Ocupación militar de las favelas de Río de Janeiro

Persigue inversiones capitalistas, no al narcotráfico

Cuando anunció que, a partir del año próximo, las villas de Buenos Aires serán tomadas bajo control de una “policía comunitaria”, la ministra de Seguridad Nilda Garré dijo que tomaba el ejemplo de lo hecho por el gobierno brasileño en Río de Janeiro. Ahora, en Río, tropas del ejército, con tanques, ocuparon las favelas Rocinha, Vidigal y Chácara do Céu, las más grandes de la ciudad. Esto es: las villas cariocas quedaron militarizadas.

“La favela tiene ahora policía, pero no servicios esenciales”, declaró el diputado estatal Marcelo Freixo, del PSOL, quien debió abandonar el país temporalmente con su familia por indicios de que los narcotraficantes se proponen asesinarlo (El País, 15/11). Freixo había denunciado la actividad de mafias dedicadas al comercio de drogas en complicidad con políticos, policías, ex policías, militares retirados y hasta bomberos.

La ocupación militar de las favelas no obedece a una supuesta “lucha contra el narcotráfico”, a pesar de la detención de Antonio Lopes Bonfim, (a) “Nem”, un matón de la Rocinha a quien ahora pretenden hacer pasar por uno de los “capos”.

“¿Cuántos otros ‘Nem’ hay? -se pregunta Freixo. No hay un lugar con narcotráfico en el que no se le pague a la policía. Una parte muy grande de lo que facturaba ‘Nem’ iba a parar a la policía. Y ellos protegían al narcotraficante”.

Por otra parte, el control del territorio ya no es primordial para el narcotráfico. Han creado, desde hace tiempo, redes de distribución más operativas, de mayor eficacia y menor costo. Las modernas bandas tienen su actividad principal en el tráfico de drogas, pero también manejan el negocio del transporte alternativo, redes de gas, señales de televisión y hasta préstamos de dinero.

Son parte del Estado Hay en Brasil, como en la Argentina y en cualquier parte en la que opere el narcotráfico, una extendida corrupción política que se retroalimenta con la corrupción policial. Los distribuidores de drogas controlan a su vez “centros sociales”, los que ofrecen incluso servicios de salud. Todo eso se transforma en dominio electoral. Ese poder lo ejercen en Río las llamadas “milicias”, que no operan en las favelas, sino fuera de ellas. “Están dentro del Estado -añade Freixo-, son miembros del Estado, vinculados con diputados estaduales, regionales”. Como se dijo tantas veces, el narcotráfico penetra los poderes del Estado y ha pasado a formar parte de él -como forma parte del sistema financiero internacional con los 2 billones de dólares que, según se calcula, pone en circulación anualmente.

El objetivo de la ocupación militar de las favelas cariocas no es la lucha contra el narcotráfico, no es una “guerra” contra las mafias y por eso no se ha disparado un solo tiro. Sólo se trata de establecer un cordón de seguridad que permita la inversión de capitales privados con vista a los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol. El narco, como la prostitución, hará pingües negocios durante los Juegos y durante el Mundial.

Mientras tanto, el gobierno brasileño logra un antiguo objetivo: hacer de las favelas una zona de guerra, militarmente ocupada. Cosa muy conveniente, por cierto, en tiempos de crisis.

He ahí el “modelo” que dice seguir la señora Garré.