Más apoyo de la Otan a Putin

Luego del apoyo que recibió de parte del secretario general de la Otan, George Robertson (ver PO Nº 657, 9/3), ahora le llegó el turno a la norteamericana Allbright y al inglés Blair. La yanqui usó, para referirse a Putin, la misma frase con que la Thatcher legitimó en su momento a Gorbachov: “es un hombre con el que se puede tratar”. Blair “lo elogió”, dice el Financial Times (13/3), con el calificativo de “impresionante”. Una alusión, según el diario, a la intención de Putin de “reformar la economía rusa para hacerla más atractiva a la inversión extranjera y para abrirla al mundo exterior”.


Acompañando el dicho al hecho, el Banco de Reconstrucción de Europa le dio un crédito de 150 millones de dólares al pulpo ruso del petróleo, Lukoil, contra la garantía de los ingresos que recibe éste por la venta de combustibles. Lukoil tendrá que adaptar su contabilidad a las exigencias de las Bolsas de occidente, un paso hacia la cotización de Lukoil en Wall Street y la posibilidad de ser absorbido por los fondos de inversión internacionales. Si se tiene en cuenta que Rusia disputa con las petroleras internacionales el control del petróleo del Mar Caspio, este préstamo deja muy claro el grado de entendimiento que ya deben haber alcanzado sobre este asunto. Hace un mes, los bancos acreedores le perdonaron 10 mil millones de una deuda externa de 32 mil millones de dólares, y el restante lo refinanciaron a 30 años, con un plazo de gracia de siete años. Nunca fue tan extraordinario el apoyo del imperialismo al gobierno restauracionista ruso como desde que tomó la capital de Chechenia. Estos acontecimientos confirman la advertencia que el semanario The Economist formuló hace seis meses, en plena guerra de Chechenia, de que “los rusos pueden haber aceptado que el petróleo que se bombea en Baku (Azerbaidjan) pase por Turquía hacia el Mediterráneo y no por su propio territorio al mar Negro” (editorial, 30/10/99).


En una entrevista al diario El País, de Madrid, un alto jefe militar ruso denuncia que “la Otan amenaza la seguridad nacional de Rusia” (15/3). También dice que “Rusia no aceptaría tener una frontera común con un país miembro de la Otan”, en alusión a la posible integración de Georgia. Pero nada dice de los oleoductos que le darían a Georgia los medios financieros y los apoyos internacionales para un eventual ingreso a la Otan. También reitera la colaboración del ejército ruso con la Otan en Yugoslavia, que va mucho más lejos de lo que haya hecho Georgia o quien sea en el camino de someterse a la Otan.


Simultáneamente a todo esto, el ejército ruso capturó a un líder militar checheno, Salman Raduyev, quien irónicamente se ha destacado por sus intentos de asesinar al presidente de Georgia, E. Schevarnadze, el verdadero animador del ingreso de su país a la Otan. Es que Schevarnadze tiene sometidas a regiones históricamente chechenas, como Abkhazia. Acabar con esta clase de conflictos, que surgirían con la formación de un Estado checheno independiente, es uno de los factores que unen a la Otan y al restauracionismo ruso en el aplastamiento del pueblo de Chechenia.


Los restauracionistas rusos no pueden ser rivales anti-imperialistas de la Otan, pues dependen completamente del capital financiero occidental. Van camino a transformarse en semicolonia. Si para superar la catástrofe económica que va pararela con su condición semicolonial, en Rusia surgiera un movimiento de lucha contra el imperialismo, éste asumiría rápidamente un carácter socialista, porque no hay margen para una variante intermedia.