Internacionales
24/10/1996|516
Otra derrota
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La aprobación, la semana pasada, de una “ley de tierras”, ha significado una derrota para el movimiento campesino boliviano y para la clase obrera.
La ley promueve la formación de un ‘mercado de tierras´ al autorizar su compra-venta y al establecer un sistema de impuestos que obligará a amplios sectores campesinos a desprenderse de sus pequeñas propiedades.
Uno de los ministros declaró, precisamente, que “con la ley nace la agroindustria boliviana” (Presencia, 8/10). La Confederación Agraria Nacional -que agrupa a los grandes latifundistas- fue más directa cuando afirmó que “el Estado debe readecuar la participación de los indígenas y campesinos de una economía de subsistencia a una economía productiva, para lo cual es necesaria (la) incorporación (de sus tierras al6mercadar)… ” (Reproducido por Trinchera Revolucionaria, n° 108).
La ley extiende el impuesto sobre la propiedad agraria a los campesinos, del que hasta ahora estaban exentos. Autoriza al gobierno a donar gratuitamente o a adjudicar mediante subastas las tierras ‘revertidas9, es decir, las que vuelvan al Estado por no acreditarse la legítima propiedad.
Para la Confederación Agraria de Oriente (CAO), que agrupa al poderoso lobby latifundista de Santa Cruz, la ley “debe transformar las condiciones de producción” para permitir que
“Bolivia entre a los mercados internacionales altamente competitivos” (Presencia, 6/ 10). Gomo denuncia Juan Pablo Bacherer, dirigente de la Oposición Trotskista del POR, esto “obligará a los productores agroindustriales -que son en su mayoría latifundistas- a buscar capitales y tecnología afuera … tendrán que asociarse con capitales extranjeros (con lo que) la tierra pasará al poder de empresas extranjeras” (Presencia, 6/10). Esto explica el decidido ‘apoyo9 del Banco Mundial, que financiará la realización del catastro necesario para que los campesinos comiencen a pagar impuestos. Al fin de cuentas, según denuncia el dirigente de la CÓB, Edgar Ramírez, la ley fue redactada por el Banco Interamericano de Desarrollo, junto con otras agencias financieras internacionales (Presencia, 11/10).
Según los datos de la prensa, mientras medio millón de familias campesinas posee apenas el 3,7% de la tierra cultivable, unas 40.000 empresas capitalistas y grandes terratenientes poseen el 96% restante. Además, mientras el 95% de las tierras campesinas están en explotación, apenas el 6% de las tierras de los latifundistas están dedicadas a la producción; el resto se destina a la especulación (.Presencia, 6/10).
Por qué fueron derrotados los campesinos
Las organizaciones de campesinos, colonos e indígenas desenmascararon a la ‘mercantilización´como el equivalente de la expropiación y organizaron una gigantesca marcha “por la tierra” hacia La Paz.
Curiosamente, también los grandes productores ‘agroindustriales9 se opusieron a la ley… Apoyados por la Asociación de Bancos, objetaban la elevación del impuesto a la propiedad agraria y, sobre todo, que el incumplimiento impositivo fuera motivo para la expropiación. Los ‘agroindustriales9 de Santa Cruz organizaron varios ‘paros cívicos’-virtuales ‘lock-outs´— e incluso, “algunos acaudalados empresarios cruceños” (Presencia, 11/10) se declararon… en ‘huelga de hambre´.
Los grandes propietarios se convirtieron, de hecho, en la cabeza política del movimiento de oposición a la ley, imprimiendo su programa a la movilización. Esto salta a la vista cuando se observa que el programa campesino reivindicaba “una ley consensuada entre todos”, o sea, con el gobierno y los latifundistas. La hegemonía de los burgueses y de los latifundistas explica la victoria de un gobierno que, apenas pocos días antes, enfrentaba “a un frente opositor que incluye a los sindicatos obreros y campesinos, a los banqueros, ganaderos, grandes agricultores y empresarios privados” (Río Negro, 3/10). En un acuerdo separado con los latifundistas, el gobierno redujo a la mitad los impuestos a la tierra, y dio “garantías de que sus inversiones serán respetadas” (Presencia, 9/10), lo que significa que las tierras expropiadas serían subastadas y “no dotadas (gratuitamente, como estaba previsto antes) en beneficio de los campesinos e indígenas” (Presencia, 10/10);
Apenas obtuvieron sus reivindicaciones, los latifundistas descabezaron el movimiento. Los ‘paros cívicos9 desaparecieron y la oposición parlamentaria a la ley se disolvió por arte de magia. | Como consecuencia de la subordinación política de sus direcciones a los grandes latifundistas, las masas campesinas fueron utilizadas como ‘fuerza de choque9 de los grandes terratenientes … contra sus propios intereses.
Triste debut de una ‘nueva’ dirección
La lucha de los campesinos fue la primera oportunidad para medir la envergadura de la nueva dirección de la COB, encabezada por ‘Huracán9 Ramírez (ver Prensa Obrera, n°513,5/10), y de su promocionada política de resistencia subversiva al modelo neoconservador9. Pero la nueva dirección de la COB no estuvo a la altura de las expectativas que despertó su radicalismo verbal.
La burocracia adoptó el programa de la *ley consensuada* y, en Santa Cruz, se sumó a los ‘paros cívicos´ de la gran burguesía. El “segundo plano”
(Presencia, 6/10) que la prensa le adjudica a la COB en la crisis política desatada alrededor de la ‘ley de tierras9, traduce su completa falta de independencia política. En estas condiciones, el gobierno logró que las organizaciones de indígenas aceptaran la ley, a cambio de la promesa de entregarles 60.000 títulos de propiedad sobre las tierras que ocupan actualmente.
De este modo, logró derrotar a la mayor movilización de los explotados del campo desde el ‘retorno de la democracia´, y una de las mayores de su historia. Durante 30 días -y desde todos los puntos del país-, las organizaciones de los campesinos, los colonos y los indígenas marcharon hacia La Paz, a la que arribaron en número de 30.00Q. En la capital boliviana, durante once días y a pesar de la salvaje represión policial, los campesinos manifestaron diariamente contra la ley. Muchos otros permanecieron en sus comunas, manifestándose mediante el sistemático corte de rutas. Como consecuencia de la aprobación de la ley, y aunque sus dirigentes declararan que “los campesinos no se replegarán de La Paz” (Presencia, 7/10), la prensa informó, al día siguiente, que “cientos de marchistas retomaron a sus comunidades” (Presencia, 8/10) y, 48 horas más tarde, que apenas quedaba el 20% de los marchistas en La Paz (Presencia, 10/10).
La COB (Central Obrera Boliviana), frente a su primera acción de importancia desde que asumió la nueva dirección encabezada por ‘Huracán9 Ramírez, levantó sin pena ni gloria la ‘huelga indefinida9 que había declarado apenas tres días antes, que nunca se empeñó en hacer cumplir y que, con la excepción del magisterio y algunos otros núcleos aislados, tuvo escasa repercusión.
La movilización campesina, dice Presencia (8/10), provocó una crisis política de mayor magnitud, incluso, que las luchas contra la ‘reforma educativa9 (una durísima huelga docente que duró varias semanas) y contra las privatizaciones. A pesar de esto, los campesinos fueron derrotados. La responsabilidad de esta nueva derrota debe cargarse por entero a la cuenta de la política democratizante de las direcciones de las organizaciones de las masas y a las ilusiones de los activistas en organizaciones *históricas9 de los trabajadores.