Ola de huelgas en Corea

Decenas de miles de obreros coreanos marcharon la semana pasada por las calles de Seúl contra los despidos masivos que generan las quiebras, ventas y fusiones de los grandes conglomerados industriales golpeados por la crisis del ’97.


El crecimiento de los conflictos laborales, dice un vocero del Ministerio de Trabajo, “ha sido dramático” (The Wall Street Journal, 22/11). Mientras que en enero se habían registrado solamente seis conflictos, la cifra había trepado a 220 en octubre. Este ascenso cierra el ciclo abierto con la derrota de la ocupación del pulpo automotriz Hyundai, en agosto de 1998.


A la cabeza de la movilización se encuentran los 15.000 trabajadores de la automotriz Daewoo, la segunda mayor de Corea, que ha sido declarada insolvente después de haber acumulado una deuda de 10.000 millones de dólares y perdido 1.000 millones sólo en los primeros meses de este año. El ‘grupo madre’ de Daewoo se fue a la quiebra el año pasado con una deuda de 80.000 millones de dólares, pero los bancos acreedores mantuvieron en pie su división automotriz con el objetivo de recuperar parte de los créditos mediante la venta de ésta a un pulpo extranjero. La Ford, principal oferente, desistió de la compra de Daewoo a causa de sus “deudas ocultas” por varios miles de millones y de su inviabilidad en un mercado automotriz mundial saturado. Los bancos acreedores (recientemente nacionalizados debido a sus quebrantos) exigen que el sindicato acepte un “plan de salvataje” que incluye 3.800 despidos, el cierre de varias plantas y una reducción general y drástica de salarios (que los trabajadores no cobran desde agosto).


Los trabajadores han rechazado el “salvataje” y entraron en huelga contra la declaración de quiebra reclamada por los acreedores. Los trabajadores de Daewoo repudian el desguace de la empresa en beneficio de los pulpos extranjeros y denuncian que el gobierno permitió la fuga de Corea de Kim Woo Choong, el antiguo dueño del grupo Daewoo.


También han salido a la huelga los trabajadores de los hospitales públicos y de la hotelería, y están anunciadas muchas más. A principios de mes, los bancos coreanos forzaron la declaración de quiebra de 29 grandes empresas; otras 23 están a punto de ser vendidas o de fusionarse. Todo esto, anticipa el ministerio de Trabajo, “incentivará el descontento laboral” porque “se espera que unos 50.000 trabajadores sean despedidos en esas 52 empresas” (ídem).


Con la seguidilla de grandes quiebras que se están produciendo y la entrada en la escena de la clase obrera, la crisis coreana entra en una nueva y más aguda fase.