Cuarta Internacional, con la presencia de delegados de Europa, América Latina, Norteamérica y Medio Oriente, se dirige a los trabajadores en todo el mundo para convocar a una lucha común contra los explotadores de la humanidad y exponer abiertamente su plataforma y estrategia política.


 


¡Trabajadores!


En este momento preciso la heroica resistencia del pueblo iraquí comienza a hacer morder el polvo a las tropas ocupantes de su país. Asistimos a un levantamiento popular que responde a las masacres y al genocidio del invasor con la unidad nacional de los oprimidos, en cuya división el imperialismo pretendía apoyarse para someter al pueblo de Irak. La aventura guerrera del imperialismo ha detonado una guerra civil de carácter internacional, entre las masas y el imperialismo, que va más allá de las fronteras del propio Irak.


Se extiende desde los territorios ocupados por el gobierno del verdugo Sharon hasta Afganistán. Desde Irak ha concluido por desarrollar una Intifada a la escala de todo Medio Oriente.


El Congreso Mundial por la Refundación de la Cuarta Internacional llama a sumarse a la movilización internacional para expulsar a todas las tropas ocupantes de Irak, de Afganistán, de los Balcanes, de Chechenia, del Cáucaso y de Haití.


 


¡Viva la rebelión popular en Irak!


Al fracaso de la operación militar imperialista en Irak ha concurrido también el enorme movimiento de masas contra la guerra en el mundo entero. Luego de la debacle del gobierno derechista del español Aznar, un cuadro de desestabilización general envuelve a todos los regímenes “aliados” a la aventura de Bush. La “presión de las calles”, es decir, la movilización de las masas se ha transformado en un factor activo en la situación internacional.


Irak se ha transformado, para el imperialismo, en un pantano. Doce meses después de la invasión, los propios gobiernos que comandaron la ocupación avizoran su propio derrumbe.


En los propios Estados Unidos, el choque entre los aparatos de seguridad y el Ejecutivo revela una división en el núcleo duro del Estado. Las relaciones entre Estados Unidos y Europa y al interior del Viejo Continente se encuentran dominadas por choques, fricciones y quiebras. El fracaso del intento de someter a los pueblos de Irak y Medio Oriente está creando una situación prerrevolucionaria de alcance mundial.


 


La crisis mundial del capitalismo


¡Trabajadores!


Desde hace más de 30 años la economía capitalista se ve sacudida por crisis y bancarrotas de inusitada amplitud y el derrumbe de gigantescos monopolios capitalistas, naciones y regiones enteras. La desocupación en masa abarca a un número creciente de naciones y la pobreza se apodera de centenares de millones de personas más.


La restauración capitalista en los ex Estados obreros no le ha dado una salida a esta crisis. Rusia está dominada por la desorganización económica y un retroceso social sin precedentes. Se consuma allí una destrucción inigualada de fuerzas productivas; no creció la democracia sino un régimen de mafias y de despotismo criminal sobre la base de la vieja casta burocrática stalinista de la KGB.


En China, la invasión del capital extranjero para explotar el atraso histórico del país está dando lugar a un desarrollo social explosivo y unilateral, que provoca, junto a una enorme polarización de la riqueza, la demolición de la mayoritaria economía estatal, una gigantesca crisis agraria y la desocupación masiva.


¡Trabajadores!


Enfrentamos un período de descomposición del capital. La episódica recuperación norteamericana se apoya en desequilibrios económicos insostenibles. Las contradicciones interimperialistas amenazan la supervivencia de la Unión Europea. El desarrollo de esta crisis histórica ha reforzado la tendencia a la creación de situaciones revolucionarias y de rebeliones populares. De conjunto, la llamada globalización capitalista no es sino el espejo deformado de las tendencias dislocadoras del capitalismo, caracterizadas por una tendencia irrefrenable a la sobreproducción de mercancías y capitales y por una desocupación en masa sin comparación con cualquier época pasada.


Por eso mismo asistimos a una etapa de guerras imperialistas. La lucha por la conquista de los mercados orientales de Europa y de Asia tiende a transformarse en una lucha interimperialista sin paralelo en la historia. Esta lucha interimperialista potencia la lucha de las clases en todas las naciones, especialmente en las semicolonias.


La guerra es la expresión abierta de un fenómeno más general. El capitalismo busca una salida a sus dificultades cada vez mayores para ampliarse y reproducirse, en la destrucción de la legislación laboral y los regímenes de protección social. La descomposición capitalista mina las bases de sustentación de los regímenes políticos de la burguesía; la fragmentación de éstos tiende a dominar el panorama político mundial.


 


Necesitamos una Internacional obrera


¡Trabajadores!


El mayor desafío de los trabajadores del mundo entero para enfrentar la catástrofe del capitalismo es su propia crisis de dirección. Las organizaciones obreras tradicionales colaboran con los capitalistas y se integran al Estado.


El movimiento “antiglobalización”, que se desenvuelve desde las grandes manifestaciones de Seattle de 1999, ha puesto de manifiesto que la catástrofe capitalista provoca una inquietud extraordinaria entre varias clases sociales, incluidos aquellos que quieren salvar al capitalismo de sí mismo. Pero es necesaria una dirección obrera que luche para poner fin al capitalismo y establecer el socialismo a nivel internacional. La “regulación” del capital y la “pacificación” del imperialismo no son salidas: son utopás reaccionarias.


Los gobiernos capitalistas de Mandela, en Sudáfrica, y del PT, en Brasil, han demostrado que, puestas a gobernar, las direcciones centroizquierdistas que proponen “amortiguar” la “globalización” capitalista, se transforman en agentes del más desenfrenado capitalismo.


El desmoronamiento político de estos gobiernos y del “neo-liberalismo” podría ser un factor de clarificación política si sirve para comprender sus límites insalvables y la necesidad de una organización política internacional obrera y socialista. Con su integración al gobierno capitalista de Brasil, bajo cuyo mandato se registra la mayor matanza de campesinos sin tierra por latifundistas, el Secretariado Unificado de la IV Internacional se ha condenado definitivamente ante los ojos de los luchadores internacionalistas del mundo entero.


¡Trabajadores!


La situación mundial tomada en su conjunto puede resumirse así: la burguesía no puede seguir gobernando como lo ha venido haciendo y las condiciones sociales de las masas se han transformado en excepcionalmente insoportables. La crisis política que sacude a los fracasados invasores en Medio Oriente es sólo un aspecto de la cuestión. La crisis de los gobiernos francés y alemán está fuera de duda. Se insinúan y se profundizan importantes luchas de masas.


En el continente latinoamericano, a la disgregación del gobierno capitalista de Lula y el freno al proceso revolucionario que se empeña en poner Evo Morales en Bolivia, con la ayuda de Kirchner, hay que agregar el derrumbe de Aristide en Haití. Asistimos al descomunal fracaso de toda la izquierda democratizante agrupada en el Foro de San Pablo. A su turno, el golpismo oligárquico contra el venezolano Chávez sigue atizando la crisis y las movilizaciones de las masas más pobres del país en defensa del gobierno nacionalista.


¡Refundar la IV Internacional!


¡Trabajadores!


La IV Internacional se distingue en la acción política internacional por esta caracterización de la situación mundial. El Congreso Mundial por la Refundación de la IV Internacional plantea un programa, una estrategia y una organización para elevar al proletariado a la posición dirigente en la lucha contra el imperialismo mundial.


El Congreso por la Refundación de la IV Internacional se dirige a los trabajadores de todo el mundo. Desde la lucha contra el desempleo, por el reparto de las horas de trabajo; contra la superexplotación, por la jornada de ocho horas y por salario mínimo igual al costo de la canasta familiar; por la defensa de los jubilaciones, expropiando a las AFJPs y estableciendo el control obrero; por la nacionalización de las industrias vinculadas a la guerra; por el control obrero y por la gestión obrera colectiva; por la independencia nacional de los pueblos oprimidos; por la destrucción del Estado sionista y por la República laica y única en todo el territorio histórico de Palestina; por el gobierno obrero y campesino. Desde esta lucha llamamos a refundar la IV Internacional y a construir una poderosa Internacional de combate del proletariado mundial.


¡Luchar, vencer, obreros al poder!


Buenos Aires, 21 de abril de 2004