Olor a sangre en Hong Kong

La decisión de la autoridad monetaria de Hong Kong de enfrentar la demanda de dólares con el uso de sus reservas en lugar de hacerlo con la suba de las tasas de interés, ha desatado un ataque especulativo que pretende lograr una devaluación de la moneda.


Las autoridades de la isla decidieron evitar una suba de las tasas de interés, porque ellas provocan caídas en los valores de las acciones y de la propiedad. En los últimos doce meses esos valores han caído en un 60% y ahora esto está provocando una seria crisis del crédito. Ocurre que como los préstamos se otorgan a cambio de garantías en acciones o en hipotecas, los bancos están pidiendo que se aumenten las garantías ofrecidas debido a su desvalorización o que directamente los deudores devuelvan los préstamos. Además de evitar la suba de los intereses, los funcionarios de Hong Kong han limitado también la venta de terrenos oficiales, para contrarrestar la devaluación inmobiliaria, e incluso han inyectado dinero público en la Bolsa para evitar un mayor perjuicio a las acciones. Los especuladores han detectado en estas acciones oficiales la preocupación por la marcha de los negocios locales por encima del interés de evitar una devaluación. Por eso toman préstamos a bajo interés y compran dólares norteamericanos a 30 o 90 días, con la expectativa de recomprar la moneda local a una mayor cotización. Hong Kong se encuentra aprisionada entre una crisis del crédito y una devaluación de la moneda.


La situación se agravó en los últimos días al informarse que el principal banco del territorio, el HSBC, estaba registrando por primera vez una caída de sus acciones mayor al del promedio de la Bolsa. Esto se debe a que el HSBC es un fuerte prestamista en la siniestrada región asiática, lo que significa que podría no volver a ver buena parte de sus créditos. De factor retardador de la caída bursátil, el banco se ha transformado en acelerador, perjudicando las garantías bursátiles e inmobiliarias en poder del conjunto de los bancos.


Una devaluación en Hong Kong entrañaría el abandono de su régimen de convertibilidad, esto en el preciso momento en que ese régimen es recomendado a Rusia. También aceleraría la caída del yuan chino, que ya viene sufriendo caídas en el mercado negro. Para que los cuervos se apoderen de las monedas de China y Hong Kong, sólo es necesario que la crisis asiática avance un poquito más. Por último, Hong Kong es una zona de enlace por la que pasa todo el capital internacional que se invierte en Asia. El derrumbe de su moneda también hará sonar la campana a los Estados Unidos.