O el incontenible encanto de la “izquierda que se une”

Alex Callinicos, uno de los principales dirigentes del SWP británico, creyó que estaba haciendo un señalamiento agudo cuando polemizó con un editorialista de The New York Times que apuntaba que la victoria de Merkel en Alemania muestra que la crisis capitalista está liquidando a los partidos de izquierda y dando el triunfo a coaliciones derechistas. En su respuesta (Socialist Worker, 10/10) Callinicos remarcó que en realidad estamos en presencia de una profunda polarización que atraviesa a toda Europa, dado que el retroceso de la socialdemocracia y el triunfo de partidos de derecha se ve compensado… por el crecimiento de “frentes de izquierda” como Die Linke en Alemania o el Bloco de Esquerda en Portugal.

Los resultados de las elecciones europeas muestran un proceso de profundas convulsiones y crisis de los actuales regímenes políticos, a través de las cuales se exponen los efectos de la crisis mundial –pero en todos los casos es evidente que los trabajadores siguen votando en forma abrumadora por candidatos que plantean una resolución de la crisis en los términos del capital. Esto incluye a los partidos que reivindica el propio Callinicos: Die Linke integra, junto a la socialdemocracia, el gobierno de Merkel. No representan una alternativa política independiente de los trabajadores y pretenden resucitar el proyecto de “la izquierda europea” del italiano Bertinotti, que acabó de ministro en el gobierno centroizquierdista italiano algún tiempo atrás.

Es indiscutible que la crisis capitalista agudizará las contradicciones sociales y se expresará en convulsiones de los regímenes políticos, pero transformar eso en una polarización social es una tarea que los revolucionarios europeos tienen por delante, y no un hecho que pueda interpretarse a partir de la reivindicación caprichosa de sumas y restas electorales de agrupamientos que no plantean, siquiera, un programa anticapitalista.

La caracterización Callinicos es falsa. Lo que es verdadero es un planteo de que en Inglaterra “nos falta algo parecido a un partido de izquierda radical. Los partidos exitosos, como Die Linke o el Bloco de Esquerda, enfrentan un problema diferente. Están empezando a ser tenidos en cuenta en la política grande”.

No es la primera vez que la política “grande” desconcierta a los que se pretenden representantes de la izquierda revolucionaria.